Blefaritis

Eficacia de la azitromicina oftálmica en casos de blefaritis

Evaluación de los efectos de cuatro semana de tratamiento con azitromicina oftálmica 1% en ojos con síntomas de blefaritis.

Autor/a: Dres. Reza M. Haque, MD, PhD, Gail L. Torkildsen, MD, Kurt Brubaker, BS, Richard C. Zink, PhD, Regis P. Kowalski, MS, Francis S. Mah, MD & Stephen C. Pflugfelder

Fuente: Cornea 2010;29:871–877

La blefaritis es una patología inflamatoria ocular crónica con una etiología compleja. La Academia de oftalmología clasificó la patología en anterior o posterior según afecte primariamente la región de las pestañas o los orificios de las glándulas de Meibomio, respectivamente. Sin embargo, no son excluyentes y generalmente se presentan juntas por la proximidad de las zonas involucradas.

Las 30-40 glándulas del párpado superior y entre 20 y 40 del inferior secretan meibomio, que forma la capa exterior de la película lacrimal y que, según la teoría  tiene cuatro funciones: reducir la evaporación de la película lacrimal, prevenir el desborde por los párpados, prevenir la contaminación de la película y sellar los párpados entre sí durante el sueño. La inflamación crónica del párpado puede causar cambios anatómicos en éste y la posterior inflamación de las glándulas de meibomio. Estos cambios anatómicos pueden traducirse en menor calidad de las secreciones glandulares y de no tratarse puede provocar daños en la superficie ocular. Los signos y síntomas de la patología incluyen: disfunción de las glándulas de meibomio, enrojecimiento del borde de los párpados, enrojecimiento de la conjuntiva, costras en el párpado y/o pérdida de pestañas, hiperqueratinización del párpado, lagrimeo, irritación ocular y de los párpados, ardor y picazón.

Queda claro que aún no se comprende en su totalidad la etiología y patología de la blefaritis.  Por lo tanto, no resulta sorprendente que aún no haya un tratamiento aprobado por la FDA para dicha afección. Tanto la rosácea como la dermatitis seborreica y la psoriasis han sido asociadas con la etiología de la blefaritis, también se vieron implicados las mismas bacterias, hongos y parásitos. Sin embargo existen estudios que han demostrado otro tipo de etiología, la de inflamación no asociada con infección.

Ya se ha observado que el síndrome de disfunción lacrimal con o sin disfunción de las glándulas de meibomio, causa inflamación de la superficie ocular demostrada por el incremento en la concentración de citoquinas y quemoquinas en las lágrimas, entre éstas factor de necrosis tumoral α (TNF α), interluquina -6 (IL-6), IL-8 y proteína inflamatoria macrofaga (MIP)-1 α.

En especial las bacterias son interesantemente sospechosas por la diversidad de la flora del párpado y la superficie ocular, considerando su proximidad. Entre los estudios publicados se ha mencionado colonización de Staphylococcus aureus, Staphylococcus epidermidis, Propionibacteruim acnes y corynebacteria en ojos con blefaritis. El vínculo entre las bacterias y la blefaritis sigue estando incompleto en la literatura. Por lo tanto, es menester seguir investigando la posibilidad de que las bacterias estén involucradas en la etiología de esta patología.

La solución oftálmica de azitromicina 1% es un antibiótico de amplio espectro macrólido aprobado por la FDA para el tratamiento de la conjuntivitis bacteriana. Los investigadores han comprobado que además de la actividad antimicrobiana, los macrólidos inhiben la producción de citoquinas.

De acuerdo con lo anteriormente expuesto, el presente estudio piloto fue diseñado para evaluar el efecto de la solución oftálmica de azitromicina 1% sobre los niveles de citoquinas en lágrimas, la carga bacteriana del borde de los párpados y los signos y síntomas oculares de personas con blefaritis.

Pacientes y métodos:

Intervinieron 26 pacientes (edad media 64,2 años; 65% sexo femenino, 100% raza blanca) con blefaritis moderada a grave. Recibieron solución oftálmica de azitromicina 1% durante 28 días (dos veces por día los dos primeros días y una vez los días siguientes). Se evaluaron los signos y síntomas de blefaritis en línea de base (día 1) y se compararon con los del final del tratamiento (día 29) y en dos visitas de seguimiento posteriores (2 y 4 semanas post-tratamiento). Se recolectaron lágrimas y tomaron cultivos del borde de los párpados en línea de base y al final del tratamiento para medir las citoquinas.

La blefaritis representa un desafío continuo para la comunidad oftalmológica. Las consecuencias de la inflamación crónica de los párpados incluyen cambios anatómicos que afectan la capacidad de éstos de dispersar la película lacrimal sobre la superficie ocular. Es importante entender cual es la mejor forma de diagnosticar y tratar esta condición para evitar las secuelas.

Un estudio anterior comparó los resultados del tratamiento de blefaritis con compresas calientes y azitromicina y solo con compresas, notando mejores resultados en los pacientes tratados con azitromicina.

En el presente estudio también se observaron mejoras en los signos y síntomas de blefaritis tanto al final del tratamiento como cuatro semana después de finalizado el mismo. La continuación de una mejora estadísticamente significativa desde línea de base hasta la finalización del tratamiento en los signos clínicos de taponamiento de las glándulas de meibomio, enrojecimiento conjuntival palpebral, enrojecimiento del borde de los párpados y secreciones oculares y de todos los síntomas evaluados sugiere un efecto prolongado del tratamiento.

El factor decisivo es si la etiología de la blefaritis está asociada con bacterias o no. Las citoquinas actúan como mediadores de la inflamación y la inmunidad, como es el caso de la citoquina proinflamatoria IL-1, por ejemplo,  implicada en diversas patologías oculares como ojo seco y queratitis microbiana.

Con respecto al aspecto infeccioso de la patogénesis de la blefaritis, los descubrimientos bacteriológicos demostraron que, con excepción de S.aureus, ninguno de los gérmenes aislados es considerado patogénico. Los resultados del presente estudio indican que la confluencia de los niveles de corinebacteria y staphylococci coagulase-negativa, pero no P.Acnes, puede estar implicada en la blefaritis.  A pesar de que la población del estudio fue reducida y no hubo grupo sano de control para comparar la flora del párpado, esta observación coincide con la teoría de detección de quórum (quórum sensing) como posible patogénesis bacteriana de la blefaritis. Al cambiar la densidad bacteriana, la detección de quórum puede activar la transcripción de genes bacterianos alternativos, aumentando la producción de mediadores proinflamatorios o enzimas digestivas. Este mecanismo podría explicar la mejoría de los síntomas y signos de blefaritis con el tratamiento.

En general, el tratamiento de cuatro semanas con solución oftálmica de azitromicina 1%, sin utilización de compresas u otro tratamiento mecánico, en pacientes con blefaritis, demostró mejoras estadísticamente significativas en todos los síntomas y signos de blefaritis. Se observaron reducciones significativas desde la línea base de staphylococci coagulase negativa y coryneform bacteria después del tratamiento y no hubo cambios en la concentración de citoquinas en las lágrimas. La azitromicina fue bien tolerada en la población estudiada.

Conclusiones:

La azitromicina aportó una mejora significativa en los signos y síntomas de blefaritis luego de cuatro semanas de tratamiento que persistieron en el período de seguimiento de cuatro semanas más.

♦ Síntesis y traducción: Dr. Martín Mocorrea,

Bibliografía:

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