La práctica médica y las humanidades sin duda se tocan más de lo que muchos creen. Esa es la premisa del libro de la Cátedra de Clínica Médica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) En búsqueda de los vínculos perdidos entre la medicina y la cultura, compilado por la doctora Amalia Pati (Laborde Editor, 2022).
“Durante décadas, desde la Cátedra de Clínica Médica y gracias a esa especie de serendipia que fue mi descubrimiento de la literatura, acaricié la idea de ir al encuentro de una página que diera cuenta de los vínculos entre la medicina y las humanidades todas, que erróneamente por los avatares de la Historia se habían perdido y olvidado”, narra Pati en la contratapa del libro.
Para tal fin, la compiladora se propuso buscar “personas convencidas de la necesidad de rescatar el vínculo” para así comprender “que el médico no es un técnico, sino un hombre y una mujer instruidos”, conocedores no sólo de la biología y la técnica, sino también de la cultura que dan otras disciplinas que apuntan a la empatía frente a otros seres humanos que atraviesan momentos cruciales.
El resultado fue un volumen con textos de la misma Pati y de los médicos y profesores Alcides A. Greca, Daniel Flichtentrei, Jorgelina Presta, Ricardo T. Ricci; el médico e investigador del Conicet Oscar Bottasso, la Doctora en Historia Elisabetta Pagliarulo, el periodista y profesor de Letras Federico Ferroggiaro y la Licenciada en Bellas Artes y Gestión Cultural María José Goás.
FICHA TÉCNICA:
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Desde IntraMed, compartimos el prólogo del Dr Alcides Greca, Profesor Honorario de la UNR:
Acerca de la cultura y de la medicina
Resulta difícil hablar del concepto de cultura. Parafraseando a Agustín de Hipona, podemos decir que es una de esas cosas que sabemos qué son mientras no nos pregunten, pero que en el mismo instante en que intentamos definirlas nos perdemos en una nebulosa como si nada supiéramos acerca de ellas. Por el momento, basta decir que el vocablo proviene del verbo latino colere, del que deriva cultum (cultivo). La voz seminario, también derivada del latín seminare (sembrar), y algunos otros conceptos conexos dan al desarrollo y perfeccionamiento de las facultades intelectuales y morales del ser humano ese sentido de siembra y de cultivo que en esencia caracteriza a la cultura. Estas maneras de pensar, de sentir y de vivir, debidamente cultivadas, constituyen la base de lo que entendemos por civilización.
En la Grecia antigua se hablaba de paideia (crianza y educación de un niño) y en Roma de humanitas (naturaleza y dignidad humanas) de donde deriva nuestro humanismo. El genio de Platón y de Aristóteles no pudo sustraerse al pensamiento fuertemente clasista, xenófobo y aristocrático de la sociedad de su tiempo. De tal modo, concibieron la cultura como un refinamiento que no podía estar al alcance de todos, sino solamente de los mejor dotados, y que definitivamente era inaccesible a los esclavos. La palabra latina otium (ocio) implicaba el descanso de las ocupaciones, que permitía el cultivo del espíritu (ocio creador), y tenía su contrapartida en el negotium (nec otium), ocupación o actividad práctica que alejaba del refinamiento cultural. Va de suyo que el otium estaba solo al alcance de las clases dominantes.
La condición aristocrática de la cultura se mantuvo por muchos siglos y recién se puso en tela de juicio, hasta abandonarse, en la Ilustración. El pensamiento crítico y el análisis racional de todo aquello que pudiera ser sujeto de investigación, se propuso a partir de los siglos XVIII y XIX, así como la difusión de la cultura, con la consiguiente renovación de la vida individual y social.
Hasta esa época, la relación entre el humanismo y la medicina resultaba evidente para todos; tanto es así que los grandes médicos cultivaron también diversas áreas del saber, lo que los convirtió en grandes humanistas. De esa relación quedaron en la historia de la medicina figuras como Jean Martin Charcot, Charles Bell, Sigmund Freud, William Osler, entre muchos otros que adjudicaron a las artes y a la cultura en general un lugar central en la formación del médico.
El avance incontenible de la tecnología que caracterizó a la segunda mitad del siglo XIX y todo el siglo XX hasta llegar a nuestros días en pleno siglo XXI, hizo que la medicina se independizara de esta postura humanista y se fuera haciendo, más y más, una disciplina sumamente tecnificada. El médico llegó a sentir que para poder ejercer idóneamente su profesión, teniendo en cuenta la abundancia de conocimientos que debía adquirir, así como el tiempo de que disponía, solo podría lograrlo si se proponía profundizar sus habilidades técnicas. La cultura, concebida en su versión más amplia y abarcadora, era un campo de exploración para otros.
Convencidos de que este giro epistemológico no podría más que empobrecer la práctica médica y de que la amplitud de mirada del médico hacia otras áreas del saber resultaba imprescindible, desde la Primera Cátedra de Clínica Médica y Terapéutica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, pusimos en funcionamiento un sitio web de contenidos técnicos, junto a otro que llamamos Medicina y Cultura, que tenía a éste como su principal objetivo.
Medicina y Cultura fue dirigido y sostenido con notable continuidad, gracias a un enorme esfuerzo personal, por Amalia Pati, quien logró que con el paso de los años, fuera éste un sitio de visita habitual de docentes, alumnos y colegas de nuestra disciplina y también de otras cuyos actores colaboraron en el sostén de su continuidad.
El libro que hoy presentamos y que me enorgullezco en prologar, representa una selección de los textos que fueron enriqueciendo a lo largo de los años la versión digital. Porque amamos al libro como instrumento de cultura, porque creemos en su importancia y en su vigencia, y porque confiamos en que ningún soporte electrónico podrá reemplazar el placer de la experiencia de la lectura y de la sensación indescriptible del tacto de las páginas y el aroma de su tinta, Amalia Pati tomó la responsabilidad de ofrecer esta versión en papel de Medicina y Cultura. Le auguro una acogida tan entusiasta como la que tuvo, sostenidamente, la versión digital.
Alcides A. Greca