Las mujeres no

Los hombres se casan dos veces

El desamparo impulsa a reincidir en el matrimonio - Cada vez más mujeres eligen la soltería.

JOAQUINA PRADES

Madonna sonrió a David Letterman, el mítico presentador del programa The late show en la cadena norteamericana CBS, y le dijo: "No, no tengo planes de matrimonio. Es más, mire, voy a ser sincera: Antes preferiría que me atropellara un tren". Dos bodas a su espalda -ella es anglosajona- son suficientes. En España no existe tanta predisposición social a los casamientos sucesivos: un par de matrimonios bastan para la gran mayoría de separados, pero los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que las mujeres divorciadas caminan por la misma senda de la cantante: en segundas nupcias, los hombres se casan un 20% más que las mujeres.
¿Por qué los varones reindicen y ellas son reacias a repetir? ¿No decía el tópico lo contrario, que es la mujer la que persigue al escurridizo enamorado para legalizar la relación? Puede que sea así en las primeras uniones, -no existen estudios que lo confirmen ni que lo desmientan- pero desde luego es incierto respecto al segundo enlace.

Las cifras del INE sobre la evolución de matrimonios y divorcios durante la última década refleja esta constante, y se observa además que va en aumento. El citado porcentaje del 20% de varones que se casan dos veces subió al 22% en 2008, el último año del que se dispone de datos oficiales.

¿Por qué ocurre? ¿Las separadas se casan menos porque no pueden o es que realmente no quieren? A falta de estudios sólidos que expliquen este comportamiento sociológico, los expertos lo analizan desde variados puntos de vista. De sus observaciones, basadas en la experiencia personal y profesional, se deduce que cada persona es un mundo y que generalizar resulta arriesgado, pero sí existe un trazo común, más acentuado entre mujeres que viven en grandes ciudades y poseen estudios superiores: casarse está bien, pero una vez se ha producido la separación, la soltería es mejor.

La abogada de familia Carmen Pujol, que lleva tramitando separaciones desde 1981, afirma que cada vez son más las mujeres que no vuelven a casarse porque no les compensa. "Al trabajo fuera del hogar tienen que añadir la organización de la casa, la crianza de los hijos y el cuidado del marido. Es demasiada carga, y como no van a renunciar ni al trabajo ni a los hijos, acaban por suprimir el elemento más prescindible: el marido", comenta esta profesional, pionera en el Instituto de la Mujer en la época de Carlota Bustelo como presidenta, entre 1983 y 1988.

"Sé que mis palabras pueden sonar duras, pero yo cuento lo que veo, y lo que he visto en este despacho centenares de veces es que es la mujer quien inicia el proceso de divorcio y es la mujer también la que no manifiesta ningún deseo de volver a casarse. Yo creo que acaban hartas, incluso si la separación ha sido amistosa".

El divorcio de Alicia (52 años) no fue amistoso. Esta profesional liberal, actualmente en paro, madre de tres hijas adolescentes y divorciada desde 1996, asegura que cuando se separó estaba "hasta el gorro" de la cantidad de tiempo que requería su marido. "El trabajo, la casa, las tres niñas y yo misma... Me agotaba. Encima, tenía que estar continuamente halagando su vanidad, dándole confianza para que afianzara su autoestima. Mi ex marido, y creo que les pasa igual a muchos hombres, me veía como una prolongación de su madre. Y tenía que emplear una energía que necesitaba para mí y para las niñas. He tenido otras relaciones largas y mantengo buenos amigos varones, pero a mí no me cogen en una segunda boda. No compensa".

¿A los hombres sí les compensa? "Mucho más. Ellos son los grandes beneficiados de la institución matrimonial", afirma Carmen Pujol. "Aunque cada vez se implican más en las tareas domésticas y en la educación de los niños, éstas siguen recayendo en la mujer. Para él todo es más cómodo. Les cuidan, en casa se lo dan todo hecho. Los de más edad son incapaces de valerse por sí mismos en las tareas domésticas. Eso lo vemos en el despacho frecuentemente. Cuando un hombre mayor se separa y puede pagarse una asistenta el proceso es controlable, pero si carecen de recursos económicos, la cosa se vuelve dramática".

Para algunos hombres este proceso cotidiano aparentemente sencillo -cualquiera está capacitado para hacer la compra, cocinar, planchar y limpiar- lleva a convertirse en un hándicap "que pesa lo suyo a la hora de retrasar el divorcio o apresurarse en busca de nueva esposa", comenta esta especialista en derecho de familia.

