Fiebre de origen desconocido clásica
Desde la antigüedad, las fiebres prolongadas han presentado un problema diagnóstico. Entre los antiguos, la fiebre tifoidea y la malaria eran las causas comunes de fiebre prolongada. Hay pocas infecciones asociadas con fiebre prolongada.
Petersdorf desarrolló criterios para las fiebres prolongadas, es decir, la fiebre de origen desconocido (FOD), definida como la fiebre >38,3°C que dura más de 3 semanas y que permanece sin diagnostico después de haber realizado los estudios en el hospital. Los estudios para la FOD se pueden hacer en el paciente ambulatorio. Petersdorf también clasifica a las FOD por categorías: infecciosas, maligna/neoplásica, enfermedad reumática/inflamatoria y miscelánea.
Las FOD también pueden considerarse en el contexto de subconjuntos de huéspedes: trasplantados, inmunocomprometidos por el VIH, viajeros que retornan. No existe un enfoque estándar para el diagnóstico de la FOD, la cual requiere una historia y un examen físico detallados y más bien pruebas de laboratorio inespecíficas selectivas que estudios excesivos.
Enfoque diagnóstico de la fiebre de origen desconocido clásica
En primer lugar, se debe comprobar si la fiebre prolongada cumple la definición establecida. El diagnóstico se basa en los síntomas (historia) y los signos (examen físico). En segundo lugar, según la historia y los signos físicos, se tratará de determinar la categoría de la FOD.
Cada categoría tiene características clínicas, por ejemplo, las relacionadas con enfermedades malignas/neoplásicas se asocian generalmente con anorexia temprana y pérdida de peso significativa. Las FOD de causa infecciosa se acompañan de escalofríos, mientras que la pérdida de peso es menos pronunciada y la anorexia es tardía.
Excluyendo la vasculitis, el sello de la FOD inflamatoria/reumática es la sinovitis. Mientras que las características distintivas sugieren una categoría de FOD particular, algunos hallazgos descartan una de las categorías, por ejemplo, los escalofríos descartan la categoría inflamatoria/reumática.
En tercer lugar, para establecer la categoría de FOD se debe tratar de determinar el patrón de órganos afectados. Cada trastorno tiene un patrón característico de afectación orgánica que sugiere o limita los posibles diagnósticos, por ejemplo, el patrón de afectación de órganos del lupus eritematoso sistémico (LES) incluye a múltiples órganos pero es importante que rara vez afecta al hígado.
Del mismo modo, mientras que la esplenomegalia es un hallazgo cardinal en la endocarditis bacteriana subaguda, si la guía es solo el patrón del órgano afectado, la presencia de hepatomegalia la descarta.
Las FOD de más difícil diagnóstico no tienen signos de localización. Las pistas clave pueden ser ignoradas, lo cual puede subsanarse si la historia y la semiología minuciosas están enfocadas a la FOD. En el examen físico se debe poner especial atención en los ojos, la piel, los ganglios, el hígado y el bazo.
Las pruebas deben ser selectivas y basadas en las probabilidades diagnósticas y no en las posibilidades, por ejemplo, los hemocultivos de rutina. Los hemocultivos son útiles para las FOD con bacteriemia, como la brucelosis, la fiebre tifoidea/entérica, las infecciones intravasculares, los abscesos, etc, pero para las FOD con infecciones no bacteriémicas, o malignas/neoplásicas, o la fiebre inflamatoria/reumática y misceláneas. Los hemocultivos pueden ser engañosos. La endocarditis bacteriana subaguda no es una infección rara, pero ahora es una causa relativamente poco frecuente de FOD.
Historia
Trastornos malignos/neoplásicos
La pérdida de peso significativa (>800 gr/semana), especialmente si se acompaña de anorexia temprana, es un signo de identidad de las FOD malignas. El prurito después del baño caliente sugiere un trastorno maligno/neoplásico. En aquellos con antecedentes de adenopatías o malignidad se debe sospechar una FOD maligna/neoplásica.
Enfermedades infecciosas
La historia clínica debe incluir el antecedente de procedimientos previos, invasivos o quirúrgicos (abscesos), dentición (abscesos apicales, endocarditis bacteriana subaguda) y antecedentes de infecciones concomitantes, como la tuberculosis.
