Por Jorgelina Naveiro
En silencio pero a paso firme, el Centro Unico Coordinador de Ablación e Implante de la Provincia de Buenos Aires (Cucaiba) trabaja en el desarrollo de piel artificial para atender a pacientes con quemaduras graves. El organismo realiza investigaciones en el campo de la ingeniería de tejidos y la medicina regenerativa desde hace diez años, pero ahora comenzará a generar productos, con normas de calidad internacionales, en un laboratorio especialmente creado para ese fin.
Hoy sólo tres centros privados trabajan en el país en este tema. Esta será la primera experiencia en el sector público. El objetivo a corto plazo es producir sustitutos de la piel y, a largo plazo, reparar la médula espinal y órganos complejos como riñón e hígado. Sin embargo, todavía falta un largo camino: a la investigación le siguen los protocolos y los ensayos clínicos. En los Estados Unidos, hasta ahora, apenas dos “parches” de piel sintética aprobados por FDA se comercializan
¿Cómo se fabrica la piel? En base a dos elementos: la matriz (el andamio, natural o sintético, que recrea la estructura tridimensional del cuerpo) y las células, que se cargan sobre ella. Ese compuesto se aplica luego sobre el paciente. “El ser humano regenera la piel pero con cicatrización y ésta deja secuelas funcionales y estéticas a veces muy graves, sobre todo si la lesión fue grande. Entonces hay que ayudar al propio cuerpo dándole las guías para que regenere de la manera más normal posible. Si a esto le agregamos el elemento celular podemos tener en corto tiempo la reconstrucción del tejido original ad integrum”, señaló a PERFIL Eduardo Mansilla, director del flamante Laboratorio de Ingeniería Tisular, Medicina Regenerativa y Terapias Celulares, del Cucaiba.
Los productos estarán al alcance de los pacientes “en el corto plazo”, dijeron en el laboratorio. Y aclararon que, en principio, se aplicarán a casos puntuales.
El futuro. La investigación también apunta a la medicina regenerativa. El objetivo, en este caso, es atraer las células madre que el propio organismo fabrica de manera automática ante una lesión hacia el lugar dañado, con ayuda de la nanotecnología. “Podremos movilizar las células del paciente hasta la lesión, expandirlas y volvérselas a colocar si es necesario”, dijo Mansilla.
El trabajo que lleva adelante el equipo, en colaboración con el Hospital de Quemados y la UBA, es reconocido a nivel mundial. Un megaproyecto encarado por la compañía norteamericana Osiris Therapeutics lo menciona como la alternativa ante lesiones radioactivas en la población por posibles ataques nucleares.
El objetivo final de los argentinos es más ambicioso. Están convencidos de que la ingeniería y regeneración tisular y las terapias celulares permitirán dejar atrás los trasplantes. “La idea es que en el futuro no sea necesario procurar órganos; serán reconstruidos en los laboratorios y podrá explotarse su capacidad de regeneración”, concluyó Mansilla.