Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.
Al doctor José María Ali-Brouchoud, oriundo de Posadas, siempre le llamaron la atención los médicos que atendían en las casas, por fuera de los contextos hospitalarios. Además, en su hogar había influencias desde lo social, lo educativo y lo religioso que marcaron a fuego la idea de convivir con el otro y ayudar. Cuando su hermano comenzó a cursar Medicina, se terminó de convencer de que esa era su vocación. Sin embargo, al comienzo de la cursada no conocía mucho sobre especialidad que hoy ejerce y abraza, por tener una fuerte impronta comunitaria.
“Yo estaba enamorado de Clínica Médica (la atención de adultos, a veces en contexto de internación). Pero por suerte, en la Universidad Nacional de Corrientes, pude formarme con médicos generales que dictaban la materia de Salud Pública y trajeron la idea de que la salud no era algo individual, sino colectivo. Como no quería perderme la oportunidad de ver a niños y a embarazadas, opté por hacer primero la especialidad de Medicina General, creyendo de forma ingenua que volvería a la Clínica. Pero una vez que conocí esta rama, me aboqué totalmente a ella, sobre todo porque acompaña a la persona a lo largo de toda su vida y uno puede ser un referente desde un aspecto preventivo y promocional”, señaló.
El médico generalista atiende en el equipo del Centro de Salud San Francisco III de la ciudad de Bariloche, Río Negro, que, por su locación recibe a poblaciones que han vivido previamente en la zona de la estepa, así como también a pacientes que vienen desde Chile y desde otros países limítrofes. La práctica diaria lo lleva a comprender los problemas de los migrantes, a acompañar trayectorias de vida, a identificar cuándo se necesita una intervención médica y cuándo una simple escucha. En diálogo con IntraMed, habló de su rol dentro de un equipo.
¿Cómo definiría sus tareas diarias?
Mi trabajo es médico, es social y es sanitario. Médico en el sentido de mi pertenencia una disciplina, pero a una disciplina que tiene la particularidad de no existir en forma aislada, sino que alcanza su máxima eficiencia y capacidad de trabajo en el contexto de un equipo, en el que hay agentes sanitarios, psicólogos y trabajadores sociales, que completan mi trabajo.
Social, por entender que los problemas de salud no aparecen por generación espontánea, sino que tienen una historia. En las trayectorias de vida que acompañamos, hay momentos en los cuales las personas sufren malestares que a veces se convierten en signos y síntomas y en ocasiones, en enfermedades. Nosotros preferimos hablar más de problemas de salud, porque es un concepto común tanto para pacientes como médicos, hablar de diagnósticos es algo más técnico. En resumen, reconocemos que la salud tiene una causa social en muchos casos y nuestro trabajo tiene que impactar en esa cadena causal.
Y colectivo por las charlas de prevención en la que participan miembros del equipo y personas que atendemos. Todos trabajamos juntos, generando lo mejores cuidados adecuados al contexto de cada uno. Lo hacemos desde organizaciones más formales o contextos más informales a nivel local, participamos activamente en la vida de la ciudad.¿
¿Cuáles son los principales problemas de salud de la población que atiende? ¿Qué particularidades encuentra entre los distintos grupos?
Nuestro centro está ubicado al este de la ciudad de Bariloche, cercano a la zona del estepa, conocida como la línea sur, que desde el punto de vista del ambiente es muy árida. El tipo de trabajo de sus pobladores está ligado a tareas ganaderas. Y muchas de esas personas, cuando cumplen entre 50 o 60 migran a la ciudad porque sus hijos también lo hacen. Pero también atendemos gente de Chile, de frontera la con Bariloche, que viene de forma constante desde la década de 1970, pobladores de otras provincias y hasta de países limítrofes, como Paraguay y Bolivia.
Entendemos que la migración, junto con la separación y el duelo, es uno de los eventos que más revoluciona la vida cotidiana. Por ende, puede generar situaciones de estrés, desadaptaciones y agravamientos de algunos problemas de salud, así como también puede acarrear mejoras. Pero lo cierto es que el migrante requiere un cuidado especial y los médicos debemos estar atentos, sobre todo en los primeros momentos de la nueva etapa. Además, debemos tener en cuenta que si muchas de estas personas vienen del ámbito rural, tienen una percepción del tiempo y de las relaciones muy diferentes, lo que incide en la capacidad de comunicarse, de contar lo que les pasa y también de percibir los cambios en el propio cuerpo.
También atendemos a comunidades originarias, que tienen un cuidado de las infancias muy particular, ya que privilegian esa etapa, así como también la tercera edad. En ese aspecto, tenemos mucho que aprender de ellos. Por otra parte, tienen una relación con el ambiente extremadamente fuerte y mucho conocimiento sobre plantas, alimentación, agua. Frente a eso, nuestro equipo tiene una actitud de aprendizaje más que de intentar sugerir algo en ese aspecto.