El contacto con animales o mascotas sugiere la fiebre Q, la brucelosis, la toxoplasmosis, la enfermedad por arañazo de gato o la triquinosis.
La exposición a las picaduras de garrapatas o mosquitos sugiere la ehrlichiosis/anaplasmosis, la babesiosis o la malaria, mientras que la exposición a roedores hace sospechar la fiebre por mordedura de rata, la fiebre recurrente o la leptospirosis.
Las transfusiones de sangre son una pista importante para la ehrlichiosis/anaplasmosis, la babesiosis, el citomegalovirus o el VIH. En el huésped normal, la única pista de citomegalovirus puede ser la exposición a secreciones.
Los medicamentos inmunosupresores predisponen a determinados patógenos, como el citomegalovirus o el bacilo tuberculoso. La existencia de múltiples síntomas y signos raros indican una enfermedad multisistémica como la tuberculosis miliar, la enfermedad de Whipple y diversos trastornos diferentes.
Trastornos reumáticos/inflamatorios
La FOD puede presentar artralgias y mialgias graves, pero la presencia de escalofríos aleja la posibilidad de una etiología reumática/inflamatoria. La tos seca también puede ser una pista sutil de la arteritis de células gigantes/arteritis temporal. La FOD asociada a úlceras orales sugiere el síndrome de Beçhet o el LES.
En un cuadro de FOD, el patrón de afectación orgánica con el antecedente de síntomas articulares y linfadenopatías generalizadas hace sospechar la enfermedad de Still del adulto o el LES. Una historia de colecistitis alitiásica en un signo importante fácilmente pasado por alto de LES o de periarteritis nodosa. Si se sospecha la enfermedad de Beçhet es importante ahondar en la historia familiar.
Miscelánea
Si la historia no orienta hacia una categoría en particular de FOD, se deben considerar otras causas misceláneas. La periodicidad de la fiebre puede ser el único indicio de neutropenia cíclica. El antecedente de linfadenopatías puede hacer sospechar la enfermedad de Rosai-Dorfman o la enfermedad de Kikuchi. El dolor de cuello o de mandíbula, que es fácilmente atribuido al dolor dental, puede ser un indicio de de tiroiditis subaguda. Si el paciente afectado es personal médico, se debe considerar la fiebre facticia. Concretamente, es necesario informarse acerca de la enfermedad inflamatoria intestinal (enteritis regional), el alcoholismo (cirrosis), y el consumo de medicamentos (seudolinfoma, fiebre por fármacos). Otras FOD son familiares, como la fiebre mediterránea familiar o el síndrome de hiper IgD.
Examen físico
Enfermedades malignas/neoplásicas
La FOD del linfoma puede simular una infección. El linfoma o una enfermedad maligna pueden acompañarse de bradicardia relativa.
El examen ocular puede ser útil, por ejemplo, las manchas de Roth (linfoma, mixoma auricular), los cuerpos citoides (mixoma auricular) o las hemorragias retinianas (preleucemia).
Un soplo es un hallazgo clave en la endocarditis bacteriana subaguda, la endocarditis no infecciosa con cultivos negativos, por ejemplo, la endocarditis marántica o el mixoma auricular.
Los puntos dolorosos esternales señalan un trastorno de la médula ósea (preleucemia, trastornos mieloproliferativo).
La hepatomegalia aislada en una FOD disminuye las posibilidades diagnósticas hacia el hepatoma, el carcinoma de células renales o las enfermedades hepáticas.
Enfermedades infecciosas
El abordaje de las FOD infecciosas comienza con el análisis del patrón febril.
Los picos de fiebre matinales sugieren tuberculosis miliar, fiebre tifoidea/entérica o, enfermedad de Whipple.
La bradicardia relativa es un hallazgo cardinal en la fiebre tifoidea/entérica, malaria, babesiosis, ehrlichiosis/anaplasmosis, leptospirosis y fiebre Q.
La presentación de 2 picos febriles en el día (fiebre cotidiana doble) se observa la malaria, la tuberculosis miliar o la leishmaniasis visceral. Dos picos de fiebre por semana (curva de fiebre en camello) puede ser una de las pocas pistas para la ehrlichiosis/anaplasmosis, la leptospirosis, la brucelosis o la fiebre por mordedura de rata.
