Raúl Medina Centeno
Profesor investigador del Centro Universitario de la Ciénega y presidente del Instituto Tzapopan, AC, México.
Introducción
¿Qué es la paternidad?, ¿cómo debe definirse?, ¿cuál es el papel y la responsabilidad de un padre hoy? En principio, hay que reconocer que en la actualidad es más común ver que los hombres muestran los sentimientos hacia sus hijos abiertamente, frente a generaciones anteriores, y que la relación con su pareja en el aspecto de su crianza es más igualitaria. Este nuevo arquetipo de padre está generando cambios en la vida familiar y desafiando la noción tradicional de masculinidad. Sin embargo, no existe una respuesta universal a la paternidad, no sólo por su condición histórico-cultural, sino también por su complejidad social.
Circunstancias
Ser padre está relacionado con circunstancias específicas que definen y demandan una gran variedad de funciones. Por ejemplo, no es lo mismo afrontar la paternidad cuando uno es adolescente que en edad avanzada, o ser padre de un bebé que de un adolescente; no es lo mismo ser padre de un hijo que de cuatro; no es lo mismo ser padre soltero que con pareja; tampoco ser padre antes que después de un divorcio; no es lo mismo compartir la paternidad dentro de una relación heterosexual que con una pareja del mismo sexo; ni ser padre ocasional que de tiempo completo; no es lo mismo ser padre en México que en Inglaterra; ser padre de hijos de una sola pareja que de varias parejas, o ser padre de un hijo con discapacidad que de uno sin problemas físicos; no es lo mismo ser padre de hijos biológicos que adoptivos, o ser padre de una niña que de un niño, etcétera. Cada una de estas modalidades exige diferentes respuestas. La paternidad como discurso envuelve una complejidad social enorme que es imposible concebir como una variable independiente.
Contextos
Como terapeutas familiares que utilizamos la narrativa sistémica, en términos generales la paternidad hay que entenderla como una interacción social en diferente dirección y complejidades; por ejemplo, en la pareja, en la familia nuclear y extensa, en la comunidad y en la cultura. En ese sentido, la nueva paternidad hay que situarla siempre en el contexto social y circunstancial, por lo menos familiar. En consecuencia, es imposible hablar de paternidad o masculinidad sin referirnos por lo menos a sus contrapartes inmediatas: la maternidad y la familia.
También utilizamos como contexto de análisis la tensión entre la modernidad y la posmodernidad. Así, hablaremos de padres tradicionales, modernos y posmodernos.
En este trabajo abordaremos varias maneras de ser padre. Analizaremos los cambios del rol paterno como consecuencia de la modernidad, y revisaremos algunos discursos alternativos que se refieren a otros tipos de paternidad que están fuera de la familia nuclear. Al final incluyo una breve reflexión sobre mi experiencia como padre soltero y propongo algunos puntos generales acerca de las implicaciones de la nueva paternidad para la terapia familiar.
El padre tradicional
Antes de examinar las nuevas formas de padres surgidas en las últimas décadas, es necesario detenernos por un momento en la familia tradicional y la manera en que se ha expresado la paternidad. En principio, es curioso el origen del término familia, ya que está estrechamente relacionado con una concepción tradicional, pues procede de una palabra latina derivada de famulus (sirviente), que en su origen aludía al lugar donde todos los esclavos y sirvientes vivían bajo un mismo techo; después, el vocablo pasó a designar el hogar donde vivían el señor de la casa, la esposa y sus hijos, así como los sirvientes. Representa lo que se conoce como cultura patriarcal tradicional, que parte de un discurso que define los roles dentro de la familia, incluida la paternidad, como si fueran preestablecidos por razones naturales o divinas, por lo que eran asumidos y no eran motivo de reflexión o estudio.
El impacto de la modernidad en la paternidad
El movimiento moderno se origina como respuesta al conocimiento tradicional que organizaba la vida cotidiana en la Europa del siglo xvii. Con base en la razón científica, la modernidad se distingue principalmente por su orientación al cambio mediante una cultura de creación de conocimientos y tecnologías que conduzcan a la transformación y el desarrollo de la vida social, lo que se conoce como progreso.
Las sociedades modernas basan su desarrollo en la ciencia, la cual ha hecho posible la industrialización, y en especial la creación de nuevas tecnologías de comunicación. Dichas sociedades, a la vez, experimentan cambios sociales mediante la institucionalización de sus organizaciones, entre las cuales se encuentra la familia. De hecho, ésta, como institución central, es objeto de estudio y reflexión día a día.
