Trabajos con intervención
El autor aclara que entre los estudios clínicos con resultados adversos sobre los efectos de los antioxidantes se hallan el Heart Outcomes Prevention Evaluation (HOPE) y el del Gruppo Italiano per lo Studio della Sopravvivenza nell'Infarto Miocardico (GISSI). Un subestudio del HOPE, el Study to Evaluate Carotid Ultrasound Changes in Patients Treated With Ramipril and Vitamin E (SECURE), ninguno comprobó que la vitamina E posea efectos preventivos en la progresión de la aterosclerosis carotídea, evaluada por ecografía, mientras que el inhibidor de la enzima convertidora de angiotensia (IECA) ramipril tuvo un efecto protector.
Otro estudio, dice, el Antioxidant Supplementation for Atherosclerosis Prevention (ASAP), comprobó que las vitaminas E y C administradas en forma aislada no retardaron la progresión de la aterosclerosis carotídea, pero sí cuando fueron administradas en forma simultánea. Sin embargo, con el tratamiento combinado (vitamina C: 250 mg/día, E (600 mg/día) y el ß caroteno (20 mg/día) no siempre se obtiene la misma respuesta, como sucedió en el Heart Protection Study, con una muestra de 20.000 personas con alto riesgo de eventos cardiovasculares.
Sin embargo, el autor menciona que hay otras modalidades terapéuticas que tienen efectos antioxidantes y que han probado brindar resultados más positivos. Los dos tratamientos que han demostrado prevenir los eventos cardiovasculares son las estatinas y los IECA. Ambos inhiben la NADPH oxidasa y, por lo tanto, evitan la formación de ROL, lo cual puede ser una estrategia efectiva para tratar de neutralizarlos, luego de su formación (el mecanismo de acción de las vitaminas E y C).
Antioxidantes e hipertensión en los seres humanos
La mayor producción de superóxidos y peróxido de hidrógeno también ha sido comprobada en pacientes con hipertensión no tratada, y los niveles de peróxido de hidrógeno en el plasma se correlacionan con el aumento de la presión arterial. Los linfocitos de los sujetos hipertensos tienen mayor producción de ROL, la cual puede ser atribuida a la actividad de la NADPH oxidasa. Los estudios sobre antioxidantes en pacientes hipertensos muestran resultados mixtos. Se ha comprobado que la administración intravenosa de vitamina C y glutatión disminuye la presión arterial en forma aguda en los pacientes hipertensos, y algunos estudios han informado sobre el efecto antihipertensivo de su administración crónica.
Sin embargo, dice el autor, otros estudios no han podido confirmar lo mismo. Los efectos de las vitaminas E y C sobre la presión arterial han sido investigados mediante el monitoreo ambulatorio. La administración diaria de 300 mg de vitamina E a 142 pacientes hipertensos durante 12 semanas no tuvo un efecto significativo sobre la presión arterial ambulatoria y, la administración diaria de 500 mg de vitamina C a 40 hipertensos ancianos durante 3 meses produjo una caída pequeña (2 mm Hg) pero significativa de la presión sistólica.
Existen al menos 2 trabajos aleatorizados sobre los efectos de la coenzima Q10 (otro antioxidante) sobre la presión sanguínea. En uno, se trato en forma aleatorizada a 59 pacientes hipertensos, con 60 mg diarios de coenzima Q10 o vitamina B (placebo); luego de 8 semanas, la presión arterial clínica fue 14/7 más baja en el grupo tratado. En el otro trabajo, 83 pacientes con hipertensión sistólica aislada fueron tratados con la misma dosis de Q10 coenzima que en el estudio anterior, durante 12 semanas. La reducción media de la presión arterial fue 17,8/7,3 mm Hg.
La mayor producción de ROL en la hipertensión puede, en alguna medida, ser revertida controlando la hipertensión con IECA, bloqueantes ß y bloqueantes de los canales de calcio; por otra parte, dice el autor, se ha demostrado que los IECA tienen propiedades antioxidantes in vitro. El carvedilol, dice, combinado con bloqueantes a y ß, disminuye la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad en los pacientes hipertensos.
Otros antioxidantes y las enfermedades cardiovasculares
Según Pickering, "Otro antioxidante que ha comenzado a despertar interés es el licopeno, la forma más acíclica y potente de los ß carotenos. No solo es resistente a la cocción, sino que también tiene mayor biodisponibilidad en los alimentos procesados que en los tomates frescos, donde abunda. "En el estudio finlandés Kuopio Ischemic Heart Disease Risk Factor se comprobó que los hombres con menor cantidad circulante de licopeno tenían un grado más avanzado de aterosclerosis carotídea."
Otro grupo importante de antioxidantes es el de los flavonoides, presente en diversos vegetales como las uvas, el vino tinto, el té, el brócoli, las cebollas y las manzanas. Químicamente son polifenoles, con capacidad para captar ROL, y pueden inhibir la peroxidación de los lípidos a través de la quelación de los iones metálicos de transición o su acción como antioxidantes con capacidad para romper cadenas. La quercetina es un flavonoide que compone hasta el 60% del consumo total. En las ratas, el agregado de quercetina a la dieta previno la hipertensión y el daño vascular relacionado.
Conclusiones
De acuerdo con estos antecedentes, el autor concluye que en la actualidad no existe justificativo para aconsejar a nuestros pacientes el consumo de antioxidantes en forma sistemática, ya sea para descender su presión arterial o evitar sus consecuencias.
Pickering afirma que la situación fue bien resumida por el American College of Cardiology de la American Heart Association, quienes establecieron que "la recomendación más prudente y científicamente aceptable para la población general es consumir una dieta balanceada, compuesta sobre todo por frutas, vegetales y granos ricos en antioxidantes" En otro pasaje, el informe dice: "los datos sobre la eficacia y seguridad de trabajos aleatorizados sobre el agregado de vitamina E a la dieta impiden que se recomiende su uso en forma sistemática para la población general.