En América latina.

Buenos Aires, la ciudad con mayor consumo light.

Un hábito extendido.

Mientras que en las principales ciudades de América latina cuatro de cada diez familias optan por los alimentos en sus versiones reducidas en calorías para combatir los kilos de más, en Buenos Aires esa tendencia supera lo imaginado.

Ocurre que aquí los productos light se consumen en seis de cada diez hogares, para cuidar la salud en general (48%) o para bajar de peso (39%). De este modo, los porteños se ubican en el primer puesto regional de preferencia por ese tipo de alimentos, según una encuesta de la consultora LatinPanel realizada en 9000 hogares de 16 ciudades latinoamericanas.

“La publicidad tiene mucho que ver con esta tendencia light, que no es tan saludable. En las grandes ciudades, la población no tiene una alimentación sana por la cantidad de mensajes que recibe sobre un cuerpo supuestamente ideal. Entonces, consumen productos dietéticos cuando en realidad no los necesitan. Es decir, usan alimentos light «por las dudas» y no saben que con una alimentación bien equilibrada sería suficiente para cuidar la salud. En realidad, la diferencia que se logra con el consumo de estos productos es mínima", aseguró la licenciada Cynthia Musso, jefa del Departamento de Alimentación y Dietética del Hospital de Clínicas.

Y es que, según la encuesta, esa elevada fascinación porteña por los alimentos con bajo contenido calórico es resultado sólo de la costumbre en un 8% de los hogares. "Hay personas que tienen un índice de masa corporal normal y también consumen estos productos porque sí, cuando podrían cumplir con una alimentación variada", agregó Musso.

Para la licenciada Viviana Viviant, de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (Aaydin), el consumo de productos light en Buenos Aires también es alto. Sin embargo, opinó que todo depende de que la incorporación de "lo diet" no elimine de la mesa del hogar aquellos nutrientes que son indispensables para el buen funcionamiento del organismo... En especial, en los chicos.

"No es malo que a partir de los 3 o 4 años de edad se empiece a consumir lácteos descremados o productos bajos en grasa, azúcar o sal, porque es una forma de empezar a prevenir enfermedades. Menos aún si tienen una historia familiar de obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedad cardiovascular. El problema aparece cuando a los chicos se les dan productos que los privan de algún nutriente necesario para el desarrollo. Lo importante es que los alimentos dietéticos no sean la base de su alimentación", señaló Viviant.

Menos grasa, azúcar o sal

En general, los productos que con envoltorio color verde o con las palabras "light" o "diet" junto a su nombre tientan desde la góndola del supermercado o en el estante del almacén, tienen menor cantidad de grasa, de azúcar o de sal en su composición que sus versiones originales.

"El objetivo fundamental de estos productos es la persona con problemas de peso, con diabetes o hipertensa -puntualizó Viviant-. Lo que muchas veces la gente no sabe es que el concepto «dietético» no siempre tiene que ver con las calorías."

Entre los ejemplos están la leche sin lactosa para las personas que sufren intolerancia al azúcar láctea o los productos sin trigo, avena, cebada y centeno (TACC), que son tóxicos para los celíacos. Sin embargo, esta eliminación, reducción o reemplazo de alguno de sus componentes no necesariamente implica una disminución de las calorías que aporta su consumo.

"Un gran porcentaje en un plan para perder peso pasa por reducir la cantidad de los alimentos que se ingieren -sostuvo la licenciada Musso-. Un gramo de grasa aporta 9 calorías y 1 gramo de hidratos de carbono, 4 calorías. Por lo tanto, con sólo reducir la cantidad de grasa de un alimento ya pasa a ser hipocalórico y esto confunde a la gente."

Para aquellas personas que cumplen con un plan de descenso de peso, hay productos dietéticos que se pueden consumir con mayor libertad que otros, según la cantidad recomendada por un especialista en nutrición. En general, son los alimentos líquidos, como los caldos o las sopas, la gelatina o las bebidas a base de hierba.

Sólidos, con límite

En cambio, los alimentos sólidos exigen más atención a la hora de limitar las porciones. "En el caso de los quesos con bajo tenor graso, por ejemplo, el tipo cuartirolo aporta un 3% de grasa contra el 30% del queso fresco común -indicó Viviant-. Pero, si una persona come más de la porción permitida, reduce todo beneficio."

Lo mismo ocurre con el resto de los alimentos reducidos en calorías y en contenido graso, como los embutidos, las milanesas de soja o los cada vez más variados postres para saciar la ansiedad por algo dulce a media mañana o tarde. "Cada pote de esos postrecitos tiene unas 100 calorías -agregó la nutricionista-. Se pueden consumir, pero sin vía libre porque se estarían reemplazando nutrientes que se podrían ingerir con otros alimentos."

