Durante los años recientes su frecuencia se ha incrementado en los niños. La onicomicosis es más prevalente en niños y adolescentes por la frecuente exposición al hongo en el medio ambiente el cual tiene una alta densidad de hifas y esporos infectantes (piletas de natación). El uso de zapatos cerrados, traumatismos en los pies durante actividades deportivas y tinea asociada son factores predisponentes para onicomicosis. Los miembros de la familia afectados pueden considerarse como fuente de infección. La incidencia creciente de onicomicosis también puede estar ocasionada por el uso extendido de antibióticos sistémicos, quimioterapia y otros agentes inmunosupresores.
Este estudio se llevó a cabo para estimar la frecuencia de infecciones ungueales causadas por hongos en niños y adolescentes (0-18 años), atendidos en el departamento de dermatología desde 1993 hasta el año 2002, el estudio de la etiología y la clínica en pacientes pediátricos. El estudio se basó en los datos obtenidos de 2320 niños y adolescentes en los que se sospechaba infección fúngica superficial. En todos los casos, el diagnóstico se basaba en las características clínicas, microscopía directa, y cultivo en agar Sabouraud, DTM (medio para dermatofitos), y medio de Christensen.
Las micosis superficiales se confirmaron con examen micológico en 500 niños y adolescentes; 99 (19.8%) de ellas eran onicomicosis. Las infecciones de las uñas de los dedos se diagnosticaron en 52 casos (10.4%), predominantemente estaban involucrados niños menores de tres años. El patógeno aislado con más frecuencia fue Cándida Albicans. Las infecciones de uñas de pies se diagnosticaron en 47 pacientes (9.4%). La frecuencia de estas entidades fue similar en ambos sexos; la incidencia se incrementaba progresivamente con el aumento de la edad. En adolescentes (16-18 años), esta entidad representaba el 20.9 % de todas las micosis superficiales, mientras que en niños (0-15 años) era sólo del 6.3 %. El Trichophytom Rubrum fue el agente etiológico más común en las infecciones de uñas de los pies -18 casos (36.8%), seguido por el T Mentagrophytes variedad Interdigitale y T Mentagrophytes variedad Granulosum. La mayoría de las infecciones ungueales por hongos estaban caracterizadas clínicamente por compromiso distal y lateral de la uña.
En contraste con la población adulta, la onicomicosis se considera poco común en niños. Varios estudios muestran una prevalencia de onicomicosis que varía de 0 % al 2.6 %. En este estudio, la onicomicosis representó casi el 20 % de las micosis superficiales diagnosticadas en menores de 18 años. Esta observación indica que las infecciones fúngicas ungueales en niños y adolescentes no son tan raras como se pensaba.
La onicomicosis de uñas por Cándida se observó más comúnmente en niños menores de tres años. La mayoría de las infecciones de uñas de pies correspondieron a dermatofitos. El T. Rubrum fue el dermatofito aislado con mayor frecuencia en infecciones de manos y pies. La Cándida Albicans fue el agente etiológico más comúnmente aislado en infecciones de uñas de las manos. No hubo casos de distrofia total por onicomicosis, en la mayoría de los casos el proceso de destrucción de la lámina ungueal no fue intensivo. Esto puede explicarse por el grado de crecimiento de las uñas de los niños que, se sabe, es mayor que en los adultos. Se encontró onicomicosis asociada a Tinea Pedis en el 15 % de los pacientes y el agente etiológico eran los Dermatofitos, en todos los casos. La coexistencia de onicomicosis y Tinea Pedis ha sido enfatizada por numerosos autores, con una frecuencia reportada del 47 %. En este estudio se encontró onicomicosis en el 12 % de los padres de niños afectados, indicando que debe pensarse que los padres podrían ser fuentes de infección posible.
La creciente incidencia de onicomicosis en la edad pediátrica y la posibilidad de que ésta entidad pueda simular otras condiciones indican que ésta patología debe considerarse en el diagnóstico diferencial de los desórdenes de la lámina ungueal. El diagnóstico diferencial incluye Liquen Plano, Psoriasis, enfermedad de Darier, desórdenes inducidos por drogas entre otros. Por esta razón es esencial un diagnóstico preciso confirmado por laboratorio antes de iniciar la terapéutica.
¿Qué aporta de nuevo este trabajo?
Durante la última década se ha observado un incremento en la incidencia de onicomicosis en la niñez. Motivo por el cual resulta útil confirmar la sospecha clínica con exámenes de laboratorio (micológico) para iniciar el tratamiento adecuado y de esta manera descartar otras patologías que pueden provocar distrofias ungueales que pueden confundirse con onicomicosis.