Los hallazgos en el fondo de ojo pueden ser un indicio de toxoplasmosis, tuberculosis, histoplasmosis o enfermedad por arañazo de gato.
Los puntos dolorosos espinales pueden deberse a una osteomielitis vertebral subaguda, fiebre tifoidea/entérica, tuberculosis médular o brucelosis.
La hepatomegalia indica fiebre Q, fiebre tifoidea/entérica, leishmaniasis visceral, brucelosis, fiebre por mordedura de rata o fiebre recidivante.
La esplenomegalia inclina la posibilidad diagnóstica hacia la tuberculosis miliar, el virus de Epstein-Barr, el citomegalovirus, la fiebre tifoidea/entérica, la brucelosis, la histoplasmosis, la ehrlichiosis/anaplasmosis, la malaria, la fiebre Q, la endocarditis bacteriana subaguda, la enfermedad por arañazo de gato y la fiebre por mordedura de rata.
La epidídimorquitis/nódulo del epidídimo es una señal fácilmente ignorada de infección por el virus de Epstein-Barr, tuberculosis renal o brucelosis.
Trastornos reumáticos/inflamatorios
Los picos de temperatura matinales son un signo clave para el diagnóstico de periarteritis nodosa, mientras que la fiebre cotidiana doble inclina hacia el diagnóstico de enfermedad de Still del adulto. En el contexto de una FOD, la presencia de erupción cutánea sugiere la sarcoidosis, el LES o la enfermedad de Still del adulto.
Los pulsos desiguales son un signo de la enfermedad de Takayasu y el agrandamiento de las glándulas lagrimales hacen sospechar la artritis reumatoidea de comienzo tardío, la sarcoidosis o el LES. El examen externo de los ojos y del fondo de ojo brindan muchos datos diagnósticas para las FOD reumáticas/inflamatorias, como los cuerpos citoides (LES, arteritis de células gigantes/arteritis temporal, periarteritis nodosa, enfermedad de Still del adulto), las manchas de Roth (LES, periarteritis nodosa) o, la oclusión de la arteria retiniana (arteritis de Takayasu, arteritis de células gigantes/arteritis temporal, LES).
En la FOD, las úlceras orales sugieren la enfermedad de Beçhet o el LES y las linfadenopatías, el LES, la artritis reumatoidea de inicio tardío o la sarcoidosis. En la FOD con LES, un soplo con hemocultivos negativos orienta hacia una posible endocarditis de Libman-Sacks. La hepatomegalia sin esplenomegalia argumenta contra la FOD reumática/inflamatoria. La epididimitsi/nódulo del epidídimo (epididimitis crónica) es una pista sutil de periarteritis nodosa, LES o sarcoidosis.
Miscelánea
Otras FOD son más propensas a ser diagnosticadas por los antecedentes más que por los hallazgos físicos. La bradicardia relativa es un indicio de fiebre medicamentosa o fiebre facticia. La lipemia puede ser el único signo de la hipertrigliceridemia. La linfadenopatía puede deberse al seudolinfoma o al síndrome de hiper gD. La cirrosis suele ser ignorada como causa de FOD mientras que la esplenomegalia es importante para sospechar la enteritis regional, la cirrosis o el síndrome de hiper-IgD.
Pruebas de laboratorio inespecíficas
En cada categoría de FOD, las pruebas inespecíficas suelen proporcionar pistas diagnósticas útiles. La velocidad de eritrosedimentación, la ferritina sérica, la fosfatasa alcalina y el factor reumatoideo elevados son particularmente útiles en la FOD. Cuando las pruebas inespecíficas de laboratorio anormales se consideran en conjunto, la especificidad diagnóstica aumenta.
El grado de anormalidad de la prueba disminuye el número de posibles diagnósticos, por ejemplo, una velocidad de eritrosedimentación elevada es muy sensible/inespecífica pero cuando es muy elevada (>100 mm/hora) las posibilidades diagnósticas se reducen a muy pocas entidades. Del mismo modo, 6% de linfocitos atípicos (fiebre medicamentosa, toxoplasmosis) es diferente a tener 36% de linfocitos atípicos (virus de Epstein-Barr, citomegalovirus). Los hallazgos inespecíficos pueden ser un signo de exclusión, por ejemplo, la eosinofilia descarta firmemente la fiebre tifoidea/entérica.
