La obesidad es uno de los más importantes problemas de salud en los países industrializados independientemente del estado socio-económico, la edad, el sexo o la etnia. La prevalencia de la obesidad infantil alcanzó niveles alarmantes incluyendo a los países en desarrollo. Para el 2010, se estima que en los Estados Unidos 26 millones de niños tendrán sobrepeso, de los cuales más de 6 millones serán obesos.
Las razones de esta epidemia son factores ambientales, hábitos de vida inadecuados y la formación cultural. De todos, lo más importante es el aumento de la ingesta de calorías y la reducción de actividad física.
Ya desde la infancia, el sobrepeso y la obesidad están asociadas con los factores de riesgo clásicos de enfermedad cardiovascular como la diabetes, la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia. Todas estas alteraciones contribuyen al llamado síndrome metabólico a lo cual se deben agregar los trastornos ortopédicos que produce el exceso de peso.
Teniendo en cuenta que alrededor del 50% de los niños obesos tienen síndrome metabólico, es posible que ya presenten daños vasculares con formación de placas ateromatosas.
Es bien sabido que la función normal de las arterias depende del equilibrio entre los factores de contracción y los de relajación, elaborados por el endotelio. Uno de ellos es el óxido nítrico, el principal factor de relajación. La biodisponibilidad de óxido nítrico está afectada en presencia de factores de riesgo con producción de disfunción endotelial, el primer paso hacia la aterosclerosis.
En este estudio se investigó si la obesidad en la infancia está asociada con disfunción endotelial u otras lesiones de las arterias formando parte de un estadio precoz de arteriosclerosis. También se evaluaron los marcadores de síndrome metabólico.
Se incluyeron 80 niños obesos con un promedio de edad de 12 años y se los comparó con 60 niños de peso normal. Se determinó el perfil lipídico y la prueba de tolerancia a la glucosa que sirve para detectar diabetes y pre-diabetes (alteraciones de la resistencia a la insulina).
Se determinó el espesor íntima media de la arteria carótida y la relajación endotelio dependiente midiendo el flujo del antebrazo. Ambos son marcadores precoces del estado de las arterias.
También se determinó el número y la función de las células madres ya que es sabido que contribuyen a la reparación arterial y la angiogénesis.
El estudio mostró que estos niños obesos padecen de pre-diabetes, tienen aumentado el colesterol LDL y disminuido el HDL en relación con niños de peso normal. El control ambulatorio de la presión arterial registró una aumento de 8 a 10 mmHg en relación con los niños de peso normal. Finalmente, esta población presentaba casi todos los componentes del síndrome metabólico.
El resultado más importante del estudio fue que los niños obesos presentaban una disfunción endotelial similar a la de los adultos con insuficiencia cardíaca crónica. Hubo una correlación lineal entre el exceso de kilogramos y la disfunción endotelial.
También se observó un aumento del espesor íntima media de la arteria carótida.
Asimismo, se detectó una liberación alterada de células madres, indicando una disminución de la autocapacidad de cicatrización vascular.
No debe sorprender por lo tanto que se observe un aumento de infarto de miocardio y de accidente cerebrovascular en adultos jóvenes.
Se deben desarrollar estrategias para controlar la obesidad infantil. Estas estrategias se iniciarán en el hogar y continuarán en la escuela. Futuros estudios permitirán establecer la forma y el tipo de estrategias a implementar.