Se hacen recomendaciones sin evidencias

Luces y sombras de los planes contra el calor

Algunas recomendaciones carecen de base científica, según una revisión. Otras se realizan de forma muy superficial o incompleta.

Turistas paseando por Sevilla. (Foto: Carlos Márquez) / CRISTINA DE MARTOS

Los expertos advierten desde hace décadas de los peligros del cambio climático y del aumento de temperatura que está sufriendo el planeta. Las últimas olas de calor, que acabaron con la vida de miles de personas, han convertido el problema en una cuestión sanitaria de primera línea. Una revisión analiza las medidas más populares para protegerse del calor y su base científica.

"Dado que las enfermedades provocadas por el calor son evitables, el punto crucial de intervención se refiere al uso de estrategias de prevención adecuadas a las personas en riesgo", explican los autores. Muchos países disponen de planes para luchar contra los males de las altas temperaturas, especialmente desde que aumentara la frecuencia de las olas de calor.

Ante esta creciente preocupación, un grupo de investigadores canadienses y británicos ha analizado las recomendaciones elevadas por distintas organizaciones en materia de calor y salud. Sus conclusiones, que aparecen en la revista 'The Lancet', revelan ciertas discrepancias entre unas y otras y algunos puntos flacos.

La mayor parte de las 44 asociaciones investigadas aconsejaban las mismas medidas a los ciudadanos. Evitar las bebidas alcohólicas, llevar ropa clara y holgada e ingerir líquidos de forma continua son las más populares. Otras recomendaciones son permanecer en un ambiente con aire acondicionado, usar gorros, reducir la actividad física y evitar salir en las horas más calurosas.

Algunas medidas poco claras

A pesar de la existencia de estos planes de prevención, "las advertencias hechas a la población general no siempre se basan en evidencias claras", indican los autores. Otras veces, no se acompañan de directrices concretas, dejando a los ciudadanos en una situación de incertidumbre.

Este es el caso de los fármacos que pueden empeorar los efectos del calor, como los diuréticos, los psicotrópicos y los anticolinérgicos. Con frecuencia, la única información que reciben sus consumidores es que deben consultar con su médico y "no está claro hasta qué punto los profesionales sanitarios saben cómo ajustar las dosis de estos medicamentos durante una ola de calor", subraya el artículo.

Otro punto controvertido se refiere al uso de ventiladores. Algunos planes sanitarios los recomiendan en tiempos de mucho calor. Sin embargo, no existe ninguna prueba científica que demuestre sus efectos beneficiosos. Las duchas o baños frecuentes, por el contrario, tienen un efecto protector mucho mayor.

Durante la ola de calor que azotó Europa en el verano de 2003, que provocó unas 35.000 muertes, lavarse con poca frecuencia se asoció con un aumento del riesgo de muerte entre la población parisina. Francia fue uno de los países más afectados, con un exceso de mortalidad del 60%.

Acostumbrar al cuerpo al calor mejora su capacidad de respuesta

Aunque está demostrado que permanecer en ambientes con aire acondicionado es una buena arma para luchar contra el calor, la habituación a estos entornos (casa, lugar de trabajo, coche...) puede poner en peligro el mecanismo adaptativo del cuerpo, especialmente en aquellas personas que tienen más dificultades para termorregular (ancianos, niños, pacientes crónicos).

Nuestro organismo utiliza tres vías para eliminar el calor cuando éste es muy intenso: el sudor, el aumento del volumen de eyección cardiaco (la cantidad de sangre que expulsa por latido) y la redirección de flujo sanguíneo hacia la piel. Cuando la temperatura externa supera la corporal, sólo es útil la transpiración.

Estos mecanismos son, hasta cierto punto, ejercitables. Esta aclimatación gradual es un tema al que "se le ha dado poca importancia", señala el artículo. En las personas mayores, las principales víctimas de las olas de calor, este método podría mejorar sus defensas fisiológicas. Evitar las temperaturas externas y el ejercicio [tal y como se recomienda] "priva a estas personas de la oportunidad de entrenar sus glándulas sudoríparas", añade.