Valeria Román
vroman@clarin.com
Mercedes Weissenbacher es una de las más prestigiosas detectives de virus que circulan por la Argentina. Lleva más de 50 años dedicada a desbaratar las estrategias que los virus usan para penetrar en las células humanas y replicarse. Su exitosa carrera (que incluyó trabajar en la Organización Panamericana de la Salud en Washington, Estados Unidos) le valió ahora para obtener un sitial en la Academia Nacional de Medicina.
Asumió el jueves pasado y es la segunda mujer que fue aceptada como miembro del cuerpo académico de medicina más antiguo de América Latina (fue creado en 1822). La primera fue Christiane Dosne Pasqualini, que asumió en 1991. Las dos mujeres estarán junto a 33 hombres.
Weissenbacher, de 70 años, es investigadora superior del Conicet en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Todavía no abandonó su lucha por revelar las tretas de las partículas que —aunque son incapaces de vivir independientemente— complican la vida del ser humano.
Cuando cursaba la carrera de medicina en la UBA, "me gustaba la idea de atender pacientes, pero también quería estar en el laboratorio", cuenta a Clarín, en su casa en el barrio porteño de Barrio Norte. Hasta que la aparición de la fiebre hemorrágica argentina —una enfermedad desconocida hasta 1958— hizo que Weissenbacher quedase atrapada por la investigación. Ella trabajó con Armando Parodi (padre), quien había aislado el virus Junín, que se hospeda en roedores y provoca la infección.
En aquel momento, la fiebre hemorrágica local producía la muerte en el 20 por ciento de los afectados, un porcentaje que bajó a menos del 1 por ciento en la actualidad. Los estudios de Weissenbacher y de otros expertos dieron dieron como resultado una vacuna nacional, que empezó a elaborarse masivamente el año pasado.
Más adelante, otro virus capturó su atención: el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa la enfermedad del sida. "Hoy es el virus más estudiado del mundo —acota—. Se podría decir que es como el virus más brillante de todos. Se integra en el genoma del huésped y ataca las células que precisamente le dan inmunidad al organismo". Opina: "Hoy, en la Argentina, gran parte de los infectados accede a los tratamientos. Pero algo me preocupa: la mitad de los infectados por VIH no sabe que lo está. Por lo cual, falta mucho por hacer en prevención y en el cambio de hábitos para no infectarse o para tratarse a tiempo".
En los 90, su mirada giró hacia el hantavirus, que se transmite a través de roedores silvestres. En 1996, junto con otras investigadoras, Weissenbacher planteó la posibilidad de que el hantavirus se transmitiese también por el contacto con otra persona infectada. Estudios de otros confirmaron que estaban en lo cierto, tras investigar un brote en El Bolsón en 1996.
De mirada transparente y con mucha calma, Weissenbacher dice que aún hay mucho virus sin conocer. "Suelo pensar —dice con una sonrisa— que los virus se encuentran sólo donde hay virólogos".
La más antigua de América
La Academia Nacional de Medicina es una entidad civil sin fines de lucro, que fue creada por Bernardino Rivadavia (que era Ministro de Gobierno de Martín Rodríguez) en 1822. Es la más antigua de América.
Cada año, otorga premios que reconoce la excelencia en la investigación científica. De la Academia dependen tres institutos de investigación, que están dedicados a estudiar la leucemia, la hemofilia y las trombosis, entre otros males.