La base de la bioética es el respeto a la dignidad humana y a la vida. Nada debe estar por encima de esto; buscar la integridad y la dignidad del enfermo es el objetivo que debe perseguir el profesional de la salud.
Para el manejo ético del dolor y poder determinar el tratamiento apropiado es útil conocer el tipo de dolor, su fisiología, el abordaje adecuado y el monitoreo del padecimiento; sólo si se siguen estos pasos se podrá mantener el respeto al paciente.
Existen varios mitos en el manejo del dolor (que impiden el tratamiento adecuado) como el que sostiene que los recién nacidos o lactantes no lo presentan. Algunos estudios indican que a partir de las 29 semanas de gestación, las vías corticales y subcorticales asociadas con la percepción están desarrolladas para las sensaciones dolorosas. En consecuencia, se han modificado principalmente ciertas prácticas en anestesia: anteriormente se les proporcionaba una dosis mínima de anestésicos, lo que generaba en los pequeños respuestas altas de estrés, corroboradas por mediciones hormonales y metabólicas, con complicaciones de molaridad; los pacientes se encontraban en malas condiciones después de una cirugía o procedimiento, aunque de otra forma, no debieran estar descompensados. Tampoco se debe pensar que los lactantes no tienen memoria del dolor, ya que se ha visto que esto puede traer, por largo tiempo, problemas de alimentación y de sueño, y estados de excitación.
Un punto que no se ha tocado a profundidad es el manejo del dolor en los recién nacidos, ya sea de término o pretérmino, que ameritan estar en terapia intensiva neonatal, en donde se debe manejar el principio de mejor interés. Tanto el personal de enfermería como los médicos deben llevar a cabo esa valoración e informar a los familiares; consiste en la decisión del manejo del niño con base en lo que sea mejor para él. Existen diferentes tipos éticos de valoración:
• La de cuidado. Considera al recién nacido un individuo con sentimientos, relaciones y familia; generalmente toma en cuenta intereses a corto tiempo, como comodidad, disminución de sufrimiento y, a largo plazo, el potencial de desarrollo en cuanto a su calidad de vida. Se manejan líneas de apego.
• La valoración de cura. Se basa en el modelo biomédico o científico, con principios que van en busca de resolver o curar el padecimiento. Tiene su efecto a corto plazo porque trata el problema de inmediato sin considerar la calidad de vida ni qué pasará si la cura no es completa. Tiende a ignorar otras necesidades del individuo.
Estas medidas son seguidas en especial por el equipo de enfermería que atiende en la terapia intensiva neonatal, ya que es el que se encuentra en relación estrecha tanto con el paciente como con los familiares, lo que despierta una sensibilidad muy especial. Son las mismas enfermeras o enfermeros quienes piden determinadas consideraciones, cuando así lo juzgan necesario. No debemos olvidar que existen, para dicho grupo, guías para reconocer el dolor; pero en este caso, no pueden sustituir completamente la percepción de los profesionales de la salud.
Asimismo, existe la falsa idea de que los niños mayores no pueden medir el dolor adecuadamente; sin embargo, en estudios psicométricos se ha visto que son bastante objetivos con sus propias experiencias y, a la par, se ha identificado que los adultos tienden a subestimar sus advertencias. Desde épocas muy tempranas, los niños pueden comunicar y dependen de la receptividad de quien los cuida para la detección de sus necesidades. Nunca se debe suponer que existe una cantidad de dolor adecuada; el dolor no debe ser parte de la vida normal de un niño.