A menudo, el hemograma completo pasa fácilmente por alto las pistas: la leucopenia, monocitosis, linfocitosis con linfopenia relativa, eosinofilia, basofilia, linfocitos atípicos/anormales, l trombocitosis, trombocitopenia, En la FOD, una elevación de la fosfatasa alcalina aislada sugiere un linfoma.
La electroforesis de las proteínas séricas también puede proporcionar pistas diagnósticas, por ejemplo, la elevaciones de las globulinas α1 α 2 (linfoma, LES); la gammapatía monoclonal (mieloma múltiple, síndrome de hiper-IgD, enfermedad de Castleman multicéntrica); la gammapatía policlonal (VIH, citomegalovirus, cirrosis, sarcoidosis, malaria).
La hematuria microscópica puede ser el único signo de endocarditis bacteriana subaguda, tuberculosis renal, brucelosis, periarteritis nodosa, linfoma o carcinoma de células renales.
Un error común es solicitar precozmente numerosas pruebas específicas dirigidas que no son calve, sin tener en cuenta el valor de las características clínicas típicas y las pruebas inespecíficas clave características para estrechar el diagnóstico diferencial. En la FOD, las pruebas de diagnóstico específicas deben pedirse más tardíamente y los estudios diagnósticos deben estar basados en las posibilidades diagnósticas más probables.
Un problema clínico común es diferenciar la FOD infecciosa de la FOD maligna/neoplásica. Mientras se están haciendo los estudios diagnósticos, se puede hacer la prueba del Naproxeno, para diferenciar la FOD infecciosa de la FOD de origen maligno. Si durante los 3 días de la prueba con Naproxeno las temperaturas disminuyen marcadamente, es posible que se trate de una FOD de origen maligno/neoplásico (prueba del Naprosyn positiva). Pero, si la fiebre se mantiene elevada o solo disminuye ligeramente, la etiología probable es la infecciosa (prueba del Naproxeno negativa).
Estudios por imágenes
Los estudios por imagen deben ser dirigidos y seleccionados según la probable categoría de la FOD y el probable patrón de compromiso orgánico. Si hay hepato o esplenomegalia, es útil la tomografía computarizada abdominal, para detectar otras anormalidades, como las adenopatías retroperitoneales o los abscesos o tumores intraabdominales o pélvicos.
Las exploraciones con galio o indio son útiles, pero estas últimas son relativamente insensibles (negativos falsos) para las infecciones óseas (osteomielitis crónica, tumores malignos). La ecocardiografía cardíaca es importante en la endocarditis con cultivos negativos y el mixoma auricular. La tomografía computarizada por emisión de positrones es más útil para detectar la FOD neoplásica/infecciosa, como los linfomas, la enfermedad de Erdheim-Chester, la endocarditis por fiebre Q o la infección del injerto aórtico.
Pruebas invasivas
La biopsia de los ganglios linfáticos es el test invasivo más frecuente. Si es posible, se debe evitar la biopsia de los ganglios cervicales anteriores, axilares o inguinales, porque generalmente son inútiles y no ayudan al diagnóstico, ya que a menudo se informan como "cambios inflamatorios no específicos, no se puede descartar la infección o la enfermedad maligna." Lo más probable es que el diagnóstico lo brinden las biopsias cervicales posteriores, o supra e infraclaviculares, como así las de los ganglios epitrocleares. Las biopsias de los ganglios hiliares, mediastínicos o retroperitoneales tienen un elevado rendimiento diagnóstico.
Si la afectación es ósea, la biopsia de la médula ósea puede ser diagnóstica, como en los trastornos mieloproliferativos, preleucémicos (en la leucemia mielógena aguda), la enfermedad de Gaucher, el linfoma, la enfermedad de Erdheim-Chester, la tuberculosis miliar, la histoplasmosis diseminada, la enfermedad multicéntrica de Castleman, la enfermedad de Whipple o la fiebre tifoidea/entérica.
Cuando en la endocarditis bacteriana subaguda o la fiebre tifoidea/entérica los hemocultivos son negativos, la biopsia o el cultivo de la médula ósea pueden ser positivos.
