Los cerebros de los participantes en distintas situaciones (Foto: PNAS) MARÍA VALERIO
El neurólogo portugués Antonio Damasio es considerado el padre de la neurología cognitiva moderna por sus trabajos sobre la relación entre los sentimientos y el funcionamiento del cerebro. La última de sus observaciones en este terreno acaba de publicarse en la revista ''Proceedings of the National Academy of Sciences'' y podría tener implicaciones sobre la moderna (y veloz) cultura de masas que nos rodea.
Imágenes de violencia y sufrimiento en televisión, medios digitales cada vez más veloces y difíciles de procesar, relaciones personales sustituidas por redes sociales como Facebook o Twitter... ¿Cómo podría influir todo esto en las capacidades cognitivas del ser humano? ¿Procesamos de igual manera las emociones cuando éstas nos llegan a través de un formato digital? Sin ser un alegato contra las nuevas tecnologías, el último estudio de Damasio indaga en estas cuestiones.
Las conclusiones de este investigador, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en el año 2005, proceden de un experimento llevado a cabo con 13 voluntarios de la Universidad de Southern California (en Los Angeles, EEUU), donde el científico portugués dirige el Instituto del Cerebro y la Creatividad.
Después de escuchar historias reales que trataban de despertar en ellos sentimientos de admiración y de compasión (tanto en el sentido más físico; como de empatía social) los investigadores observaron qué ocurría en su cerebro mediante imágenes de resonancia magnética funcional. Como destaca Damasio, hasta ahora los estudios cerebrales sobre la compasión estaban limitados a los sentimientos que despierta en nosotros el dolor ajeno; ésta es la primera vez que se extiende este concepto en un sentido más amplio de compasión o empatía social y se aborda además la admiración.
Cuestiones físicas y morales
Los sentimientos relacionados con cuestiones morales y psicológicas (admiración por un buen acto o una habilidad al desempeñar alguna tarea) tardaron más en activarse en el cerebro de los participantes que los relacionados con cuestiones físicas (ante un accidente con heridos, por ejemplo).
Sin embargo, si los sentimientos ''sociales'' tardaron alrededor de seis a ocho segundos en surgir (frente a unas décimas de segundo en el caso de reacciones ante estímulos físicos, como el daño ajeno), los investigadores también descubrieron que duraban más tiempo activos en el cerebro de los participantes.
Teniendo en cuenta la rapidez con la que se desarrolla la comunicación en los nuevos medios digitales, al estilo de Twitter, los autores temen que muchas personas no sean capaces de experimentar plenamente emociones relacionadas con los demás. "Para algún tipo de pensamiento, como son nuestras decisiones morales respecto a los otros, necesitamos un tiempo adecuado para pensar y reflexionar", subraya Mary Helen Immordino-Yang, otra de las firmantes.
Aunque Immordino-Yang insiste en que no se trata de culpar a los medios digitales de estos cambios perceptivos, "sino de cómo empleamos estas herramientas digitales". "Me preocupa más", coincide Damasio, "con la abrupta yuxtaposición que se puede encontrar, por ejemplo, en las noticias".
Su trabajo, según concluyen en el propio documento, pone de manifiesto que el cerebro es capaz de distinguir perfectamente las emociones que tienen que ver con las cuestiones físicas que aquellas que suscitan las dimensiones morales o psicológicas de una situación, "y que juegan un papel fundamental en nuestras relaciones interpersonales".