Patogénesis y prevención

La infección de la herida quirúrgica

Tanto la planificación preoperatoria como la técnica intraoperatoria se han vuelto importantes en la prevención de las infecciones quirúrgicas.

Autor/a: Dres. Aasen AO, Barie PS, Faist E, Ford HR

Fuente: Surg Infect (Larchmt). 2002;3 Suppl 1:S99-102

Indice
1. Prevención de la IHQ en el quirófano
2. Terapia antibiótica preventiva
3. Preparación intestinal con antibióticos orales
4. Aumento de las defensas del huésped
5. Desarrollo
6. Bibliografía

La prevención en el quirófano comienza con la preparación de la piel del sitio a operar. El mismo es limpiado con clorhexidina o povidona iodada [1]. El alcohol isopropílico tiene excelentes cualidades antisépticas pero no es deseable debido a su inflamabilidad en un medio ambiente en donde es común el uso del electrocauterio. Se debe dejar que la povidona iodada se seque antes de hacer la incisión para permitir un óptimo efecto antiséptico.

Convencionalmente se requiere el uso de gorros, batas, máscaras y guantes quirúrgicos estériles. Se ha documentado que el uso de dos guantes previene la llegada de sangre a las manos del cirujano y es deseable para prevenir los riesgos de la infección llevada por la sangre del profesional [14]. Probablemente también reduce el riesgo de contaminación del sitio quirúrgico por bacterias provenientes de las manos del cirujano. El descubrimiento de sangre  y fluidos en la bata quirúrgica, especialmente en los antebrazos del cirujano, aumenta el pasaje de microbios a través de la ropa. Similarmente, los campos húmedos sobre el paciente pueden permitir el pasaje de bacterias dentro del área quirúrgica provenientes de otras áreas no preparadas. Las batas y los campos que se han mojado deben ser reemplazados. Áreas amplias de piel preparada, alrededor del sitio propuesto para la cirugía reducirán el riesgo de avance microbiano dentro de la zona de la incisión si las toallas y los campos se humedecen.

La esterilización de los instrumentos con gas, después de una completa limpieza de cualquier partícula de materia es obviamente importante para el control de la infección. Un adecuado inventario del instrumental debería minimizar la necesidad de una rápida esterilización por vapor de instrumentos caídos o contaminados durante el procedimiento.
Los campos plásticos adhesivos no impregnados deben ser evitados en las operaciones limpias. Al menos 2 estudios distintos han identificado un incremento en la tasa de IHQ de heridas limpias con su uso [12,15]. Se ha especulado que la acumulación de humedad en el espacio confinado por debajo del campo plástico permite una proliferación microbiana acelerada y puede aumentar las bacterias asociadas con la piel en el sitio quirúrgico. Existen datos inadecuados con respecto a los campos plásticos cargados con antibióticos. No obstante, los campos plásticos pueden aún tener una valiosa función de barrera cuando se va a confeccionar un estoma segregante en la pared abdominal por una nueva herida quirúrgica.

Deben considerarse estrategias intraoperatorias para reducir los efectos adyuvantes en el sitio quirúrgico que incrementarán los riesgos de infección. Los tejidos blandos deben ser manejados gentilmente para evitar aplastamientos que pueden resultar en necrosis tisular e incrementar los riesgos de IHQ.

Llevar a cabo la hemostasia en el sitio quirúrgico es importante pero el proceso de controlar el sangrado puede, en sí mismo, aumentar la tasa de infección de la herida. La hemoglobina dentro de los tejidos blandos o dentro de la cavidad de la herida se transforma en un potente estímulo para la multiplicación microbiana y la infección. Sin embargo, el uso demasiado exuberante del electrocauterio deja tejidos necróticos que pueden ser responsables de infección en el sitio quirúrgico.

El material de sutura en la herida también puede aumentar las tasas de IHQ. Cuando se utiliza seda trenzada para la hemostasia o para la aproximación de los planos tisulares, el número de bacterias necesarias para causar una infección se reduce. Por lo tanto, la posibilidad de una infección es más grande cuando se usa seda trenzada que cuando se emplea material de sutura absorbible. Por esa razón, este material es preferido. No deberían usarse suturas de seda en las fascias. Si se emplea una sutura permanente para el cierre de las fascias, debe elegirse las alternativas en monofilamento. La hidrólisis en la superficie de la sutura absorbible permite que las células fagocíticas accedan a los microbios sobre la superficie, mientras se preserva la fortaleza tensil por la duración necesaria de tiempo. En cabeza y cuello, vía aérea y tracto genital femenino, el uso de alternativas absorbibles evita los granulomas que se ven con las suturas de seda.
Aunque no hay evidencia clínica que sugiera que las suturas causan infección, es ampliamente aceptado que las mismas pueden brindar un puerto seguro para la colonización de bacterias.

Las suturas antibacterianas han sido recientemente elaboradas para inhibir los patógenos más comunes causantes de IHQ por colonización de la sutura. La prevención de la colonización vuelve a la sutura neutral y potencialmente elimina uno de los factores contribuyentes para la IHQ. Sin embargo, las suturas antibacterianas no han demostrado que reducen la tasa de infección. Un ensayo controlado, randomizado de más de 100.000 pacientes sería necesario para recolectar datos suficientes que apoyen el reclamo de reducción de la infección; incluso así, dado el número de factores que contribuyen a la infección, la probabilidad de aislar a la sutura como la variable responsable por la reducción de la tasa de infección podría ser imposible.

También es deseable evitar espacios muertos dentro de la herida quirúrgica. Esto es particularmente importante en el paciente obeso. El uso de drenajes aspirativos cerrados en las heridas quirúrgicas de pacientes obesos previene la acumulación de fluidos tisulares en las porciones declives de la herida y puede reducir la tasa de infección. El drenaje debe salir por una contrabertura y no por la misma incisión quirúrgica. Los drenajes pasivos (por ejemplo Penrose) no deben ser usados.

Cuando el sitio quirúrgico está severamente contaminado o francamente sucio, la piel y tejidos subcutáneos deben ser dejados abiertos para manejo tópico postoperatorio [16]. El manejo de las heridas abiertas permite el cierre primario retardado hasta el 4° día postoperatorio, pero dicho cierre debería ser intentado sólo si la herida permanece limpia. En todos los otros casos, el cierre de esas heridas contaminadas por segunda intención es preferible. El empaquetamiento de la herida abierta se cree generalmente que evita los riesgos potenciales de una infección fascial necrotizante. Sin embargo, la ventaja de dejar las heridas abiertas recientemente ha sido desafiada en casos especiales de apendicitis perforadas [17].

El riesgo de infección de la herida es generalmente determinado por eventos pre e intraoperatorios. Poco en el período postoperatorio podrá cambiar esto. Se colocan apósitos estériles sobre la herida pero la matriz de fibrina se deposita rápidamente en la interfase de la misma y esto crea un sellado biológico que es escasamente afectado por el material quirúrgico de recubrimiento superficial. Los ungüentos tópicos en la superficie de la incisión cerrada tiene un pequeño papel en la prevención de la IHQ.