La biopsia del nódulo del epidídimo puede aclarar el diagnóstico de brucelosis, tuberculosis, leptospirosis, fiebre por mordedura de rata, fiebre recurrente, linfoma, lupus eritematoso sistémico, periarteritis nodosa, sarcoidosis o fiebre mediterránea familiar.
La biopsia ileal está indicada ante la sospecha de tuberculosis ileocecal o enteritis regional. Gracias a las biopsias percutáneas guiadas por imagen, actualmente la es raro recurrir a la laparotomía exploradora para arribar al diagnóstico de FOD.
Subgrupos de fiebre de origen desconocido
Aparte de la FOD clásica, hay fiebres de importantes subconjuntos como el VIH, los trasplantes de órgano y los viajeros de regreso, los que presentan un problema diagnóstico especialmente difícil.
Fiebre de origen desconocido en infectados por el VIH
Virus de la Inmunodeficiencia humana. El virus puede presentarse como una FOD con síndrome símil mononucleosis, erupción cutánea y linfadenopatía. Los pacientes con el VIH suelen presentar FOD como primera manifestación clínica de una infección oportunista o una malignidad.
En el mundo occidental, el tratamiento antirretroviral de gran actividad ha reducido la FOD asociada al VIH, pero no ha alterado el espectro etiológico. La frecuencia relativa de las causas de FOD en infectados por el VIH está influenciada por la terapia antirretroviral de gran actividad, el recuento de CD4, el área geográfica y la prevalencia de la infección endémica, lo que puede proporcionar pistas para el diagnóstico. La mayoría de los casos de FOD en una infección por el VIH se debe a la infección, y las causas no infecciosas más comunes son los tumores malignos y la fiebre medicamentosa.
A nivel mundial, la enfermedad muy bien definida es la tuberculosis, considerada el síndrome de inmunodeficiencia del adulto más común. Las enfermedades más comunes en infectados por el VIH con FOD son extrapulmonares o enfermedades diseminadas, cada vez más frecuentes a medida que el VIH progresa.
Con anterioridad, en el mundo occidental, la causa principal de FOD en los pacientes con VIH era Mycobacterium avium-intracellulare era diseminado. Otras micobacterias causantes de FOD en esos pacientes son M. kansasii y M. genavense. En este contexto, un hemocultivo positivo único o la recuperación de micobacterias de un sitio estéril del cuerpo se considera evidencia de infección por Mycobacterium avium intracellulare diseminada.
Mientras que la criptococcosis puede presentarse como FOD en un infectado por el VIH, es frecuente la meningoencefalitis concomitante y justifica analizar el líquido cefalorraquídeo. Pneumocystis jirovecii es responsable del 5-13% de las FOD en la infección por el VIH, dependiendo de la prevalencia y las variantes regionales. La neumonía por Pneumocystis jirovecii suele presentarse como FOD antes de la aparición de los síntomas respiratorios, con recuentos de CD4 muy bajos.
El citomegalovirus representa el 5% de las FOD en el contexto del VIH. Es el virus de inmunodeficiencia humana más comúnmente asociado a infecciones oportunistas y en general, se manifiesta cuando el citomegalovirus latente se reactiva con recuentos de CD4 <100/mm3. El ácido desoxinucleico del citomegalovirus en el suero está presente en el 55% de los pacientes con un recuento de CD4 <100/mm3. Tanto el ácido desoxinucleico del citomegalovirus como la viremia son predictores importantes de muerte. La corioretinitis por citomegalovirus sigue siendo la manifestación inicial más frecuente en el 30% de los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia del adulto.
En EE.UU, Histoplasma capsulatum var. capsulatum diseminado representa el 7% de los casos de FOD del VIH pero hubo casos importados de Europa. En la FOD del VIH se debe sospechar la histoplasmosis en zonas endémicas y cuando hay antecedentes de viajes a zonas endémicas.
Otras micosis endémicas, como la coccidioidomicosis y la infección por Penicillium marneffei, pueden presentarse como FOD en pacientes con infección avanzada por el VIH o en personas que han viajado o vivido en zonas áridas endémicas, especialmente el oeste de EE.UU, América Central y América del Sur, sudeste asiático, sur de China e India. Las lesiones cutáneas, generalmente pápulas con umbilicación necrótica central, aparecen en el 70% de las FOD en el VIH se deben a P. marneffei diseminado.
