Probable efecto antiproliferativo

Las estatinas se asocian con menor prevalencia de enfermedades tiroideas

El tratamiento crónico con estatinas se asocia con menor prevalencia de enfermedad nodular tiroidea.

Autor/a: Dres. Cappelli C, Castellano M, Agabiti Rosei E y colaboradores

Fuente: Clinical Endocrinology 68(1):16-21, Ene 2008

Introducción

Los inhibidores de la 3-hidroxi-3-metilglutaril-coenzima A (HMG-CoA) reductasa, también llamados estatinas, reducen la morbimortalidad de origen cardiovascular. Si bien estos beneficios se obtienen a través de su acción sobre los lípidos, estas drogas tienen efectos independientes de este mecanismo. Algunos estudios de diseño prospectivo sugieren que la incidencia global de cáncer es menor en los pacientes tratados con estatinas y esta reducción parece ser más pronunciada para ciertas neoplasias malignas en particular.

Los autores señalan que la información disponible sobre los efectos de estas drogas sobre las células tiroideas es escasa. Existen publicaciones que señalan que las estatinas provocan apoptosis en líneas celulares de células tiroideas neoplásicas, así como inducen cambios en la diferenciación de células procedentes de tumores tiroideos indiferenciados in vitro.

Métodos

Se seleccionó a los pacientes dislipidémicos derivados para su evaluación por el Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Brescia, Italia, entre enero y diciembre de 2005. Se consideraron criterios de inclusión: función tiroidea normal; dislipidemia en tratamiento con estatinas de manera sostenida durante al menos 5 años y ausencia de antecedentes de enfermedad tiroidea, de cáncer de cualquier órgano, de utilización de litio o de amiodarona.

También se estableció un grupo control de 137 individuos de distinta condición clínica, pero que nunca habían recibido un tratamiento con estatinas.

A todos los participantes de ambas poblaciones se les realizó una ecografía de la glándula tiroides, tanto para la búsqueda de nódulos como para el cálculo del volumen de la glándula. Asimismo, se efectuó la medición de la hormona estimulante de la glándula tiroides (TSH), de la tiroxina libre y del colesterol total.

Se efectuaron análisis estadísticos con un modelo de casos y controles y se estableció como significativo un valor de p < 0.05. Además, se aplicó regresión logística para el estudio de variables múltiples, con la inclusión de la edad, el sexo, los factores de riesgo y el uso de tratamientos concomitantes, en especial antihipertensivos.

Resultados

Durante el período considerado, se reunió un grupo de 135 pacientes en tratamiento crónico con estatinas y una segunda población de 137 sujetos como grupo de control. Se constataron pocas diferencias entre las características demográficas de uno y otro conjunto; de esta manera, entre los pacientes que recibían estatinas, se observó con mayor frecuencia la presencia de antecedentes familiares de enfermedad tiroidea, de tabaquismo y de exposición a radiaciones, aunque de manera estadísticamente no significativa.

Los autores refieren que los pacientes en tratamiento con estatinas tuvieron menor prevalencia de nódulos tiroideos que los del grupo control (odds ratio [OR]: 0.27, con un intervalo de confianza del 95%), así como menor cantidad y volumen de estas lesiones. La presencia de un nódulo único se constató en el 19% de los pacientes que recibían estatinas y en un 39% de los participantes del grupo control (p < 0.001). De la misma manera, el volumen de la glándula era menor en los pacientes en tratamiento, aun después de efectuarse el ajuste en función del volumen de los nódulos y del índice de masa corporal.

Por otra parte, los investigadores definieron 2 subgrupos de 101 participantes cada uno para efectuar una comparación caso por caso en función de la edad, del género y de los factores de riesgo. Este análisis resultó coincidente con el obtenido para ambos grupos completos.

El uso de tratamientos farmacológicos concomitantes fue mayor en los pacientes tratados con estatinas. Cuando se consideró esta variable en el análisis, no se encontró una asociación con el tamaño tiroideo, con la prevalencia de los nódulos o con el número de estas lesiones. De todos modos, los autores destacan que, al tomar en conjunto a los 2 grupos, observaron una correlación inversa entre el hallazgo de nódulos tiroideos y el tratamiento con inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina o de bloqueantes de los canales de calcio (OR: 0.341 y 0.531, respectivamente).

