Concurre al consultorio por primera vez un niño de 5 años que es traído a la consulta por su madre por tumefacción palpebral. Según la madre, el cuadro comienza hace 2 días cuando el niño se despierta con el ojo "hinchado". Consulta a un pediatra quien le dice que probablemente sea una picadura de algún insecto ya que el día anterior habían estado en el campo y es medicado con una pomada local con corticoides y amoxicilina por boca. Según la madre el niño no evoluciona bien, ya que se acentúa la tumefacción palpebral desde hace 12 horas presenta fiebre y además se queja de dolor e imposibilidad de abrir el ojo.
De acuerdo al interrogatorio es un niño sano, sin antecedentes perinatales de importancia, cuyos únicos problemas son "resfríos a repetición y episodios de otitis" que han requerido consultas con un otorrinolaringólogo y medicación antibiótica en varias oportunidades.
Al examen físico, se advierte una severa tumefacción palpebral eritematosa con importante edema y una secreción nasal bilateral mucopurulenta (ver foto)
Foto: Tumefacción y edema palpebral
Al levantar el párpado se aprecia congestión conjuntival, quemosis y secreción purulenta. La movilidad ocular esta disminuida, el niño manifiesta dolor al intentar movilizar el globo ocular y disminución de la visión en ese ojo por lo que se diagnostica una celulitis orbitaria.
Es necesario tanto para el pronóstico como para la terapéutica dividir esta patología en dos tipos. Un recuerdo anatómico previo facilitará la comprensión de su patogenia.
El contenido orbitario se encuentra protegido por el llamado septum o tabique orbitario que resulta de la prolongación del periostio desde el reborde orbitario hasta el palpebral. Este septum delimita pues, 2 áreas: la preseptal y la postseptal.
Existen varios factores anatómicos de importancia patogénica. El primero de ellos es la estrecha continuidad entre las órbitas y los senos paranasales. Sólo una débil pared las separa de las celdillas etmoidales lo que explica la frecuente asociación entre sinusitis y celulitis orbitaria.
Las particularidades del sistema del drenaje son también de importancia, ya que estas confluyen detrás de la orbita en el seno cavernoso. Estas venas no tienen valvas, lo que permiten el flujo bidireccional facilitando aun más la propagación de cualquier proceso al seno cavernoso.
También es importante señalar que la piel fina que recubre el párpado y la ausencia de grasa facilitan la acumulación en forma rápida de cualquier proceso inflamatorio a nivel preseptal.