La leishmaniasis visceral representa <5% de las FOD en la infección por el VIH y ha sido reportada en 35 países. La toxoplasmosis del sistema nervioso central o pulmonar, las infecciones por Aspergillus sp. o Bartonella sp. pueden presentarse como FOD en inmunodeficientes.
Los tumores malignos representan aproximadamente el 8% de las FOD del VIH. Los linfomas, sobre todo los linfomas no Hodgkin, ocurren en el 4 al 7% de esos pacientes. Hay un mayor riesgo de enfermedad de Hodgkin, incluso en los pacientes con VIH tratados con antirretrovirales de gran actividad. La FOD debido a un linfoma cerebral primario o al sarcoma de Kaposi (no asociado a la enfermedad de Castleman) es menos común.
Otros tipos de cáncer, como el carcinoma broncogénico y el hepatoma son cada vez más comunes en presencia del VIH y pueden presentarse como FOD, incluso en aquellos que recibieron antirretrovirales de gran actividad. En contraste con las FOD clásicas, la FOD de las enfermedades reumáticas/inflamatorias son raras.
En las FOD del VIH es común la fiebre medicamentosa (3-20%). Se estima que las erupciones cutáneas relacionadas con los medicamentos son 100 veces más comunes en el VIH que en la población general. La fiebre medicamentosa aislada es responsable de 1,7%, de las reacciones adversas de los fármacos, y la erupción maculopapulosa/pruriginosa, del 17%. El uso concomitante de varios fármacos , incluyendo la terapia antirretroviral de gran actividad, aumenta el riesgo de reacciones adversas Los medicamentos más comúnmente involucrados son los antimicrobianos (trimetoprima-sulfametoxazol, isoniazida, rifampicina, pirazinamida, antibióticos ß-lactámicos, sulfamidas y dapsona), pero los antirretrovirales de gran actividad se han vuelto cada vez más influyentes.
Al comienzo de la terapia antirretroviral de gran actividad puede producirse un síndrome inflamatorio de reconstitución inmune. Este síndrome ocurre en el 8-45% de las infecciones por VIH con tuberculosis, 35% con infección por Mycobacterium avium-intracellulare diseminada, 8-31% con Cryptococcus neoformans y 18 a 62% con citomegalovirus.
El síndrome inflamatorio de reconstitución inmune ocurre antes de los 60 días de iniciada la terapia antirretroviral de gran actividad y se asocia a menudo con signos más específicos relacionados la infección como los síntomas respiratorios o las adenopatías inflamatorias tuberculosas o, aumento de la presión intracraneana en la criptoccocosis, que son clave para el diagnóstico del síndrome inflamatorio de reconstitución inmune en las FOD del VIH. Aun en la era de la terapia antirretrovirales de gran actividad, el 14,06% de las causas de FOD en la infección por el VHI sigue siendo desconocido.
Fiebre de origen desconocido en los trasplantes de órganos sólidos
El enfoque diagnóstico para las FOD en los trasplantes de órganos sólidos se basa en 4 factores principales: grado; duración del tiempo de inmunosupresión de la FOD postrasplante, exposición epidemiológica anterior o reciente (infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria o adquiridas en la comunidad) y, manifestaciones clínicas.
El estado de la inmunosupresión no se basa en un único biomarcador específico, por ejemplo, el recuento de CD4 como en el VIH, sino que está relacionado con el efecto inmunosupresor aditivo de la enfermedad subyacente que motivó el trasplante, la magnitud y el tipo de terapia inmunosupresora, la insuficiencia renal, la diabetes, la neutropenia asociada y la coinfección con virus inmunosupresores (citomegalovirus, virus de Epstein-Barr, VIH). Para abordar el diagnóstico diferencial de la FOD postrasplante de órgano sólido se reconocen 3 períodos postrasplante diferentes: desde 1-6 meses y >6 meses.
El enfoque diagnóstico también se debe apoyar en los síntomas clínicos. La meningitis subaguda y crónica sugiere tuberculosis, criptococosis o micosis endémica mientras que las lesiones cerebrales focales sugieren nocardiosis, toxoplasmosis, aspergilosis o linfoma. La meningoencefalitis sugiere una causa viral (virus de la varicela-zoster, virus del Nilo Occidental). Las lesiones cutáneas (pápulas umbilicadas) pueden ser manifestaciones de infecciones fúngicas diseminadas (Fusarium sp.). Las causas no infecciosas de FOD postrasplante de órganos sólidos son la fiebre medicamentosa/sarpullido. Los trastornos linfoproliferativos postrasplante y el rechazo del trasplante también pueden presentarse como FOD.
