Introducción |
El conjunto de síntomas de los trastornos mentales constituye la asociación de rasgos clínicos observados en la práctica médica, en la cual la manifestación de un síntoma puede provocar la incidencia de otra condición en una red que se reproduce en cada paciente, de manera específica y característica, en un contexto en el que los desencadenantes son diversos y son objeto de estudio de la psiquiatría y la psicología clínica (análisis estadístico de los datos recogidos).
Dicha red, construida a partir de nodos (síntomas) y sus conexiones, explica la psicopatología del trastorno mental y presenta un enfoque diferente de lo que se considera “problemas de la vida”, en contraposición a los criterios diagnósticos vertidos en el DSM-5 y el ICD-10, en los cuales las diversas alteraciones observadas en estos trastornos constituyen síntomas y por ende manifestaciones de una enfermedad.
En este sentido, se ha postulado que a diferencia de las enfermedades como el cáncer, en los trastornos mentales no existen mecanismos subyacentes indicativos del desarrollo de estas alteraciones, lo que representa la heterogeneidad de estas manifestaciones. Asimismo, los síntomas persisten en la red debido a un esquema de retroalimentación positiva, que los refuerza y determina el establecimiento del trastorno.
El objetivo del presente trabajo fue explicar mediante el modelo de redes las características y factores determinantes de los trastornos mentales y las estrategias terapéuticas posibles en su resolución.
Definición, características y tratamiento de los trastornos mentales |
La psicopatología del trastorno mental es compleja, ya que se encuentra representada por una red de síntomas que interactúan de manera específica
La red que describe la naturaleza de un trastorno mental representa síntomas interrelacionados, de manera que la manifestación de uno de estos síntomas determina la generación de un nuevo rasgo clínico (como consecuencia del insomnio se produce fatiga), es decir, existe una conexión directa entre ellos y por ende en una sincronización en su activación.
Cabe destacar que la generación de la relación entre los síntomas en la red obedece no sólo a factores biológicos primarios (la imposibilidad de descanso nocturno provoca fatiga) o a su dependencia conjunta de los mecanismos homeostáticos que regulan las funciones en el organismo, sino asimismo a los condicionamientos sociales o psicológicos.
Dichos condicionamientos se encuentran fuera de la red y pueden ser los desencadenantes de los síntomas en esta estructura, como el estado depresivo provocado por la pérdida de una pareja. Asimismo, ciertos trastornos mentales como alucinaciones y delirio pueden correlacionarse con la presencia de alteraciones en los procesos cerebrales (factor biológico externo a la red).
Es importante mencionar que los síntomas en la red que explican el trastorno pueden encontrarse también en una relación indirecta, de manera que si consideramos que el paciente que presenta una alteración del sueño como el insomnio experimenta culpa, es posible que este sentimiento sea generado por su conexión directa con otros síntomas como dificultades cognitivas o pérdida de interés, los que son provocados en primera instancia por el insomnio. En consecuencia, la psicopatología del trastorno mental es compleja, ya que se encuentra representada por una red de síntomas que interactúan de manera específica.
Asimismo, la relación directa entre síntomas determina una manifestación conjunta de las características del trastorno mental, en la que cada nodo en la red se refiere a un rasgo clínico descripto en los manuales diagnósticos. No obstante, resulta fundamental para determinar esta correspondencia que los factores desencadenantes de los síntomas, que se encuentran fuera de la red, sean incluidos en los criterios enunciados en dichos manuales (alteraciones genéticas, psicológicas o en los procesos cerebrales, entre otras).
Es frecuente la asociación en la incidencia de síntomas de trastornos mentales diferentes
Cabe destacar que es frecuente la asociación en la incidencia de síntomas de trastornos mentales diferentes; es decir, si un paciente experimenta alteraciones cognitivas y fatiga, debido a que padece insomnio provocado por el trastorno de estrés postraumático (TEPT), los síntomas generados por la alteración del sueño se encuentran asimismo en la red que explica el trastorno depresivo mayor (TDM) y de ansiedad generalizada (TAG).
Por otra parte, el TEPT presenta una red de síntomas que se retroalimentan, debido a sus interconexiones fuertes, lo que permite la permanencia del trastorno en ausencia del factor desencadenante inicial, es decir, del episodio traumático, lo cual define el proceso conocido como histéresis.
No obstante, si las interconexiones son débiles, no se producirá dicho proceso y el paciente volverá a un estado de equilibrio, que en el modelo de red de los trastornos mentales explica la salud mental, en contraposición a la definición de este concepto que considera la desaparición de los rasgos clínicos particulares del trastorno.
De esta forma, las redes con interconexiones débiles o fuertes definen a una persona resiliente (es capaz de volver a su estado de equilibrio luego del estímulo del desencadenante) o vulnerable (susceptible de mantener el estado alterado en ausencia del desencadenante), respectivamente.
Es importante mencionar que los factores considerados en el criterio diagnóstico del DSM-5 concuerdan con los establecidos en el concepto de red, es decir, la presencia de síntomas específicos y de interacciones que determinan su existencia.
Sin embargo, el criterio diagnóstico del DSM-5 no contempla la relevancia fundamental de ciertos síntomas y del mecanismo de retroalimentación en la permanencia del trastorno mental. De esta forma, al utilizar el concepto de red en el diagnóstico de estos trastornos, el profesional médico podrá evaluar una serie de terapias posibles y determinar la estrategia de mayor eficacia en el control de los rasgos clínicos particulares de la red.
Dicha estrategia terapéutica está dirigida a contrarrestar de manera específica los síntomas identificados (administración de antipsicóticos en pacientes con psicosis inducida por el uso de drogas) y los factores desencadenantes (evitar el consumo de fármacos) y cambiar la dinámica de las relaciones entre síntomas en la red (uso de terapia cognitivo-conductual para controlar el delirio derivado de la psicosis, de manera de prevenir la conducta de aislamiento social).
Conclusión |
El modelo de red de los trastornos mentales ofrece un marco teórico al aporte de nuevas investigaciones que aborden el componente neurocientífico, genético y psicológico de estos trastornos, es decir, que complejicen la estructura propuesta. Si bien este modelo puede reflejar las alteraciones en el funcionamiento de los mecanismos biológicos y psicológicos y en el desarrollo social, su utilidad, de acuerdo con los estudios exploratorios efectuados, se limita a trastornos mentales en los que se puede determinar un inicio y un estado estable (ausencia de fluctuaciones cíclicas como en la bipolaridad).
De esta forma, el concepto de red es susceptible de ser aplicado en la definición de las fobias, los trastornos de pánico, obsesivo-compulsivo, de alimentación, de abuso de sustancias, TAG, TDM y TEPT. Por otra parte, resulta fundamental efectuar estudios que evalúen la aplicabilidad del modelo de red a otros trastornos mentales que se desarrollan de forma gradual en el tiempo (trastornos de la personalidad y del espectro autista y, esquizofrenia), en los que los síntomas pueden estar conectados, pero interaccionan con diferentes factores como el contexto social en distintos períodos y por ende se produce la formación, dentro de las redes, de nuevas estructuras que explican la sintomatología. Cabe destacar que si bien el concepto de red de síntomas propone un esquema simple, representa una herramienta útil en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales.
SIIC- Sociedad Iberoamericana de Información Científica