Influencias y valores en la "era del vacío"

Una entrevista al influencer Puppo Onphalos Umbilikus

Una parodia de influencer en la época del individualismo narcisita y el simulacro

Autor/a: Ricardo T. Ricci

Una oportunidad inédita ésta de acceder a la intimidad de tan distinguido personaje de nuestra época. Miles de seguidores en Instagram y Twitter, su palabra y sus imágenes marcan la tendencia de una época que a gritos pide modelos y ejemplos. Una comunidad huérfana de líderes e ídolos, desprovista de ideologías y creencias, encuentra en el gran Puppo un norte a seguir, una estrella que guía el camino.

Dada la cantidad enorme de seguidores, los efectos de sus consejos se ven inmediatamente plasmados en lo cotidiano. Su influencia modela al mundo. Hijo de madre griega y padre lituano, encarna a la vez, la frialdad del nórdico y el pragmatismo de sus ancestros griegos y fenicios. Todo un personaje que está logrando que los tiempos se adapten a él. Transcribo sólo un resumen de la entrevista; me permitió estar con él más tiempo del que puedo describir acá.


Entrevista

¿Qué puedes contarnos de tu infancia?

La época más linda de mi vida. Fui hijo único, tuve siempre tuve a mi Mami y a mi Papi sólo para mí. Participaban en la Unión de padres, eran amigos de todas las maestras, me adoraban las seños. No era bueno estudiando, no me dedicaba, me entretenía con otras cosas, contaba cuentos, era popular por mis chistes y burlas. Mis compañeros se encantaban conmigo, les hacía gracia que todo me chupara un huevo. Al final del año siempre pasaba de grado. Fui muy afortunado todo el mundo me cuidaba y me daba con todos los gustos.

¿Tu juventud?

Bueno, dirás la primera parte de mi juventud, todavía soy un pendejo recién tengo 34. Mi juventud excelente. Decidí no estudiar ni trabajar. Mis necesidades estaban satisfechas por mis viejos que son unos divinos. Tele, mucha tele. Youtube desde niño. Videos, locuras, excentricidades, ser uno mismo viste. Pronto advertí que si resultaba divertido la gente me rodeaba, me tomaba como modelo, hasta me imitaba. Busco que cada paso que doy me satisfaga, que llame la atención, que los chicos me sigan. Soy famoso, ocupo el centro de atracción, la guita luego viene sola.

¿Cómo ves al país?

¿Al mío? Lo veo re bien. De todos modos casi no estoy acá, o soy virtual (risas) o estoy viajando para buscar escenarios adecuados que me rodeen. Al país lo veo bien, mucha gente viaja, los bares se llenan, los dólares se agotan, mis fans me esperan horas de horas a la entrada del country. Papi, que es contador, me dice que estamos pagando todo, luz, gas, tarjeta, le tele, los impuestos y demás sin inconvenientes, ni se nota. Si yo estoy bien, el país está bien.

Hay muchos chicos pobres y que no reciben educación.

Si, se ve que hay, veo las villas desde la autopista. Menos mal que donde yo vivo no hay, por lo menos no los veo. Debe ser fea la pobreza. Ahora hay muchos que les gusta, que son vagos. Mami comenta que incluso les dan plata. No van a las escuelas de vagos, yo por lo menos iba y me hice mi lugar.

Les dan la leche, les dan las vacunas, des dan los útiles, comen en las escuelas, aprender a leer gratis. En resumen tienen más suerte que yo. Trato de que estás cosas no me afecten y lo logro, estoy expuesto todo el día no me puedo dar el lujo de un bajón. Alguien se tiene que ocupar de los pobres.

¿Te parece que hay más obra pública?

Justo ayer me fui a hacer unas fotos y un videíto en el puerto nuevo. Hay obra pública. A casa llego sin que el auto abandone el pavimento. La zona en que vivo, y no me refiero sólo al country, está re bien, pavimento, luz, seguridad.

Supongo que no en todos lados es igual, pero tengo la suerte que a mí y a mis papis no nos afecte. Para hacer lo que hago hay que estar bien, y yo estoy bien. Seguramente el estado se encargará - creo que se está ocupando de ello – que todos estén un poco mejor. Es ocupación de ellos, para eso los votaron. Yo pago los impuestos que tengo que pagar y exijo mis beneficios por eso y que también se distribuya.

¿El interior del país?

Ahh, son divinos. Me vienen a ver por miles, tengo cientos de miles de seguidores. Es gente sencilla por supuesto, pero son muy afectuosos. Claro, como viven en la escasez de sus provincias les deslumbran las luces que me rodean, les encanta mi onda, imitan mis jeans plateados, hasta se ponen todos el pañuelito en el cuello con el nudo al costado.