Al efectuarse el análisis de regresión logística que consideró como variables a la edad, el sexo, los factores de riesgo y la utilización de las drogas mencionadas, el único predictor estadísticamente significativo de la presencia de nódulos tiroideos fue el tratamiento con estatinas (p < 0.001, OR: 0.312).

Cuando se estudió cada hipolipemiante por separado, se confirmó que 104 sujetos recibían simvastatina, 29 pacientes tomaban atorvastatina, uno era tratado con pravastatina y el restante, con rosuvastatina. La prevalencia de los nódulos tiroideos no estuvo influida por la clase de estatina utilizada ni por la duración del tratamiento. Sin embargo, los investigadores señalan que la dosis del fármaco administrado fue significativamente más alta en los pacientes sin nódulos que en aquellos con una o más lesiones confirmadas (p = 0.047).

Discusión

Los autores afirman que el tratamiento crónico con los inhibidores de la HMG-CoA reductasa se asocia con menor prevalencia, número y volumen de nódulos tiroideos, así como con menor volumen de la glándula.

También señalan que la alta prevalencia de nódulos tiroideos en la población elegida como grupo control se debe a que los participantes vivían en un área de bocio endémico (Brescia, Italia), lo cual está comprobado en publicaciones previas.

Asimismo, los investigadores consideran que se eliminó adecuadamente el sesgo en la selección de casos a través del análisis de los factores de riesgo para la aparición de nódulos, sobre todo la edad y el sexo. Del mismo modo, para definir si los valores de colesterol influían sobre los resultados, los participantes de ambos grupos fueron estratificados en función del nivel de esta sustancia. Mediante esta técnica se demostró que, dentro de cada población, la prevalencia de los nódulos tiroideos fue prácticamente idéntica en los pacientes con valores de colesterol más altos y más bajos.

Los expertos mencionan que el uso simultáneo de los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina, si bien se asoció débilmente con menor prevalencia de nódulos tiroideos, no resultó un factor independiente después del análisis de variables múltiples por regresión logística. Señalan, además, que no observaron diferencias de significación estadística en las pruebas de función tiroidea en los pacientes que recibían de manera concomitante beta bloqueantes o furosemida, drogas que son capaces de alterar el metabolismo tiroideo. En cuanto a la tasa de excreción de yodo de ambos grupos, no fue considerada para su medición ya que no existían diferencias en la dieta y en el área de residencia de las 2 poblaciones estudiadas.

Así, sostienen que estos resultados son compatibles con un efecto antiproliferativo o inductor de la apoptosis in vivo del tratamiento crónico con los inhibidores de la HMG-CoA reductasa. Esta afirmación coincide con otras publicaciones en las que se observaron efectos similares in vitro en tejidos neoplásicos procedentes de la glándula tiroides. Sin embargo, en el presente trabajo no se efectuó diagnóstico histológico de las lesiones nodulares, por lo cual no resultó posible inferir la acción de las estatinas sobre la aparición o prevención del cáncer tiroideo.

Se propone como hipótesis que el mecanismo responsable de la inhibición de la proliferación celular y de la angiogénesis de las estatinas, al menos en las experiencias in vitro y en los modelos animales, se vincula con la inhibición de la generación de isoprenoides durante la biosíntesis de mevalonato. Estas moléculas se ligan a algunas proteínas asociadas a la proliferación y a la adhesión celulares.

Sin embargo, no pueden excluirse otros mecanismos independientes de acción de los inhibidores de la HMG-CoA reductasa. Así, algunos ensayos sugieren que sólo las estatinas químicamente hidrofóbicas se asocian con la prevención del cáncer tanto in vivo como in vitro. Los investigadores en este trabajo no comprobaron esta distinción sino que sostienen que el tipo de estatina utilizado no tuvo influencia en los resultados obtenidos.

Conclusiones

Los autores afirman que esta publicación es la primera información circunstancial que verifica una relación entre el uso de inhibidores de la HMG-CoA reductasa y la disminución de la prevalencia, el número y el volumen de los nódulos tiroideos. Los resultados necesitan confirmación futura, debido a la cantidad limitada de participantes, así como al diseño transversal del estudio. De todos modos, en función de la significación estadística de sus hallazgos y de los resultados de otros trabajos experimentales, los investigadores sugieren que las estatinas pueden tener utilidad terapéutica en el tratamiento de la enfermedad nodular tiroidea.