(Foto: El Mundo) PATRICIA MATEY
El recién nacido respira por primera vez a los 10 segundos, aproximadamente, de venir al mundo. De no ser así, los médicos que le asisten tendrán que reanimarlo y proporcionarle el oxígeno que le falta. Las consecuencias a largo plazo de la asfixia perinatal en los niños que sobreviven y están sanos se desconocían hasta ahora.
Sin embargo, un grupo de investigadores de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital Southmead en Bristol (Reino Unido) ha comprobado que estos menores tienen un riesgo elevado de ser menos inteligentes en la infancia, a pesar incluso de haber disfrutado de una buena salud durante todo el periodo neonatal.
Entre un 2% y 3% de los bebés nacidos a término y hasta un 30% de los que vienen al mundo con 28 semanas de gestación se ''asfixia'' al nacer. Como consecuencia de la falta de ventilación, el pequeño puede desarrollar hipoxia [disminución del oxígeno en sangre], encefalopatía, [degeneración del tejido cerebral] e isquemia [disminución transitoria del riego sanguíneo al cerebro].
En el ensayo, publicado on-line por la revista ''The Lancet'', los autores recurrieron al ''Estudio longitudinal Avon de Padres y Niños'', que contiene datos del 80% de los menores nacidos en Bristol. Tras seleccionar a 11.981 participantes que vinieron al mundo a las 36 semanas de gestación o después y que estaban vivos a los ocho años, los científicos comprobaron cuáles requirieron ayuda para respirar al nacer.
Así se formaron tres grupos. El primero se compuso con 815 menores que sufrieron asfixia pero no tenían ningún síntoma de encefalopatía ni necesitaron más cuidados neonatales. El segundo se formó con 58 bebés reanimados, pero que tuvieron que seguir recibiendo asistencia sanitaria en el periodo neonatal y por último se escogió a aquéllos (10. 609) que respiraron solos al nacer.
Tras medir su función cerebral y su rendimiento intelectual mediante unos cuestionarios, los autores constataron un mayor riesgo de un coeficiente intelectual más bajo tanto entre los reanimados que permanecieron asintomáticos a la encefalopatía como en los que tuvieron signos de este trastorno, en comparación con los que no sufrieron ninguna complicación respiratoria en el parto.
Concretamente, los primeros tenían un 65% más de posibilidades de tener un coeficiente intelectual por debajo de 80 (la inteligencia normal se sitúa entre 90 y 110), mientras que los segundos tenían hasta seis veces más riesgo de desarrollar un menor intelecto cuando se les compara con los recién nacidos que logran respirar sin ayuda. "Pese a que buena parte de los bebés que sufre asfixia al nacer y requiere la intervención médica no sufre sintomatología de encefalopatía, el número de estos supervivientes con un bajo coeficiente intelectual puede tener un impacto social la mayor que el de los que sí tienen encefalopatía. De hecho, la proporción de niños menos inteligentes por culpa de la hipoxia en el parto, que fueron asistidos y que estuvieron sanos la época perinatal, es de un 3,4% comparados con el 1,2% de los que desarrollaron encefalopatía", determinan los autores en su trabajo.
Para ellos "el daño producido por la falta de oxígeno en estos primeros minutos de vida es suficiente para causar un leve daño neuronal que después afecta a la capacidad cognitiva del niño".
Los autores reconocen que los bebés que requirieron de la resutación tenían más posibilidades de tener bajo peso, nacer antes de tiempo, puntuar más bajo en el test de Apgar (test que mide al minuto y a los cinco de nacer y en ocasiones a los 10 el estado general del bebé). Asimismo, era más probable que sus madres tuvieran un nivel educativo más bajo, padecieran hipertensión o fiebre en el embarazo.
Por este motivo, defienden "cualquier tipo de intervención en educación y entrenamiento de los obstetras y de los neonatólogos destinada a mejorar los parámetros que rodean al parto", declaran los autores en sus conclusiones.