Infecciones oculares

Tratamiento de las infecciones oculares causadas por Clamidia

El presente estudio resalta cuales son las nuevas estrategias y tratamientos empleados en oftalmología.

Autor/a: Dres. Kalayoglu MV, Pavan-Langston D, Miller JW.

Fuente: Int Ophthalmol Clin. 2004 Summer;44(3):135-46.

Las infecciones causadas por clamidia son unas de las más comunes en todo el mundo. Existen tres especies que causan infecciones en humanos: la C.trachomantis, C. pneumoniae y C. psittaci. La C. psittaci proviene de los pájaros y puede conducir a una psitacosis, enfermedad febril que se caracteriza por neumonitis y manifestaciones sistémicas. La C. trachomatis y pneumoniae se transmiten de humano a humano. La Clamidia trachomatis se trasmite sexualmente y causa cerca de cuatro millones de infecciones por año y 25.000 casos de infertilidad en los Estados Unidos. El patógeno es el agente etiológico del tracoma, una de las principales causas de ceguera que puede prevenirse, que afecta 150 millones de personas en todo el mundo y ha dejado ciegos a 6 millones de individuos. La clamidia pneumoniae causa una infinidad de enfermedades de las vías respiratorias incluyendo faringitis, sinusitis y bronquitis. También afecta el tracto respiratorio inferior y es responsable de un cuarto de las neumonías. Recientemente, también se ha descubierto que es un factor de riesgo de arteriosclerosis.

Las clamidias son pequeños organismos intracelulares dependientes de la célula huésped para su replicación y sobrevida prolongada. Su ciclo de vida permite al patógeno producir infecciones persistentes, escapando a los procesos inmunológicos y causando además inflamaciones crónicas. Además, las reinfecciones son comunes ya que no se desarrolla inmunidad a largo plazo. En oftalmología, estas características han permitido que las clamidias causen un amplio espectro de enfermedades, desde la conjuntivitis folicular hasta el tracoma, a menudo con secuelas de ceguera. Sigue siendo difícil diagnosticarla con exactitud y aunque existen varios antibióticos para tratar la infección, con altos índices de curación sigue existiendo la infección crónica.

Hay una variedad de antibióticos para tratar las infecciones  causadas por clamidia. Estos organismos son susceptibles a las sulfonamidas, tetraciclinas, fluorquinolonas, rifampicina y derivados, y macrólidos. Muchos de estos antibióticos, sobre todo los macrólidos y tetraciclinas han mostrado un alto índice de curaciones en el tratamiento de la conjuntivitis de inclusión en neonatos y adultos. Sin embargo, en el tratamiento de tracoma la cura microbiológica desciende a menos del 80% y los índices de curación clínica pueden ser de tan solo 10 a 20%.

Pueden realizarse varias generalizaciones en el tratamiento de las infecciones oculares por clamidia. En primer lugar, es más necesario el tratamiento sistémico que el local al tratar la conjuntivitis de inclusión en adultos, ya que el patógeno puede estar alojado en el aparato genital del paciente. Del mismo modo, en los recién nacidos, el organismo puede encontrarse en el tracto respiratorio inferior y debe ser tratado en forma sistémica. Los pacientes tratados sistémicamente no necesitan ser tratados en forma local.

En segundo lugar, deben tratarse las parejas sexuales del paciente infectado. En tercer lugar, puede hacer falta la repetición del tratamiento ya que los índices de curación clínica son moderados, en especial en el tratamiento de infecciones crónicas.

Finalmente, son preferibles los antibióticos que alcanzan niveles tisulares sostenidos, alta penetración intracelular, baja resistencia microbiana y que requieren dosis poco frecuentes. Por todo esto, la azitromicina es el tratamiento más utilizado para las infecciones por clamidia, inclusive contra el tracoma.

Las sulfonamidas se utilizan poco para tratar estas infecciones, en parte porque no son efectivos contra infecciones coexistentes como ser la Neisseria gonorrhoeae. Además los últimos estudios in vitro indican que la C. pneumoniae no e susceptible a estos antibióticos.

Las tetraciclinas continúan utilizándose en las infecciones oculares por clamidia,  con preferencia de la doxiciclina por sus dos dosis diarias, menores efectos colaterales y mayor seguridad en caso de insuficiencia renal. Sin embargo, el tratamiento es prolongado y puede suceder que no se cumpla con la administración completa del antibiótico. Además, existen altas tasas de reinfección en zonas endémicas e hiperendémicas.

Las fluoroquinolonas son bien absorbidas en forma oral y tienen una buena penetración tópica. Sin embargo, existe la posibilidad de que se desarrolle resistencia. Lo mismo ocurre con las ansamicinas (rifamicina y compuestos asociados).

Existen nuevos antibióticos que logran mayores concentraciones intracelulares, menores MICs (concentraciones inhibitorias mínimas) y mejor biodisponibilidad. Uno de estos fármacos es el rifalazil, altamente efectivo in vitro en el tratamiento de patógenos intracelulares incluyendo las clamidias. La garenoxacina, una nueva fluoroquinolona con una MIC 10 veces menor en relación con la levofloxacina y la ciprofloxacina, es también muy prometedora. Asimismo, se están desarrollando nuevas fórmulas de drogas existentes, tales como la azitromicina de liberación prolongada.

¿Es posible utilizar esteroides tópicos para tratar la secuela inflamatoria de la infección por clamidia? Los esteroides solos prolongarían la infección o inducirían a una infección persistente. Además, pueden exacerbar o reactivar las infecciones  oculares herpéticas que son comunes en algunas comunidades con tracoma endémico. Sin embargo, puede ser beneficiosa la utilización razonable de esteroides utilizados junto con antibióticos, especialmente, dado que la secuela de ceguera de la infección se debe a la inflamación, más que a la citotoxicidad directa. En general, existen pocos trabajos que estudien el uso de esteroides con antibióticos en el tratamiento de la enfermedad ocular crónica  causada por clamidia.

Luego de cuarenta años de investigaciones, aún no existe una vacuna contra la clamidia. Sin embargo, el descubrimiento del genoma de la clamidia significa un gran avance para encontrar una vacuna efectiva.

Conclusiones:

La infección ocular por clamidia sigue siendo una importante causa de enfermedades oculares, con secuelas que van desde la conjuntivitis leve a la ceguera. Además la C. pneumoniae ha sido asociada con una serie de desórdenes intraoculares y  puede constituir un factor significativo en la patogénesis de dichos desórdenes. Estos pequeños patógenos intracelulares son difíciles de diagnosticar, y su ciclo de vida único puede permitirles causar infecciones persistentes. Además, no se observa el desarrollo de inmunidad luego de la infección, por lo cual son comunes las reinfecciones. Peor aún, existen nuevas evidencias que indican que la clamidia puede desarrollar resistencia a los antibióticos en ciertas condiciones. Por lo tanto, aunque existen una cantidad de antibióticos para tratar la clamidia, la dosificación y el tipo de antibiótico que se necesita para el tratamiento de infecciones crónicas sigue sin determinarse con  exactitud. Las investigaciones sobre la patogénesis de las infecciones oculares por clamidia contribuirán a desarrollar nuevas estrategias terapéuticas, tales como antibióticos, combinaciones de antibióticos, sistemas de administración y vacunas.