¿Qué hacer?

Una guía para tratar la disfonía

Un grupo de especialistas publica consejos para prevenir y tratar este problema. Aunque es un trastorno muy común, muchos médicos no tienen claro qué terapia seguir.

NURIA BAENA

¿Quién no se ha levantado una mañana tras una noche de fiesta o un partido de fútbol 'de los que hacen historia' y ha encontrado que su voz habitual ha sido reemplazada por la de 'la niña del exorcista'? Probablemente se pase en unos días, pero ¿y si continúa? ¿Es síntoma de otro problema más importante? ¿Hay que ponerse en manos de un médico? Para solventar ésas y otras dudas, esta semana se publica una guía sobre la ronquera, elaborada por especialistas estadounidenses, donde entre otras cosas hacen hincapié en las medidas de prevención como puede ser una correcta hidratación o mantener alejado el tabaco.

El poco conocimiento que la población tiene sobre cómo actuar ante una ronquera y también la amplia y diferente gama de actuación médica ante este tema, ha conducido a la Academia Estadounidense de Otorrinolaringología y a la Fundación de Cirugía del Cuello (AAO-HNSF, sus siglas en inglés) a elaborar una guía de actuación frente a este problema. El documento, publicado en la revista 'Otolaryngology-Head and Neck Surgery', engloba una serie de pautas recopiladas por un equipo multidisciplinar y se publica con el fin de ayudar al personal sanitario a identificar y tratar a pacientes que sufren lo que también se denomina como disfonía.

Según explica el doctor Enrique Durio, jefe de Sección de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Getafe (Madrid), ronquera y disfonía son sinónimos y ambos son síntoma (porque el paciente las siente) y signo (porque el especialista lo percibe mediante el oído) de distintas patologías. "Lo que no es correcto es el uso del término afonía -aclara Durio- pues significa la pérdida total de voz, algo que no sucede realmente".

La ronquera afecta en cualquier momento al 6,6% de la población y uno de cada tres individuos la sufrirá a lo largo de su vida. Tal y como explica Richard M. Ronsenfeld, uno de los autores de la guía, además del impacto que la ronquera tiene en la calidad de vida de quien la sufre, motiva frecuentes visitas a los sistemas de salud y cuesta miles de millones al año debido al absentismo laboral que provoca.

Otro coste adicional para quienes la padecen es el ver afectada la comunicación con su entorno, lo que puede conducir a depresión y aislamiento social (algo especialmente grave para los ancianos y a los enfermos de dolencias como el Parkinson), pérdida de trabajo, y merma en los ingresos.

Mujeres y niños, los más afectados

Un dato más a tener en cuenta es que esta afección vocal afecta hasta un 50% más a las mujeres que a los hombres, algo que el doctor Faustino Núñez Batalla, especialista del Hospital Universitario Central de Asturias y Presidente de la Comisión de Foniatría de la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL), achaca a las características anatómicas de la laringe femenina. Estas peculiaridades determinan un patrón vibratorio de las cuerdas vocales especial, con un punto de las mismas que concentra la mayor exigencia mecánica y que suele ser donde se desarrollan los nódulos vocales, la lesión más frecuentemente diagnosticada en el paciente con disfonía.

Otros grupos de riesgo son los niños, (especialmente entre los ocho y los 14 años), los ancianos y quienes usan su voz como instrumento de trabajo (profesores, teleoperadores, instructores de aerobic y artistas, entre otros).

De cualquier forma, a pesar de tratarse de un fenómeno muy común, sus posibles causas y tratamiento son aún desconocidos por el gran público. Tanto es así que una encuesta realizada en EEUU reveló que casi la mitad de los adultos desconocía que la ronquera persistente podía ser síntoma de cáncer, mientras otra investigación apunta a que sólo el 5,9 % de quienes padecen este trastorno consulta a su médico. También llama la atención que sólo un 14,3% de los profesores estadounidenses haya acudido a un especialista o foniatra por problemas de ronquera, siendo la voz esencial para su trabajo.

Tal y como destaca la guía, aunque la mayoría de las disfonías están originadas por causas benignas y se curan por sí solas, los sanitarios deben considerar la posibilidad de que exista un trastorno subyacente, como un tumor en la laringe o los efectos secundarios de una medicación. Por este motivo, se aconseja el uso de la laringoscopia para visualizar la laringe y las cuerdas vocales si la ronquera persiste en el tiempo o si su causa es incierta. Esta debe ser la primera prueba diagnóstica a realizar y no resonancias magnéticas o tomografías computerizadas.

Además, el documento señala que los medicamentos antirreflujo no deben ser prescritos para tratar la ronquera a menos que haya síntomas de enfermedad por reflujo gastroesofágico (como el ardor de estómago o la regurgitación) o inflamación de la laringe observada a través de la laringoscopia, al tiempo que sostiene que esteroides y antibióticos orales no están recomendados para combatir la disfonía, por lo que no deben usarse de forma rutinaria.

Por otra parte, la foniatría es reconocida como una terapia adecuada para tratar este trastorno, apta para cualquier grupo de edad, aunque antes debe practicarse una laringoscopia y su resultado ha de comunicarse al especialista que llevará a cabo la terapia, que suele constar de una a dos sesiones semanales durante un tiempo que oscila entre cuatro y ocho semanas.

Finalmente, la guía aclara que, aunque la cirugía no es el tratamiento principal para la mayoría de las ronqueras, puede estar indicada si existe sospecha de cáncer, tumores, movimiento anormal de las cuerdas vocales o tono anormal de los músculos de las mismas y hace hincapié en las medidas de prevención. Así, señala que el riesgo de sufrir ronquera puede reducirse siguiendo una correcta hidratación, (un estudio con profesores demostró que no beber agua aumentaba el riesgo de ronquera un 60%), evitando productos irritantes (especialmente el humo del tabaco) y entrenando la voz.

Divulgación y prevención

Para Núñez "la iniciativa de la AAO-HNS respecto a la disfonía es del máximo interés, pues aún a estas alturas suele ser un problema muchas veces mal abordado, tanto por el público como por los mismos profesionales. Dentro de la SEORL también hemos llevado a cabo actividades de divulgación encaminadas a la educación del público y de los profesionales, ya sean especialistas o no".

El presidente de la Comisión de Foniatría de la SEORL aclara que "normalmente toda disfonía suele tener un desencadenante o aparece en un contexto determinado, como puede ser un catarro de vías altas, después de una noche de juerga, al salir de un partido de fútbol, etc. Este tipo de disfonía es la más frecuente, suele ser autolimitada (menos de una semana), y no requiere ni tratamiento ni consulta al especialista. Por el contrario, una disfonía o ronquera que aparece sin un motivo aparente, que dura más de 15 días, que es muy repetitiva, o que se presenta en personas muy fumadoras, suele ser más importante y se debe consultar a los especialistas obligatoriamente, ya que con alta probabilidad existirá una lesión en las cuerdas vocales, a menudo, maligna", explica.

Por su parte, Enrique Durio recalca que "tal y como indica la guía, la laringoscopia es la primera prueba que debe realizarse". No obstante, este especialista aclara que "en la actualidad en España utilizamos la fibrorinolaringoscopia, una técnica más moderna que busca el mismo fin pero que ofrece mejor calidad de imagen para el especialista y supone menos molestias para el paciente".