Introducción
El estigma del peso -estereotipos negativos, devaluación social y maltrato generalizado de individuos más pesados- está fuertemente implicado en la alimentación desordenada.
Entre los adolescentes en particular, las experiencias con el estigma del peso están asociadas con el uso de prácticas de control de peso no saludables, atracones y tendencias bulímicas [1,2]. Aunque la investigación en esta área es abrumadoramente transversal, los datos longitudinales existentes también apoyan tal relación.
Por ejemplo, en un estudio de adolescentes, las burlas basadas en el peso predijeron una mayor tendencia hacia el atracón y conductas de control de peso no saludables (CCPNSs) entre los niños y un aumento de las dietas entre las niñas [3]. Puhl y col. [4] posteriormente hallaron que los efectos negativos psicológicos (ej. imagen corporal pobre) y conductuales (ej., la dieta) de las burlas precoces por el peso persisten hasta la edad adulta.
Claramente, las formas de estigma del peso, como las burlas basadas en el peso, la intimidación y la discriminación son perjudiciales para la salud [1,2].
Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias longitudinales de otras formas de estigma del peso, como ser etiquetado por otros como "demasiado gordo"? Un enfoque de teoría de estigmatización modificado [5] sugeriría que los efectos comienzan cuando un individuo es etiquetado como miembro de un grupo estigmatizado.
De hecho, investigaciones previas [6] han encontrado que las niñas que fueron etiquetadas como demasiado gordas a los 10 años tuvieron más probabilidades de tener un índice de masa corporal (IMC) categorizado como obeso 9 años después, independientemente de su peso inicial.
Aquí se examinaron las implicaciones prospectivas de la estigmatización del peso para una alimentación desordenada en una gran cohorte de adolescentes mujeres.
Los autores plantearon la hipótesis de que ser etiquetado como muy gordo también se asocia con un aumento de las cogniciones y conductas alimentarias desordenadas en el tiempo, independientemente del IMC.
Métodos |
> Muestra
El Estudio de Salud y Crecimiento (ESC) del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre siguió a niñas de 10 a 19 años de edad identificadas a sí mismas como de raza blanca y negra.
Los datos para el estudio actual (N = 2.036) fueron extraídos a partir de los 14 y 19 años de edad cuando las medidas objetivo estuvieron disponibles.
La junta de revisión institucional de cada sitio (Universidad de California, Berkeley; Universidad de Cincinnati; y Westat, Rockville, Maryland) aprobó el protocolo del ESC. La junta de revisión institucional de la Universidad de California, Los Ángeles, aprobó el estudio actual.
Cada participante proporcionó su consentimiento por escrito y un padre/tutor proporcionó consentimiento informado por escrito hasta que la participante cumpliera los 18 años de edad y pudiera dar su propio consentimiento informado por escrito.
> Estigmatización del peso
A los 14 años, las niñas informaron si alguna vez las siguientes personas le habían dicho que estaban demasiado gordas: padre, madre, hermano, hermana, mejor amiga, el chico que más le gustaba, cualquier otra chica, cualquier otro chico y cualquier maestro.
De acuerdo con la investigación previa [6], las niñas fueron codificadas como con estigmatización del peso si cualquier persona les dijo que estaban demasiado gordas.
> Conductas y cogniciones sobre alimentación desordenada
A los 14 y 19 años de edad, el Inventario de Trastornos de la Alimentación (ITA) [7] evaluó las tendencias bulímicas, la impulsión hacia la delgadez y la insatisfacción corporal; estas escalas se sumaron para crear una puntuación ITA total.
En línea con otras investigaciones [4], a los 15 y 19 años de edad, las niñas informaron el uso (o no) de cuatro CCPNSs en los últimos 30 días: no comer por un día o más, vomitar, tomar pastillas para adelgazar y utilizar laxantes. A los 19 años, las participantes también informaron dos conductas de control de peso no saludables adicionales: omitir comidas y fumar.
> Variables de control
A los 14 años de edad se evaluó IMC objetivo, raza, educación de los padres e ingreso familiar.
Resultados |
Los análisis de regresión lineal revelaron que las niñas que fueron etiquetadas como demasiado gordas a los 14 años informaron más CCPNSs, tendencias bulímicas, obsesión por la delgadez e insatisfacción corporal a los 19 años. Es importante destacar que estos efectos se mantuvieron al controlar los niveles de referencia de cada resultado de alimentación desordenada, IMC objetivo, educación parental, ingreso familiar y raza.
