Un equipo de investigadores del Instituto de Investigación del Hospital Universitario Vall d'Hebron, de Barcelona, ha podido evidenciar por primera vez la respuesta inflamatoria intracraneal en personas que han padecido un traumatismo. Al contrario de de lo que se pensaba, la respuesta inflamatoria es muy rápida, inicial y elevadísima. Estos datos, a pesar de que es necesario poderlos reproducir en estudios posteriores, han sido publicados en "Intensive Care Medicine" y suponen un cambio de paradigma respecto a lo que se creía que sucedía en estos casos y serán utilizados en el futuro para establecer dianas terapéuticas a una difícil situación cómo es el traumatismo craneoencefálico, la primera causa de muerte y discapacidad en menores de 45 años.
Hasta hace muy poco, la medida de la respuesta inflamatoria intracraneal a un traumatismo se valoraba midiendo los marcadores de la inflamación en plasma. La teoría era que, en el cerebro, esta respuesta inflamatoria era mínima y aumentaba tardíamente (48-72 horas después del traumatismo). A partir de ese tiempo se detectaban los marcadores de respuesta inflamatoria en plasma.
Una de las novedades del nuevo estudio ha sido la técnica utilizada para obtener estas medidas. Hace relativamente poco tiempo, se empezó a utilizar una nueva técnica de microdiálisis en casos de traumatismos moderados y graves. Esta técnica no es más invasiva que las ya utilizadas para la medida de la presión intracraneal, imprescindible para el control de estos pacientes y la toma de decisiones terapéuticas. Aprovechando el mismo orificio de entrada del catéter, se introduce uno de un calibre inferior a un milímetro que filtra sustancias químicas pequeñísimas, que evalúan el metabolismo (glucosa y otros indicadores del funcionamiento de las neuronas). Desde hace muy poco, esta técnica permite el filtrado de sustancias mucho más grandes (unas 1.000 veces más grandes) como algunas proteínas. Este nuevo paso ha permitido estudiar directamente, en el interior del cráneo, enzimas y marcadores de inflamación. De esta manera se ha podido evidenciar que esta inflamación existe y que aparece desde las primeras horas (antes de 12 horas), tiene un pico a las 24-48 horas y después esta respuesta va disminuyendo. De forma que, contrariamente a lo que se pensaba, es una respuesta aguda y muy elevada.
Estos resultados tienen muchas implicaciones. No sólo explican un mecanismo que no se conocía, sino que se ha visto que la MMP9 (una de las enzimas estudiadas) se activa inmediatamente después de un traumatismo y se sobreexpresa en la fase aguda del traumatismo, pudiendo además contribuir a dañar la barrera hematoencefálica. Esto explicaría por qué estos marcadores de inflamación no se detectan inicialmente en plasma y sí a las 48-72 horas. La explicación no responde a una elevación tardía de esta inflamación intracraneal como se creía, sino a que inicialmente los elementos inflamatorios no atraviesan esta barrera hasta que las propias metaloproteinasas (MMP) no la vencen.
Este cambio de paradigma supone además una posible diana terapéutica. "Si se conoce esta respuesta inflamatoria precoz y el daño que produce en la barrera que protege este cerebro, será posible incidir, inhibiendo esta cascada lesiva", nos explica el Dr. Joan Sahuquillo, jefe del Servicio de Neurocirugía del citado hospital. Estos resultados suponen un claro ejemplo de investigación traslacional, pues pueden tener en el futuro una clara y directa aplicabilidad en la atención a los enfermos, proponiendo esta nueva diana terapéutica a una patología altamente frecuente, grave y, demasiado a menudo, mortal.