Una afección frecuente

Evaluan la utilidad de los agentes cerumenoliticos

Ensayo para evaluar las propiedades del agua estéril, el bicarbonato de sodio y un cerumenolítico como solventes otológicos.

Autor/a: Dres. Keane EM, Wilson H, McGrane D y colaboradores

Fuente: Br J Clin Pract. 1995 Mar-Apr;49(2):71-2.

Introducción

La acumulación de cerumen en los oídos es la afección ótica más frecuente. El canal auditivo externo está dividido en dos partes; los dos tercios laterales representan la porción cartilaginosa y el tercio medial, la porción ósea. La piel que recubre la porción cartilaginosa tiene un tejido subcutáneo bien desarrollado, con folículos pilosos y glándulas sebáceas y ceruminosas. El cerumen consiste en la combinación de las secreciones de ambos tipos de glándulas, junto con las células epiteliales descamadas. Dado que migra en dirección lateral, el cerumen cumple funciones de autodepuración y de protección. Es normalmente secretado en la piel, donde se deseca y desaparece, removiendo polvillo y destruyendo bacterias y hongos. La humedad del cerumen está determinada por alelos autosómicos, por lo cual la formación de tapones oclusivos no está asociada con la higiene personal sino que es una afección constitucional que no se puede prevenir.

La acumulación de cerumen tiene diversas consecuencias: interfiere con la evaluación profesional de la membrana timpánica, puede ocasionar un déficit auditivo, provocar incomodidad y hasta vértigo si contacta con la membrana timpánica, y contribuir al desarrollo de una infección. Si el cerumen impacta en el canal externo, debe ser removido para evitar estas complicaciones.

La remoción de un tapón ceroso es un procedimiento común; los médicos generalistas, realizan en promedio esta maniobra casi dos veces por semana. Cuando el cerumen es duro u ocluye completamente el conducto externo, la irrigación puede facilitarse mediante el empleo previo de gotas óticas.

Los autores dan cuenta de una encuesta postal realizado por Sharp y col. entre 312 médicos generalistas a cargo de una población de 650 000 personas, para determinar cuáles eran los métodos de remoción que empleaban y la incidencia de complicaciones asociadas. Los resultados mostraron que el 95% de los médicos removían la cera del oído mediante irrigación, que el motivo más frecuente para realizar dicho procedimiento eran los problemas auditivos y que la remoción del cerumen oclusivo mejoraba la audición en un promedio de 5 dB. Los investigadores encontraron un índice de complicaciones muy bajo (1/1 000, con 44 000 irrigaciones óticas anuales). Recomendaron la administración de un solvente para el cerumen durante 7 días, para luego realizar la irrigación y una posterior reinspección del conducto auditivo externo.

Las complicaciones de la irrigación ótica son: el fracaso en la remoción del cerumen, dolor, incomodidad, vértigo, otitis media o externa, y perforación de la membrana timpánica. O sea que no sólo representa una demanda de tiempo adicional para el médico, sino que además es una fuente de incomodidad para el paciente, no exenta de efectos colaterales. Los autores consideraron la necesidad de reducir en forma significativa la cantidad de pacientes que requiriesen irrigación ótica; por lo tanto, el propósito de su estudio fue determinar el índice de expulsión natural del cerumen ótico y evaluar si los solventes otológicos podrían ser capaces de romperlo y dispersarlo en forma suficiente como para permitir su expulsión natural.

Métodos

Se realizó un ensayo de 5 días de una única fase, aleatorio, con un método clínico controlado y doble ciego. Se realizaron estimaciones iniciales con respecto a los oídos comprometidos. En el momento de reexaminarlos, los hallazgos otoscópicos fueron divididos en: cerumen impactado en el canal externo, canal externo moderadamente limpio, y canal externo completamente limpio.
De los 113 pacientes que comenzaron el ensayo de 5 días, lo completaron 97. Estos participantes presentaban compromiso otológico unilateral o bilateral. Esto representó un total de 155 oídos comprometidos, que fueron divididos al azar en cuatro grupos. Según los criterios de exclusión no se incluyó a los sujetos con patología conocida del canal auditivo externo o la membrana timpánica, ni a los que ya estaban en tratamiento con gotas óticas.

Solventes

Las preparaciones actualmente disponibles para realizar irrigaciones óticas, pueden ser divididas en dos grupos: las oleosas, que ablandan el cerumen por disolución, y las que se basan en sistemas acuosos, que facilitan la mezcla del cerumen con el agua. Los estudios in vitro demuestran que estas últimas rompen el cerumen, en tanto que las oleosas no; de todos modos, utilizar estudios in vitro aislados únicamente resulta inadecuado para demostrar la eficacia clínica de las preparaciones.

Los autores realizaron este estudio para determinar la factibilidad de reducir significativamente el número de pacientes que requieren una irrigación ótica, y para comparar los índices de expulsión natural del cerumen ante los dos solventes, oleosos y acuosos. Se utilizó un cerumenolítico como solvente oleoso y bicarbonato de sodio como solvente acuoso.

Los 97 pacientes (155 oídos) fueron divididos aleatoriamente en cuatro grupos: 24 pacientes (38 oídos), grupo control, no recibieron tratamiento; 24 pacientes (38 oídos) fueron tratados con agua estéril; 25 pacientes (39 oídos) recibieron gotas óticas de bicarbonato de sodio; y 24 pacientes (40 oídos) recibieron el cerumenolítico.
Luego del período de los 5 días correspondientes al ensayo, en los cuales las gotas fueron administradas por personal de enfermería, cada oído fue reexaminado por el mismo observador y el conducto auditivo externo se clasificó como impactado, moderadamente limpio o completamente limpio.

Resultados

Según los autores, al cabo de 5 días el 32% de los oídos en el grupo control se hallaban moderadamente o completamente limpios (lo cual se explicaba por la expulsión natural del cerumen). Las gotas de agua estéril limpiaron el canal externo en más del 50% de los casos, el bicarbonato de sodio algo menos, el 46%, y el cerumenolítico el 60%. Los porcentajes de conductos auditivos completamente limpios luego del ensayo y que, por lo tanto, no requerían irrigación fueron del 5.3% en el grupo control, del 21% en el grupo de las gotas de agua estéril, del 20.6% en el de bicarbonato de sodio y del 22.5% en el del cerumenolítico. Desde un punto de vista estadístico, se observaron modificaciones significativas de los valores correspondientes a las tres preparaciones en evaluación, con respecto al grupo control, en lo que respecta a la limpieza total del canal auditivo. El cerumenolítico también mostró una diferencia significativa con respecto al grupo control, en la limpieza moderada del canal auditivo.
Sin embargo, los autores no encontraron diferencias significativas en la limpieza del oído entre las tres preparaciones: el cerumenolítico, el bicarbonato de sodio y el agua estéril. 

Análisis

Los autores pudieron demostrar, en un ensayo de 5 días, que la expulsión natural del cerumen de un canal auditivo externo impactado ocurre hasta en un tercio de los casos. También encontraron que los solventes para el cerumen disminuyeron significativamente el número de oídos que requerían una irrigación ótica, dado que habían roto el cerumen y permitido su expulsión natural en un 50% de los oídos impactados. 
El estudio incluyó un cerumenolítico, bicarbonato de sodio y agua estéril para demostrar su capacidad, con respecto a un grupo control que no recibía tratamiento, de dispersar el cerumen ótico completamente y permitir su expulsión natural. La aceptación de los pacientes fue excelente y no se registraron casos de irritación ni de sensibilidad de contacto.