Son divinos, gente buena, sacrificada y laburante pero buena. Acudo a ellos para darles una alegría. Te imaginas…vivir en un pueblo, diversión cero. Un bajón, la muerte misma. Me encanta recibirlos, les dejo que me toquen, les regalo fotos autografiadas, les distribuyo algunos chocolates y caramelos. Ellos siempre agradecidos, siempre respetuosos y admirados con la estrella que viene de la capital. En este caso yo.

¿Amigos?

Claro, amigos y amigas y porque no amigues. De todo. No viste como siempre ando rodeado de chicos y chicas. Soy famoso, generoso, encantador, soy para ellos como una flor multicolor para las abejas. ¿Viste?

Hasta puedo ser exitosamente poético. Ellos conocen mis intimidades, todas. Yo no los identifico bien, siempre están arremolinados a mí alrededor de manera que siempre tengo alguien a quien tocar, ver, gustar, oír y oler. Lleno mis sentidos con ellos, mis amigos.

En general me confundo, llamo Luis a Pedro, María a Silvia. No importa, si a ellos no les importa, mucho menos a mí. Son todos más o menos iguales, cortados con la misma tijera e influenciados por el mismo influencer (risas).

Libros.

No, nada de libros. Los aborrezco desde mi infancia. Me parecen una pérdida de tiempo. ¿Para qué meter las narices en vidas ajenas cuando uno tiene tanto de ocuparse con la propia? No, libros no, tampoco películas ni series.  

¿Admiras a alguien?

Claro, a todos y a ninguno. Cada persona admirada tiene un rasgo a imitar o un talento a desarrollar. Yo admito ese talento, esa característica distintiva y la hago mía con facilidad. En realidad admiro lo que aquel o este tiene para darme, lo que me puede hacer más completo, lo que puede hacer que brille más.

Mirá, la situación es así: los sistemas planetarios no tienen dos soles, hay uno solo. Yo soy ese sol, todo brillo me pertenece. En los que admiro rescato mis brillos. Suena egoísta, pero es así. A vos, a todos, les pasa lo mismo, no lo nieguen, no sean hipócritas. Los que somos genuinos, francos, odiamos a los hipócritas.

Los políticos

No son como yo. Les importa un pito el otro. Si, ya sé que no conviene generalizar pero… ¿Viste un político pobre? ¿Viste uno que no se use a sí mismo como referencia de toda virtud? Lo que es lamentable es que a algunos no les da el cuero, son de cuarta. Burdos, groseros, predecibles. La genialidad, lo que hace la diferencia se encuentra lejos, muy lejos de ellos.

Lo digo con modestia: los genios somos muy, muy pocos. El bien común es una consigna electoral, una bandera que se guarda entre los trastos mientras se gobierna. A la hora de la elección se le saca un poco el polvo y se la exhibe por un tiempo. Luego, a la bolsa nuevamente. Mientras me dejen hacer y no me jodan con la AFIP, que hagan lo que se les antoje.

Una virtud.

Si varias. Se me ocurren ahora, pero no son las únicas, la bondad y la belleza. Uno, tú, yo es la medida de toda virtud. Es bueno lo que me hace bien, es decir, lo bueno es lo que es bueno para mí. Esa es toda una referencia pues lo que es bueno para mí, puede ser bueno para alguien más. Lo bello es lo que uno hace, de lo contrario no lo haría.

¿Vos darías la vida por algo que no fuera ni bueno ni bello? No, obvio. Es lo que me pasa a mí, reconozco como buenos los recursos que poseo y los medios de los que me valgo, y lo que produzco es belleza. Por eso miles y miles me siguen. ¿O vos me entrevistas por las porquerías que hago? No, me entrevistas porque me destaco, porque estoy fuera del montón, porque soy incapaz de dañar y porque se lo que es bueno para todos. Eso es lo que hace que mi sol no se apague y todos deseen ser iluminados por él.


Hasta aquí he transcripto una parte de la entrevista con Puppo. Es todo un personaje. Todo un aparato digno de ser imitado. Luego recorrí con él su casa. Tiene todo tipos de mascotas, gatos, perros, tortugas, flamencos y hasta arañas. Su habitación es una curiosidad, toda blanca, sólo tiene una cama de tres metros por tres. No hay asientos, mesas, libros, nada. Lo mínimo, la cama y la blancura de las paredes y postigos de las ventanas. ¿Será austeridad, mesura, minimalismo?

Pasamos toda la tarde charlando. Se sumaban sus amigos y luego abandonaban el grupo. Me llamó la atención algo: Puppo tiene un mate para él, y otros para la ronda de amigos. Cuando me despedí le agradecí toda su amabilidad y generosidad. Sólo me contesto: “de nada”.   


* El autor: Dr. Ricardo T. Ricci, es médico clínico y profesor Titular de la Cátedra de Antropología Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina