Desarrollo
En Estados Unidos y Japón el 40-50 % de las mujeres refieren que tienen piel sensible, definida como una respuesta anormal sub-clínica ocasionada por drogas, cosméticos en ausencia de signos visibles de irritación. Los síntomas más frecuentes son: prurito, quemazón, tirantez, que afectan principalmente a mujeres. No existe un consenso internacional aceptado acerca de los criterios que definen a la piel sensible.
Existe una necesidad urgente de establecer metodologías rigurosas para estimar la calidad y severidad de la piel sensible, una condición heterogénea multifactorial.
Diferentes investigadores usaron diferentes términos para caracterizar el fenómeno de piel sensible.
Estos sinónimos incluyen los siguientes:
Irritación subjetiva: respuesta irritante sin signos clínicos visibles.
Irritación neurosensorial: respuesta neural como prurito, quemazón, tirantez.
Quimiosensorial: respuesta sensorial inducida por químicos en contraste con factores físicos, mecánicos y ambientales
Irritación psicofísica: implica un componente psicológico
Esta nomenclatura variada sugiere que el mecanismo subyacente a la piel sensible es complejo.
Jonson y Page en 1995 utilizaron cuestionarios donde interrogaron a 15.000 personas en Japon, EEUU, y Europa y propusieron la definición de piel sensible como “personas cuya piel reacciona más a insultos particulares que la mayoría de las demás personas”.
La prevalencia fue sorpresivamente mayor en mujeres, cerca del 50 %, con aproximadamente igual distribución en Europa, Japón y EEUU.
Chef y Maibach revisaron la literatura de piel sensible, resaltando la complejidad en la clasificación, identificación y mecanismos subyacentes, concluyendo que la piel sensible no es una entidad simple sino un síndrome heterogéneo. Avances recientes en técnicas de bioingeniería podrá proveer el significado objetivo para clarificar las confusiones y controversias.
Ellos usan el término”irritación subjetiva” para significar la quemazón inducida por químicos, prurito sin signos visibles.
En un reporte de 1991 Mills y Berger dividieron a las personas con piel sensible en 4 categorías:
♦ Personas con enfermedades dermatológicas crónicas como dermatitis atópica, dermatitis seborreica, rosácea, ictiosis
♦ Presentan las mismas enfermedades dermatológicas pero los signos son mínimos o atípicos. No se dan cuenta que tienen una enfermedad cutánea porque la piel parece normal. La dermatitis atópica es un ejemplo en la que la piel no involucrada muestra sólo sequedad y escasas escamas
♦ Personas normales que en el pasado experimentaron un trauma intenso como quemaduras, dermatitis de contacto alérgica e irritativa, etc. Varios años después, las áreas traumatizadas aunque normales en apariencia, serán sensibles a insultos exógenos.
♦ Categoría 4 personas que no encuadran en ninguna de las anteriores, pero refieren sensaciones anormales, desagradables. Este grupo conforman la definición más frecuente de piel sensible.
Mill y Berger propusieron una variedad de tests para caracterizar la piel sensible incluyendo: baños con jabones, flushing inducido por el vino tinto, estimación de la secreción sebácea, establecer la dosis de mínimo eritema a la radiación ultravioleta, infección por Demodex, etc.
Piel sensible no es lo mismo que piel hiperirritable.
Los autores esperan que éstos estudios preliminares sirvan de base a los investigadores para profundizar en el terreno de la piel sensible.
¿Qué aporta a la práctica dermatológica?
La piel sensible es un motivo de consulta frecuente en la práctica dermatológica y muchas veces de difícil solución. Este artículo intenta realizar una revisión de diferentes autores acerca de éste tema tan controversial, ya que actualmente no existe ningún consenso internacional que defina los criterios de piel sensible.
♦ Comentario y resumen objetivo: Dra. Geraldina Rodriguez