Cardiólogos de la Clínica Mayo (Estados Unidos) han publicado en la revista “Circulation” su investigación realizada entre 1979 y 2002 sobre la relación que el clima guarda con el infarto de miocardio y la muerte súbita cardíaca.
La muestra fue una población del condado de Olmsted (Minnesota), contemplando que en invierno se producen más episodios cardiacos graves que en el resto del año. En la investigación, coordinada por Yariv Gerber, se cotejaron los datos de 2.676 infartos y 2.066 muertes registradas en el transcurso de los 23 años con los informes periódicos del Servicio Meteorológico Nacional. Los datos revelaron que los picos de mayor casuística se identificaban con las bajadas más pronunciadas de la temperatura exterior.
A semejante conclusión llega, asimismo, un estudio de la Universidad de Atenas (Grecia) publicado en “Heart”. Los investigadores griegos analizaron la información sobre mortalidad cardiaca de la capital griega a lo largo del 2001 y observaron diariamente los datos climáticos de la Sociedad Meteorológica Nacional sobre temperatura, niveles de presión y humedad. El número total de muertes por infarto de miocardio fue de 3.126, de las que 1.953 correspondieron a individuos de sexo masculino.
Los expertos registraron marcadas variaciones estacionales, de forma que durante el invierno de aquel país (no precisamente extremo) se produjo un 30% más de muertes debidas a infarto de miocardio que en verano. La temperatura más baja registrada no llegó nunca a cero grados, con una media de seis grados durante el invierno y 34 durante el verano.
Los autores apuntan que, incluso en un clima mediterráneo relativamente suave como el de Atenas, los cambios en la temperatura y la humedad tienen un impacto significativo sobre la mortalidad cardíaca.
Heart Jul 2006;doi:10.1136/hrt.2006.091884