Por Amanda Gardner, Healthday
(FUENTES: Suzanne Steinbaum, D.O., director, women and heart disease, Lenox Hill Hospital, New York City; Carl J. Lavie, M.D., medical director, cardiac rehabilitation, Ochsner Heart & Vascular Institute, New Orleans; Nov. 9, 2008, presentations, American Heart Association's annual scientific session, New Orleans; news release, Nov. 9, 2008, Council for Responsible Nutrition, Washington, D.C.; Nov. 12, 2008, Journal of the American Medical Association; Nov. 9, 2008, news conference with Diane McKay, Ph.D., assistant professor, Tufts University, Boston, and Lydia A.L. Bazzano, M.D., Ph.D., Tulane University, New Orleans)
Dos estudios de gran tamaño publicados el domingo generan dudas sobre los beneficios cardiacos de la aspirina de baja dosis y de los complementos vitamínicos.
En el primero, investigadores japoneses encontraron que la aspirina de baja dosis no reducía el riesgo de eventos cardiovasculares en quienes padecían diabetes tipo 2.
En el segundo, investigadores de la Harvard concluyeron que ni la vitamina E ni la C reducían el riesgo de eventos cardiovasculares mayores en un grupo de médicos de mediana edad con bajo riesgo de sexo masculino.
Las personas que padecen diabetes tienen un riesgo mucho mayor de eventos cardiovasculares, y la Asociación Estadounidense de Diabetes recomienda el uso de aspirina como una medida de prevención primaria. Sin embargo, hay poca evidencia para respaldar las recomendaciones, apuntaron investigadores de la Universidad de Kumamoto en Japón.
El ensayo JPAD asignó aleatoriamente a 2,539 pacientes japoneses de diabetes tipo 2 sin antecedentes de enfermedad ateroesclerótica para que recibieran aspirina de dosis baja (81 o cien miligramos diarios) o a un grupo control que no tomó aspirina.
Aunque la aspirina logró apenas una reducción ligera en el riesgo de eventos coronarios, cerebrovasculares y vasculares periféricos en los participantes, sí redujo los eventos fatales coronarios y cerebrovasculares combinados.
Entre los voluntarios mayores de 65 años, hubo una reducción con una significación de umbral (de 32 por ciento) en el riesgo de eventos coronarios, cerebrovasculares y vasculares periféricos.
Los expertos apuntaron que el estudio deja varias preguntas sin responder.
"Tenemos que esperar más estudios", apuntó la Dra. Suzanne Steinbaum, directora de mujeres y enfermedad cardiaca en el Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York. "Tampoco sé si podemos usar estos datos para extrapolar a una población estadounidense".
"Hubo una tendencia a la reducción de los eventos cardiovasculares, que ni siquiera se acerco a la significación estadística, y también redujo significativamente los eventos fatales, aunque hubo pocos", señaló el Dr. Carl J. Lavie, director médico de rehabilitación cardiaca del Instituto cardiaco y vascular Ochsner en Nueva Orleáns. "Para algunos, la población que padece diabetes mellitus no parece obtener el beneficio esperado de la aspirina, al menos en la prevención primaria. Ciertamente, hay un beneficio comprobado de la aspirina en la prevención secundaria. En este momento, sería difícil plantear un caso sólido a favor de la aspirina en dosis baja, al menos en la prevención primaria de los diabéticos relativamente sanos".
De hecho, los autores mismos del estudio señalaron que todavía hay que comprender el papel de la aspirina en la prevención primaria en los pacientes de diabetes tipo 2.
Al igual que con la aspirina en la población diabética, los complementos de vitaminas E y C se usan ampliamente para prevenir los eventos cardiovasculares, una vez más sin evidencia que respalde la práctica en individuos de bajo riesgo.
En el otro estudio, 14,641 médicos de EE. UU. de sexo masculino y mayores de 50 años se asignaron aleatoriamente para que recibieran 400 UI de vitamina E cada dos días y 500 miligramos de vitamina C todos los días o un placebo en el mismo intervalo. La gran mayoría de los participantes no tenía antecedentes de enfermedades cardiovasculares.
Tras un seguimiento promedio de ocho años, los investigadores determinaron que ninguna de las dos vitaminas tuvo un efecto sobre la incidencia de eventos cardiovasculares mayores, frente al placebo. Esto sucedió así incluso entre el 5.1 por ciento de los hombres con antecedentes de enfermedad cardiovascular.
Sin embargo, hubo un aumento de 74 por ciento en el riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico entre los hombres que estaban en el grupo de la vitamina E.
"A partir de este y otros estudios, no hay absolutamente ninguna razón para que los pacientes tomen vitamina E para la protección cardiaca y, si ya lo están haciendo, deberíamos animarlos a dejar de hacerlo, como he hecho durante aproximadamente los últimos cinco años", advirtió Lavie. "Aún no estamos seguros sobre la vitamina C, pero esto ciertamente parece indicar que no hay ningún beneficio, aunque tampoco un daño definitivo".
Un representante del sector de los complementos tiene una opinión distinta.
"Aunque los resultados no demuestran un beneficio general [de las vitaminas E y C], tampoco descartan los datos epidemiológicos anteriores que mostraban que las personas que tenían alta ingesta de vitaminas E y C, tal vez tengan un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares", apuntó en una declaración Andrew Shao, vicepresidente de asuntos científicos y regulatorios del Council for Responsible Nutrition.
"La investigación sobre nutrición es extremadamente compleja", añadió Shao, "y no siempre ofrece respuestas claras. Este estudio genera un conjunto interesante de desafíos científicos sobre el motivo de que los beneficios encontrados en estudios observacionales no han sido confirmados en este tipo de ensayo".
Se esperaba que ambos estudios fueran publicados en la edición del 12 de noviembre de la revista Journal of the American Medical Association y fueron hechos públicos antes para que coincidieran con presentaciones de las sesiones científicas anuales de la American Heart Associaton el domingo en Nueva Orleáns.
Otras investigaciones de la reunión mostraron que las estrategias nutritivas tanto tradicionales como novedosas podían reducir los factores de riesgo de las enfermedades cardiacas.
Beber tres tazas al día de té de hibisco (que se encuentra en la mayoría de mezclas comerciales de té en los EE. UU.) redujo la presión arterial durante un periodo de seis semanas, sobre todo en los que tenían presión arterial alta al principio, señaló durante una conferencia de prensa el domingo Diane McKay, profesora asistente de la Universidad de Tufts. "Incluso los cambios pequeños en la presión arterial... cuando se ven en estudios poblacionales de gran tamaño, reducirán eficazmente el riesgo de ciertas mortalidades", apuntó.
Otras investigaciones mostraron que tres porciones de legumbres que no sean soya, tales como las habichuelas y los garbanzos, reducían el colesterol total y LDL (el "malo"), según un metaanálisis de estudios previos. "Mi Pirámide sugiere tres tazas por semana de habichuelas secas y garbanzos, o legumbres, y estamos muy por detrás", apuntó la Dra. Lydia A.L. Bazzano, de la Universidad en Nueva Orleáns.
Dos estudios adicionales encontraron que comer dietas ricas en grasa aumentaban la masa ventricular izquierda, que se relaciona a la disfunción ventricular izquierda, un pronosticador de la insuficiencia cardiaca, mientras que las dietas rifas en frutas, verduras y pescado tenían un efecto opuesto, según investigadores de la Facultad de salud pública de la Universidad de Drexel, en Filadelfia.