Los estudios sociales pioneros sobre la familia aparecen en las primeras cuatro décadas del siglo xx en Europa y Estados Unidos; destacan los trabajos de los antropólogos y los sociólogos. La mayoría coincidía en que la familia nuclear, en su forma patriarcal, era el modelo a seguir para las sociedades modernas (Murdock 1949; Goldthorpe 1987). El propio Talcon Parsons (1994) situó a la familia nuclear como el tipo de estructura ideal que no entra en conflicto con los requerimientos de la economía industrial. Gran parte de los estudios sociales también defendían la idea de que la familia nuclear patriarcal cumplía con cuatro funciones básicas: sexualidad, reproducción, socialización y economía (Murdock 1949).
La pareja complementaria
Teniendo en cuenta esta conceptualización estructural y funcional de la familia, se definían implícitamente los roles parentales. Por ejemplo, Parsons (1994) señaló en los años cuarenta que el esposo-padre era quien proveía de los recursos económicos mediante un empleo, mientras que la esposa-madre se quedaba en casa para velar y cuidar de las necesidades emocionales de los miembros de la familia, de modo que describía al esposo como el líder instrumental y a la esposa como el líder expresivo. Tal diferenciación entre la pareja, en opinión de este autor, era imprescindible, "tanto para las necesidades de la propia estructura social como para no establecer una relación de competencia entre la pareja que pudiera minar la solidaridad de la relación de los esposos" (1994: 55).
"El padre, bajo esta tradición, es visto como miembro periférico con relación al cuidado y socialización de los hijos. Y cuando interactúa transmite su rol de proveedor y protector, la persona que es idealmente fuerte y controladora" (Lupton y Barclay 1997).
La investigación social sobre la familia a partir de la teoría estructural-funcionalista dominó durante más de treinta años, e influyó directamente en la generación y el desarrollo de políticas orientadas a estimular la familia nuclear en su forma patriarcal, así como en la creación de nuevos campos de intervención profesional, como la terapia familiar sistémica (Medina 2001).
La pareja simétrica
Más tarde, en 1974, contradiciendo esta idea, Young y Willmott predijeron la aparición de la pareja simétrica en Inglaterra como producto de la modernidad. Formularon la hipótesis de que la tecnología, al cubrir los trabajos más arduos y aburridos, extendería los empleos y labores de las familias de la clase media hacia abajo. Ello llevaría a las mujeres de clase trabajadora a elegir entre empleo en el hogar o fuera de la casa y aumentaría la elección de carreras ocupacionales, por lo que sería cada día más similar el trabajo de los cónyuges y se generaría una relación entre la pareja más simétrica, sobre todo en las labores del hogar y el cuidado de los hijos.
En este mismo sentido, C. Díaz (1999) señala que hoy en España han aumentado considerablemente las familias basadas en la relación simétrica y que han sustituido a la patriarcal. Esto se debe principalmente al cambio de comportamiento de las mujeres: su integración en las universidades y el trabajo, el uso de anticonceptivos, la decisión de tener pocos hijos y a avanzada edad...
Asimismo, en Gran Bretaña, J. Lewis (1998) presenta los adelantos de una interesante investigación, "Matrimonio y cohabitación en dos generaciones", en el que señala que de una generación a otra, por un parte, es explícita la negociación en el trabajo del hogar, el cuidado de los hijos, el uso del dinero y del tiempo, y, por otra, se advierte un cambio en el discurso entre la pareja: se habla de tener más "libertad e independencia personal".
La hiperinformación y la protección en las sociedades modernas es otro de los aspectos que se suman a la generación de nuevos padres. Los hijos en la sociedad actual son sagrados, y su venida a este mundo está planificada, con miras a educar personas de éxito en el futuro (Lupton y Barclay 1997), por lo que se requiere más inversión de tiempo y dinero; con ello se involucra más al padre, aunque tengo la ligera sospecha de que esta sobreinformación acerca del "buen" cuidado de los hijos es otro invento de la economía consumista.
En resumen, en la cultura moderna han aparecido las parejas basadas en la relación simétrica, en la que la constante negociación es una práctica cotidiana, especialmente sobre el cuidado y la crianza de los hijos. Esto ha generado que los padres inviertan más tiempo en sus hijos y que experimenten, por lo tanto, nuevos sentimientos y responsabilidades paternas que las últimas generaciones no conocieron. Este es, en términos generales, el nuevo padre dentro de la familia nuclear moderna.