Una nueva prótesis, tan flexible como el tejido normal, permite reparar las malformaciones congénitas o la destrucción total o parcial, de una o las dos orejas por un accidente.
El implante, de silicona blanda texturizada, es la síntesis de más de 30 años de práctica del doctor César Arrunategui, director médico de la Clínica Belvedere de Belo Horizonte, en Brasil. Su técnica se aplica gratis en el Hospital Barata Riveyro (Río de Janeiro). Este año estará disponible en el país.
"Es una alternativa más efectiva que las prótesis rígidas que se usan con más frecuencia porque no hay riesgo de infección -comentó a LA NACION el doctor Arrunategui, de visita en el país-. Si el paciente duerme del lado de la reconstrucción, por ejemplo, con este material no hay riesgo de deformación."
La principal aplicación de este tipo de implantes es en chicos que nacen con deformaciones en una o ambas orejas (microtia), lo que ocurre en 1 de cada 20.000 chicos. Otro uso es la reparación por accidentes de tránsito, peleas callejeras o mordidas de perro.
La técnica consta de tres pasos. Primero, se abre sobre la piel del cráneo un "bolsillo" donde, con anestesia local, se introduce el implante. Seis meses más tarde, el cirujano rota el lóbulo a su posición normal porque cuando los chicos nacen con microtia, crece pegado al cráneo, según explicó el cirujano Guillermo Blugerman, presidente de la Asociación Internacional de Expertos en Cirugía Estética y codirector de la Clínica B&S, donde Arrunategui dictó las charlas.
Por último, la oreja reconstruida se separa del cráneo para darle una apariencia normal. "Hay que esperar los tiempos biológicos de cada paciente para que el organismo fabrique tejido alrededor -señaló-. Sobre ese tejido colocamos un injerto de piel tomado de la oreja sana o de la región inguinal."
En cuanto a la reconstrucción funcional de la oreja, Arrunategui sostuvo: "Los otorrinolaringólogos han intentado hacer una reconstrucción del conducto auditivo externo, pero esto ha traído muchos problemas y ningún beneficio para los pacientes. Es que, en general, la microtia afecta a una sola oreja, por lo que los pacientes escuchan bien con la otra y corren el riesgo de sufrir complicaciones, como la parálisis facial, al reconstruir el hueco del conducto auditivo."
En los dos años posteriores a la cirugía, el paciente asiste a controles periódicos. "Después de ese tiempo se considera clínicamente que el implante está estable y que el paciente no tendrá problemas", dijo Arrunategui, que entre 1970 y 1974 fue director médico de cirugía plástica de la Unidad Barsky, en Vietnam, donde trabajó en la reparación de quemaduras. Cumplido ese período, el control es cada cuatro años.
En los chicos, según los especialistas, la cirugía se puede hacer a partir de los 5 años porque sólo a esa edad estaría desarrollado el 80% de la oreja por tratar. Pero sea en adultos o en chicos, la técnica y los tiempos necesarios para colocar el implante son los mismos. En ambos, la mayoría de las cirugías repara malformaciones congénitas.
En general, explicó Blugerman, se usan implantes rígidos de polietileno poroso y microperforado (ver foto), en cirugías con anestesia general que pueden durar hasta siete horas. "Las orejas que se obtienen al usar esas prótesis son duras, como si fueran de madera -comentó-. En cambio, la simplicidad de la técnica que creó Arrunategui reside en que no se agrede ninguna otra parte del cuerpo, importante en los chicos."
Otra forma de reparar malformaciones o "roturas" de las orejas por accidentes es reproducir el implante con cartílago costal (tejido que une las costillas al esternón) del paciente. "Con los años, se puede hundir el pecho o desarrollar escoliosis (desviación de la columna). Los chicos, por ejemplo, no avisan que les duele el tórax y caminan torcidos para evitar el dolor", indicó Blugerman. Para Arrunategui, otro riesgo es que con el paso de los años el cartílago implantado se transforme en hueso.
Fabiola Czubaj