La vocal del Consejo General del Poder Judicial Margarita Uría reconoce que "los hombres, en este sentido, están más desamparados. Llevan peor la soledad. Nosotras nos desenvolvemos mejor". La jurista guarda un buen recuerdo de su primer matrimonio y se deshace en elogios con su pareja actual. "Pero yo no me caso otra vez. De ninguna manera. Ni yo ni ninguna de mis amigas". Uría añade: "Me gusta mi independencia, mantengo un entorno propio. Disfruto más de la vida. Le aseguro que conozco a muchas mujeres solas felices".

Según el INE, estas mujeres solas más o menos felices que no quieren volverse a casar se han separado mayoritariamente entre los 40 y 49 años; han tomado la iniciativa en el 70% de los casos -de mutuo acuerdo o mediante litigio-; la duración media de sus matrimonios ha sido de 15,6 años y más de la mitad ha tenido hijos. En el 86% de los casos han obtenido la custodia.

Ésta es una de las claves que, según la socióloga Margarita Delgado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explicaría en parte esta falta de entusiasmo femenino al doblete matrimonial. "Las mujeres en realidad no se quedan solas. Están con los hijos y se apañan muy bien en casa. En cambio, ellos se quedan sin nada. Por eso corren a formar otra familia. Y la biología les favorece. Pueden tener hijos aunque tengan cierta edad y suelen buscar a chicas jóvenes para procrear", señala.

El presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Mujeres y Hombres Separados, Justo Sáenz, casado en segundas nupcias, comparte esta reflexión: "Los hombres somos más dependientes. Necesitamos una pareja. Nos asusta la soledad y corremos de la falda de la madre a la falda de la esposa. Sin una mujer al lado no estamos bien".

Él cree que ellas repiten menos "porque arrastran una mochila pesada, que son los hijos". Las divorciadas, en su opinión, "no rehacen sus vidas porque están demasiado ocupadas". ¿Rehacer la vida es sinónimo de volverse a casar? Sáenz duda un momento: Sí... bueno, no. La verdad es que las mujeres tienen más amigas y la amistad entre ellas es de calidad. Se las ve contentas".

Aún hay separadas que siguen a la espera del príncipe azul y si éste no llega o prefiere a una de 20 años creen que a su vida le falla lo fundamental. Son milenios de educación y muchas reproducen el cliché de sus madres y abuelas. La vasca Arantxa, esposa de Justo Sáez, va por el tercer matrimonio. "Me sorprenden esos datos del INE. Todas las mujeres que conozco quieren casarse y la que no lo hace es para no perder la pensión de viudedad. Yo misma voy por el tercero. No, no lo hago por estabilidad. La estabilidad la proporciona el amor, no los papeles. Yo me caso como una forma de sellar el compromiso. Sí, sí, en mi entorno, aquí en el País Vasco, somos católicos".

J. A., un médico de Madrid especializado en Psicología Clínica que no desea dar su nombre porque sus reflexiones no están basadas en estudios científicos sino en la observación de sus pacientes, cree que las mujeres solas son más felices porque se conforman con menos. "No es un reproche ¿eh? Es la constatación de que ellas están más preparadas para la vida interior, en tanto los hombres van dirigidos a la acción. En una situación de soledad, las mujeres disfrutan más gracias a los pequeños detalles".

"Seamos claros", prosigue, "las mujeres económicamente independientes buscan el matrimonio cuando sienten la necesidad de la maternidad. Al separarse ya tienen a los hijos, que era lo que querían, y volverse a casar se convierte en algo secundario. Aquí en nuestra consulta todavía veo a señoras empecinadas con el matrimonio, pero son pocas. En general, la vida es más rica para las mujeres".

¿Cuáles de los motivos alegados por los expertos justifica esta soltería? ¿La capacidad para vivir los aspectos más placenteros de la soledad? ¿La cercanía de los hijos, la autonomía en las tareas cotidianas o los deseos ya cumplidos de maternidad? ¿O son los factores biológicos los que dejan fuera de la estadística nupcial a más féminas? Puede que la respuesta sea una mezcla de todos estos factores, o la suma de ellos. Como en casi todo, en cuestiones de bodas y divorcios cada cual vive como quiere (o puede).