En general, ambas nutricionistas coincidieron en mantener una alimentación con abundantes verduras, frutas naturales y lácteos, que en su versión descremada también aportan calcio y vitaminas. Los chicos, en tanto, deben comer alimentos variados, ya que cada uno aporta diferentes nutrientes y todos son necesarios para un desarrollo sano.

 

A propósito del tema un texto de Esepticiemia por Gonzalo Casino (España).

Ideas verdes

Sobre la biodiversidad ideológica y el entusiasmo reduccionista por lo verde


Lo mejor de mi caña de pescar es su marca de fábrica: Shakespeare (since 1897). Además de que piquen los peces, siempre espero que muerda el anzuelo alguna buena frase o idea, o siquiera alguna sugerente palabra de las más de 20.000 que empleó ese “animal lingüístico” que, según George Steiner, “dio muestras de una capacidad para expresar el mundo que no encontramos en ningún otro hombre o ninguna otra mujer”. Pero para que un pez te traiga una buena idea bajo la aleta hace falta haber cebado antes las neuronas, que se produzca una feliz sinapsis y, naturalmente, que piquen los peces. Y esto es algo que no ocurre todos los días ni en todas las aguas. En el siempre revuelto río de internet la ganancia del pescador se nos promete más fácil. Por lo que tiene de ecosistema global, internet representa el más surtido muestrario de ideas de la historia de la humanidad. Y donde digo muestrario, podría decir observatorio, escaparate, semillero, laboratorio o incluso centro de interpretación de la naturaleza (humana). Evidentemente, no se trata tanto de ideas nuevas y originales, que siempre son un bien escaso, como de ideas a granel, mezcladas en confusa amalgama y en muy distintas fases de desarrollo y concreción. En internet hay ideas para todo y todo tipo de ideas. Existe, cómo no, Ideas.com y otros sitios de contenido similar. La revista Yahoo Internet Live (hay una también una versión en papel), que incluye cada mes una variada selección de sitios, proponía en su número de junio bajo el epígrafe “cool ideas”, los siguientes: Streetspace, Agencevirtuelle.com, Inphase Technologies, Given Imaging y Nascomms.com, además del mencionado Ideas.com. No hay más que entrar en ellos para percatarse de que no todo el mundo piensa en lo mismo cuando habla de ideas. Algunos creen que las ideas sólo sirven para hacer negocios y otros están convencidos de que con una buena idea serían capaces de mover el mundo. Pero el mundo (real e ideológico) da mucho más de sí.

Una cosa que llama la atención es el actual auge de las ideas “verdes”, comprendiendo aquí desde el ecologismo y su ideología política hasta los planteamientos alternativos (ya sea el turismo, la cocina o la salud) de inspiración naturalista. En las selecciones de Yahoo Internet Live siempre hay espacio para lo verde en general y para la salud natural en particular. Esto no es sólo políticamente correcto sino también un reflejo del momento dulce que viven actualmente las medicinas complementarias o alternativas en occidente. De todo este auge de lo natural y alternativo, que va acompañado de un creciente espacio en los medios de comunicación, quizá lo más evidente es la importante cifra de negocios que representa. La aceptación acrítica en muchos casos de todo lo que lleva la etiqueta natural, ecológico o alternativo no deja de ser sorprendente y no se puede explicar sólo por las perversiones del capitalismo y las flaquezas de la medicina oficial. El siempre agudo Petr Skrabanek decía que “el retorno a la naturaleza es un sueño recurrente para aquellos que no pueden hacer frente a las complejidades de la vida, aquellos que prefieren las visiones simples al confuso caleidoscopio de las sociedades industriales, aquellos que desearían regresar a la infancia y enterrar sus cabezas entre los generosos pechos de la Madre Naturaleza. Algunos corren desnudos por los bosques, otros cultivan verduras orgánicas y se hacen sus propias sandalias, y mientras, los que están dotados de un espíritu más filosófico, evocan la utópica visión de una harmonía holística entre el hombre y el universo”. ¿Qué persona bien nacida no es a estas alturas un defensor de la naturaleza y la biodiversidad (también la de las ideas)? Pero de eso a convertir el pensamiento verde en casi una religión hay un abismo intelectual que sólo se puede negar con altas dosis de ingenuidad o por intereses de otro color. El negocio de lo verde es sin duda un negocio redondo, pero algunas de sus ideas están más que verdes.