Coreografía triunfal

El lenguaje corporal de los ganadores es biológico

Echar la cabeza para atrás, agitar los brazos en el aire, sacar el pecho y mostrar una enorme sonrisa, podría ser un comportamiento derivado de una base genética de los gorilas de montaña o los monos.

Echar la cabeza para atrás, agitar los brazos en el aire, sacar el pecho y mostrar una enorme sonrisa. La coreografía triunfal que ejecutan los atletas olímpicos ganadores no son sólo imitaciones de quienes han obtenido una medalla de oro.

Un estudio dado a conocer la semana pasada indica que al parecer dichas muestras de orgullo tienen una base biológica que compartimos con los gorilas de montaña y los monos.

Con el objeto de entender emociones como el orgullo y la vergüenza, científicos estudiaron las competencias de judo de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2004 y compararon el comportamiento de los jugadores de judo ganadores y el de los perdedores.

Los investigadores encontraron que las muestras de victoria eran las mismas en todas las culturas e incluso entre los atletas que nacieron ciegos y que no pudieron haber aprendido dicho comportamiento viendo celebrar a sus compañeros.

"No hacemos esto porque veamos a otros hacerlo o porque nos hayan dicho que lo hagamos", dijo Jessica Tracy, autora principal del estudio y profesora adjunta de psicología en la Universidad de British Columbia. ''Ese comportamiento, esos movimientos son innatos".

Los investigadores reportaron la semana pasada en la revista Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés) que el lenguaje corporal tanto de los ciegos como de quienes sí pueden ver muestra los mimos patrones, no sólo al expresar orgullo sino cuando sienten vergüenza.

La idea de que el puño triunfante que se agita o los hombros caídos tienen un origen biológico podría parecer muy obvia para cualquiera que esté viendo los Juegos Olímpicos, pues se puede distinguir muy fácilmente al ganador de la medalla de oro y al que no le fue muy bien. Sin embargo, es difícil determinar si estos comportamientos son aprendidos o son respuestas biológicas.

En la historia de la investigación de las emociones, se le ha dado mayor importancia al estudio de ciertas emociones que tienen un claro propósito evolutivo, dijo Tracy. La ira, por ejemplo, podría servir para preparar a una persona a enfrentar una confrontación, mientras que el temor la puede preparar para huir.

No obstante, emociones que requieren de un cierto nivel de autoconciencia, como el orgullo y la vergüenza, han sido más difíciles de analizar.

Este estudio reciente "contribuye en gran medida a la idea de que este tipo de emociones tienen un origen biológico", indicó David DeSteno, profesor adjunto de psicología de la Universidad Northeastern. ''Tiene sentido, pues los humanos vivimos en grupos sociales y, evolutivamente hablando, manejar el ambiente social es importante... no sólo en lo que respecta a evitar el peligro sino vivir con otras personas y manejar todo lo relacionado con las relaciones: ¿a quién voy a seguir, quién será mi guía?"

Pero aunque los investigadores encontraron expresiones universales de orgullo y vergüenza, también descubrieron una diferencia inconfundible en cuanto a la represión se refiere: entre las culturas occidentales, los atletas que sí ven y que perdieron tendían a no expresar físicamente la vergüenza, mientras que sus contrapartes invidentes sí lo hacían. Los científicos piensan que esto podría tener su base en las normas culturales.

"La vergüenza está realmente estigmatizada en las culturas occidentales. Se supone que no debemos hablar de eso y que debemos estar orgullosos de nosotros mismos, sin importar lo que haya sucedido", mencionó Tracy.

Podría ser un poco más difícil obtener respuestas en torno a otras emociones estudiadas por Tracy y otros, como la pena, la culpa y la humillación.

Los investigadores quieren comprender si dichas emociones tienen sus orígenes en la biología o en la sociedad y les interesa entender qué papel juegan estas emociones.

"Básicamente es tratar de entender los sistemas que tenemos y que determinan nuestro comportamiento", señaló DeSteno.

(Traducción: Gabriela Cornejo)