En concreto, los problemas de salud que vemos están influenciados por la edad de las personas que recibimos, los hay crónicos y aquellos que requieren cuidados para la tercera edad. Pero también está la problemática adolescente, por el desafío que implica acompañarlos, ya que este grupo no consulta habitualmente al médico ni saca turno y, para suplir esa tendencia, contamos con algunos dispositivos de trabajo, por ejemplo en colegios.
¿Qué dificultades o desafíos la representa atender en un centro de salud donde vienen tantas poblaciones?
Los equipos de salud del primer nivel de atención trabajan con poblaciones heterogéneas y la tecnología principal es una tecnología blanda, en el sentido de que lo más importante son las conversaciones y los encuentros. En ese aspecto, la comunicación es central y el desafío más grande es tener la capacidad de poder dar cuenta de esto, dado lo complejas que son algunas problemáticas sociales. Por ejemplo, si una persona que vive en la calle tiene un problema crónico de salud, habrá una complejidad muy alta con respecto al uso de medicación y a la realización de estudios. Si un un adolescente en situación de consumo no tiene acompañamiento familiar, eso nos exige al equipo una gran tarea creativa, un trabajo artesanal para pensar cuál es el mejor plan terapéutico.
Por todo esto, creo que el gran desafío en el primer nivel se caracteriza por trabajar con una gran incertidumbre, que implica detectar si una persona tiene un problema de salud definido o está atravesando una crisis vital y solo necesita acompañamiento.
¿Cómo incide el ambiente en la salud de las personas?
Históricamente, la relación de la medicina y la salud pública con el ambiente ha sido bajo la “noción de riesgo” o la “epidemiología del riesgo”, en las que el ambiente podía enfermarnos y casi como que teníamos que defendernos de él (por ejemplo, si tomaba agua contaminada podía contraer gastroenteritis o si respiraba aire con smog, tener problemas pulmonares).
Por suerte, ahora existen investigaciones muy recientes (sobre las que realizo revisiones) que hablan de cuáles son los beneficios del contacto con la naturaleza para la salud humana. Por ejemplo, se constató que caminar en una avenida urbana no genera los mismos cambios a nivel presión arterial que caminar en un sendero natural. El contacto con las plantas, particularmente, genera un montón de cambios internos en el cuerpo: a algunos los percibimos y otros no. En el caso de los más subjetivos, hay una marcada disminución de la ansiedad, incluso hay estudios que demostraron descenso de la depresión y de la “rumiación mental”. Pero también la frecuencia cardíaca se vuelve más lenta y se siente un bienestar general por estar en un ambiente al cual pertenecemos desde siempre.
También hay estudios que muestran que el desarrollo de los niños que crecen en barrios con más densidad verde es mejor que aquellos donde la cobertura vegetal es menor. Pero ya había investigaciones famosas de la década del ’70 y del ’80 en contextos de internación que mostraban si una persona podía ver árboles por la ventana de su habitación, su recuperación era uno o dos días más rápida. Por ende, debemos prestar atención a estas cosas.
¿Qué reflexión tiene sobre la medicina en la actualidad?
Pensar en la práctica es siempre un desafío porque exige tener una visión histórica de la medicina para también tener una mirada sobre la medicina actual. Por mi formación y mi área de trabajo, me cuesta mucho pensar a la salud solo como medicina. Para mí la medicina en general es una atención individualizada, en ámbitos cerrados e históricamente muy ligada a la enfermedad. Entonces creo que la visión sanitaria es la que tiene que complementar a la visión médica, sobre todo cuando se trabaja con poblaciones.
Para pone un ejemplo rápido, ¿cuál sería la diferencia entre una atención más médica individual a una atención sanitaria colectiva? Si yo atiendo a una persona con hipertensión, por supuesto le voy a recomendar que tenga una dieta baja en sodio y a esa intervención la voy a hacer en el consultorio. Pero si tengo una visión sanitaria colectiva puedo generar, como en muchos lugares, una ordenanza local que regule la cantidad de sal que las panaderías colocarían en el pan que fabrican. Y el impacto de una medida colectiva es muchísimo más extenso que en una atención más individual. Y quiero recordar que nuestro centro de salud tiene 8.000 personas a cargo, por lo tanto, tenemos que pensar colectivamente.
* Dr. José María Ali-Brouchoud. Médico generalista. Miembro del equipo de salud del Centro de Salud San Francisco III de la ciudad de Bariloche, provincia de Río Negro.
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