En los análisis de sensibilidad, se dicotomizaron todos los resultados en el cuartil superior y se llevó a cabo la regresión logística. La estigmatización predijo mayores probabilidades de estar en el cuartil superior para todos los resultados, aunque los efectos en la insatisfacción corporal y el ITA total se atenuaron.
Los efectos de la estigmatización del peso en los desórdenes de la alimentación no fueron moderados por la raza o el IMC.
En los análisis exploratorios, se evaluó la estigmatización por familiares y no familiares por separado. Estos análisis sugirieron que la estigmatización del peso por la familia fue un predictor más fuerte de alimentación desordenada que la estigmatización por no familiares.
Discusión |
El estigma de peso en todas sus formas es un potente factor de riesgo
Como se predijo, las niñas que fueron etiquetadas como demasiado gordas mostraron un aumento de cogniciones y conductas relacionadas con trastornos alimentarios 5 años después, y esto puede ser más pronunciado cuando la estigmatización proviene de un miembro de la familia.
¿Por qué la estigmatización del peso puede tener resultados potencialmente distales para la salud?
La teoría de estigmatización modificada [5] postula que los individuos comprenden desde muy temprana edad cómo la sociedad trata a los miembros de grupos estigmatizados (por ejemplo, a las personas consideradas con "exceso de peso").
Una vez etiquetados, estas creencias sobre otros estigmatizados pueden convertirse en un temor de que ellos mismos puedan ser menospreciados o rechazados debido a su pertenencia grupal. El mero potencial de menosprecio o rechazo, aunque no haya experiencias directas de discriminación, aún puede socavar la salud [8,9].
La estigmatización, tal vez más aún por parte de la familia, puede asociarse con un énfasis excesivo en el peso dentro del entorno social inmediato de una persona.
Adicionalmente, las personas que experimentan estigmatización también pueden experimentar otras formas de estigma del peso, que pueden ser particularmente impactantes, dada la mayor vulnerabilidad para problemas relacionados con el peso durante la adolescencia.
El presente estudio se benefició de la gran muestra y el diseño longitudinal. Sin embargo, una limitación fue que los hallazgos solamente aplicaron a las adolescentes negras y blancas. En el futuro, los investigadores deberían examinar los efectos de la estigmatización del peso en la alimentación desordenada en varones también.
El presente estudio también se vio limitado por su medida de estigmatización del peso, ya que se desconoce cómo esta medida se relaciona con otras formas de estigma del peso (ej., burlas).
La investigación futura debería adoptar un enfoque más integral para la evaluación de la estigmatización del peso. Focalizar en una única dimensión (ej. etiquetado de peso, burlas basadas en el peso y sesgo internalizado por el peso) probablemente resulte en una estimación conservadora de la verdadera relación entre el estigma del peso y la salud.
Finalmente, el refinamiento empírico y teórico adicional aclarará la relación entre el etiquetado del peso, la estigmatización del peso y los factores de riesgo relacionados con los trastornos de la alimentación, como los comentarios negativos relacionados con la apariencia [10].
Sin embargo, el estigma de peso en todas sus formas es un potente factor de riesgo todavía modificable para una alimentación desordenada.
Comentario: |
El estigma del peso -que incluye estereotipos negativos, devaluación y maltrato social- está fuertemente vinculado a los trastornos alimentarios.
Particularmente entre adolescentes, las experiencias negativas relacionadas con el peso corporal se asocian frecuentemente con el uso de prácticas de control de peso no saludables, atracones y tendencias bulímicas, entre otras.
El presente estudio muestra cómo la estigmatización del peso al inicio de la adolescencia, sobre todo por parte de la familia, puede predecir la adopción de conductas alimentarias no saludables más adelante en la vida, así como la exacerbación de temores a ser rechazados o menospreciados a nivel social.
Los profesionales de la salud deben estar atentos a las señales que pueden denunciar estas situaciones, ayudar a resolverlas y acompañar a los adolescentes y sus familias en el proceso, fomentando a su vez la evolución hacia una sociedad con menos prejuicios y más inclusiva.
Resumen y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol