Psicólogo experto de la Universidad Andrés Bello explica que el vicio por consumir Internet puede llegar a ser tan fuerte como el alcoholismo. Si antes fueron los chat del Messenger, hoy son las visitas al Facebook y al más reciente Second Life, los sitios que por su popularidad y fuerte atracción entre los adolescentes, tienen preocupados a los especialistas.
Según un reciente manual de diagnóstico elaborado por psicólogos del Hospital Militar de Pekín (China), la adicción a Internet pasará a figurar entre los “desórdenes clínicos”, como el alcoholismo o la ludopatía. Entre los síntomas principales, estarían navegar por más de seis horas al día en vez de trabajar o estudiar, y la tensión o el enfado generados en el usuario cuando no puede conectarse a la red. Y es que destinar un par de horas a Internet no significaría mayor problema. Pero doblar y hasta triplicar esta cifra habla de una adicción, fenómeno que está creciendo día a día, especialmente entre los niños y jóvenes chilenos.
“El uso de Internet no es en sí mismo un problema, por el contrario, niños consumidores de tecnología demuestran tener más reacción a estímulos. El tema es cuando del juego se pasa al vicio. Eso puede ser tan adictivo como el alcohol”, explicó Francisco Diez Becker, director de Psicología de la Universidad Andrés Bello Concepción.
El experto aclara que se ha comprobado que los niños que se entretienen con juegos de computador desarrollan capacidades cognitivas y motrices como resultado de dicha actividad. El problema radica en la cantidad de tiempo que destinan al juego, ya que, como casi cualquier otra actividad, puede transformarse en una adicción: estado psíquico y a veces físico causado por la interacción entre un organismo vivo y un fármaco, o una actividad específica (comer, juegos de computadora, internet, sexo, etc.), caracterizado por modificaciones del comportamiento y por otras reacciones que comprenden siempre un impulso irreprimible por desarrollar dicha actividad de forma continua o periódica, a fin de experimentar sus efectos psíquicos y, a veces, para evitar el malestar producido por la privación.
Hay muchos casos, comentó, en que el menor pierde o deja de lado sus contactos, su vida social y se vuelve sedentario. Postergan sus amigos y las actividades al aire libre por estar sentados frente al computador y ven en este aparato un medio de comunicación que les permite socializar con el resto, y que a diferencia del “mundo real”, pueden controlar lo que el otro (semejante) ve de ellos, manejando a su antojo lo que quieren mostrar. Y aunque la mayoría le da un buen uso, existen ciertos perfiles más propensos a ser “viciosos virtuales”. Niños solos, con carencias afectivas, con problemas de hacer amigos y entablar relaciones, y quienes tienen poca supervisión del tiempo libre por sus padres.
Este aislamiento, además de los problemas ya citados, puede exponerlos a situaciones de riesgo; como a ser contactados por pederastas y abusadores sexuales en la red. De ahí la importancia de los padres de orientar, guiar y limitar su navegación en Internet.
Vida paralela
Muchos de estos niños crean un mundo virtual que se confunde con el real, porque en el primero tienen mayor control de sus frustraciones y miedos. Es el caso de Second Life, uno de los fenómenos de Internet más crecientes en el último tiempo. Esta especie de “vida paralela”, donde sus usuarios crean un personaje, compran, venden productos e incluso tienen las mismas actividades que ocurren en la vida real (La Teletón, por ejemplo), ha atrapado a millones de personas en todo el mundo.
Para Francisco Diez, esta adicción tendría su origen en el mayor dominio del sistema que el mundo real. “Acá puede ser un tipo apuesto, canchero; cuando tal vez es todo lo contrario. En esta virtualidad, pueden dar rienda suelta a sus fantasías, ocultar sus defectos o características físicas que los avergüenzan, cosa que no tiene nada de malo si es percibido como un juego o diversión, pero claramente preocupante cuando adquiere más importancia que el contacto ‘real’ con sus amigos o compañeros de colegio”.
Sin embargo, Chile aún tiene arraigado un importante concepto de socialización, comparado con Estados Unidos, que son sujetos cada vez más aislados. “Allá se da mucho más fuerte la relación entre ser popular y ser nerd, por ejemplo, es mucho más radical. Acá hay más contacto entre la gente, pero sí se ven estados depresivos cuando tienden a pasar más tiempo en la virtualidad.
Si bien ya es posible observar casos clínicos en que se perciben los problemas de socialización e identificación como la depresión infantil, suicidio adolescente, bullying, etc., en nuestro país no se ha llegado a las tasas o niveles registrados en países como EE.UU. o Japón, pero bien vale la pena ponerle freno.