"El comportamiento biológico de los quistes renales que aparecen en pacientes con enfermedad renal poliquística comparte numerosas similitudes con el cáncer de riñón, lo que nos sugiere que puede existir una asociación entre las dos patologías", ha comentado Cheryl Walker, del citado centro.
La prueba de que el mismo gen tumorsupresor pueda controlar ambas enfermedades renales establece la primera asociación entre ambas patologías.
El equipo de Walker ha desarrollado un modelo murino portador del gen tumor supresor de la esclerosis tuberosa defectiva, cuyas siglas en inglés corresponden a TSC2. En 1990, los citados investigadores identificaron en gen y en 1997 una de sus colaboradoras, Elena Kleymenova, continuó las investigaciones para localizar los defectos genéticos que producen el riñón poliquístico.
Los investigadores observaron que el gen TSC2 también controla la función del PKD1, el gen principal implicado en el riñón poliquístico. También vieron que la proteína producida por el TSC2, denominada tuberina, es necesaria para la correcta función de la proteína PKD1, la policistina-1.
En el estudio se observó que las ratas Eker, que no son capaces de producir tuberina, contraen la forma más severa de enfermedad renal poliquística. Si las células renales pierden la tuberina, no pueden transportar la policistina-1 a la membrana celular, donde es necesaria para la función normal del riñón.
Sin embargo, cuando el equipo de Walker introdujo tuberina en las células renales del modelo murino, la policistina-1 retornó a la membrana celular.
El estudio muestra de forma significativa una asociación entre las vías implicadas en el desarrollo del tumor renal y en el riñón poliquístico, lo que ha permitido a los científicos emplear dicha información para conocer cómo se desarrolla el cáncer en el riñón, lo que puede facilitar el desarrollo de pautas preventivas y terapéuticas para la enfermedad del riñón poliquístico. "Como la tuberina parece regular la función de la policistina-1, el control de la expresión de la tuberina puede limitar la severidad del riñón poliquístico en humanos".
Los resultados del citado trabajo pueden impulsar esfuerzos adicionales para investigar los defectos del gen TSC2 en el riñón poliquístico autosómico dominante y lograr una curación de los quistes renales.