Fiebre de origen desconocido en viajeros de regreso
Las FOD específicas en los viajeros que regresan están determinadas por las áreas geográficas visitadas y la duración de la estancia en esos lugares, la exposición a determinado tipo de comidas (carne o pescado crudo, mariscos, productos lácteos sin pasteurizar), exposición a la picadura de insectos (mosquitos, garrapata) y el intervalo de tiempo después del retorno del viajero. La ingestión de leche no pasteurizada hace referencia a la brucelosis.
Cuando un paciente con FOD presenta cefalea, sufusión conjuntival y hepato/esplenomegalia se debe considerar la fiebre recurrente transmitida por garrapatas o piojos. En los viajeros que regresan procedentes de zonas palúdicas se debe sospechar la malaria, pero también hay que considerar otras causas como la hepatitis viral, la fiebre tifoidea/entérica, la leptospirosis, las micosis endémicas y la rickettsiosis (Rickettsia Africae o R. typhi, R. conori, Orientia tsutsugamushi, dependiendo del área geográfica), absceso amebiano hepático, esquistosomiasis, tripanosomiasis africana, infecciones endémicas por arbovirus (dengue, fiebre chikungunya, fiebre amarilla, encefalitis del Nilo occidental, encefalitis japonesa) y la infección aguda por el VIH.
Causas de fiebre de origen desconocido que suelen permanecer sin diagnóstico
En cada categoría de FOD hay algunos diagnósticos que hay que tener particularmente en cuenta, ya sea porque son fácilmente ignorados o porque son potencialmente peligrosos. Las 4 categorías de FOD neoplásica/maligna que deben ser cuidadosamente consideradas son el linfoma, el hipernefroma, la preleucemia y el mixoma auricular. Las infecciones que merecen una evaluación diagnóstica cuidadosa son las causadas por el citomegalovirus, la tuberculosis miliar, la fiebre tifoidea/entérica y la endocarditis con cultivo negativo.
En la categoría reumática/inflamatoria, el LES, la arteritis de células gigantes/arteritis temporal, la enfermedad de Still del adulto y la periarteritis nodosa pueden ser particularmente difíciles de diagnosticar. Entre las FOD miscelánea, es importante no perder el diagnóstico de las siguientes entidades: fiebre medicamentosa, fiebre facciosa, neutropenia cíclica y tiroiditis subaguda.
Fiebres de origen desconocido recurrentes y no diagnosticadas
Los trastornos de la FOD son relativamente pocos y pueden llegar a ser recurrentes. Las FOD recurrentes disminuyen las posibilidades diagnósticas y brindan más oportunidades para un diagnóstico definitivo. Las FOD recurrentes se pueden definir como la presentación de ≥2 episodios de fiebre prolongada separados por ≥2 semanas. Otras categorías pueden durar más tiempo que las FOD recurrentes.
El enfoque diagnóstico de las FOD recurrentes se basa en observaciones y pruebas seriadas durante y entre los episodios febriles, ya que si aparecen nuevos hallazgos, la orientación diagnóstica puede cambiar. Si una FOD recurrente permanece sin diagnosticar durante ≥1 año es imposible arribar a un diagnóstico definitivo. Algunas FOD permanecen sin diagnosticar, incluso después de estudios diagnósticos específicos. Cuanto más tiempo la FOD permanece sin diagnosticar, menos probable es arribar al diagnóstico definitivo.
Tratamiento de la fiebre de origen desconocido
Las FOD son más bien un problema diagnóstico que terapéutico. Hasta alcanzar el diagnóstico definitivo, el tratamiento son antipiréticos y antimicrobianos puede enmascarar el cuadro y retrasar u oscurecer las manifestaciones clínicas, y por lo tanto deben evitarse. El tratamiento empírico es prudente en unas pocas FOD de difícil diagnóstico y que ponen en peligro la vida, como la tuberculosis del sistema nervioso central o la tuberculosis miliar, o la arteritis de células gigantes o arteritis temporal.
Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti