Fabiola Czubaj
¿Sabe qué edad tienen sus arterias? Un nueva herramienta para prevenir los problemas cardiovasculares demuestra que no siempre coincide con la cantidad de años vividos.
El estilo de vida, el ambiente y la predisposición genética a las enfermedades pueden acelerar el envejecimiento del tejido vascular y, así, aumentar las posibilidades de sufrir en menos de una década un infarto, un accidente cerebrovascular (ACV) o insuficiencia renal. De ahí la importancia de conocer la "edad" arterial y aplicar una verdadera terapia antiaging .
Para eso, un equipo de especialistas argentinos está poniendo a prueba una evaluación que combina la determinación del envejecimiento de los cromosomas somáticos (no sexuales) y del nivel de estrés oxidativo, mediante solamente dos muestras de sangre, con la elasticidad de las paredes arteriales mediante un examen no invasivo por ultrasonido.
Según los resultados presentados ayer en el XVII Congreso Argentino de Hipertensión, que se realiza en esta ciudad, conocer la edad arterial proporcionaría "un marcador de riesgo de hipertensión e infarto", indicó a LA NACION la doctora Carol Kotliar, directora del Centro de Hipertensión Arterial del Hospital Universitario Austral (HUA).
Las enfermedades cardiovasculares están dentro de las principales causas de mortalidad en la Argentina. Producen entre 90.000 y 100.000 muertes por año. Un cuarto corresponden a los accidentes cerebrovasculares y el 15%, a los infartos agudos de miocardio. Este nuevo estudio para detectar el envejecimiento vascular prematuro (EVA, por sus siglas en inglés), que se está validando en el país, permitiría identificar a las personas en riesgo mucho antes de que aparezcan los síntomas.
"La idea del grupo de trabajo es que si se miden el colesterol, las placas de aterosclerosis, la elasticidad de las paredes arteriales, etcétera, se está midiendo ya el efecto deletéreo de la enfermedad. En cambio, queremos adelantarnos en la medición de la función arterial y prever los daños antes de que se modifiquen aquellos indicadores. En definitiva, esperamos poder predecir la lesión arterial antes de que aparezca", explicó la doctora Marta Barontini, directora del Centro de Investigaciones Endocrinológicas (Cedie) del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
El estudio que allí realizan ya se utiliza en oncología. "Esta sería una nueva indicación", precisó la experta. Si bien el equipo aspira a que la población general acceda a la identificación del EVA como una estrategia de prevención en salud pública, en esta primera etapa se está utilizando en los pacientes hipertensos, diabéticos, con colesterol alto y otros factores de riesgo cardiovascular, que concurren al centro especializado de la HUA.
Cuestión de tamaño
La identificación del EVA comienza con la extracción de dos muestras de sangre. Una se utiliza para medir el estrés oxidativo y la otra se envía al Cedie para medir la longitud de los extremos de los cromosomas, los telómeros, donde reside la capacidad reproductiva de las células del organismo.
El proceso natural del envejecimiento hace que los telómeros se vayan acortando. Pero el estilo de vida (fumar o no hacer ejercicio) y el ambiente pueden acelerar ese proceso y hacer que las arterias pierdan elasticidad, se inflamen y acumulen placas de aterosclerosis, entre otras alteraciones.
El resultado de la medición de los telómeros es en percentilos. A menor valor (por debajo de 50), menor es la longitud de los telómeros. "Las personas con telómero más corto y con presión arterial normal tienen riesgo de desarrollar hipertensión en los próximos 5 años e infarto en la siguiente década", precisó Kotliar.
La tercera prueba, que completa el EVA, es no invasiva y consiste en medir la elasticidad de las paredes arteriales por ultrasonido. Eso se logra al comprobar el tiempo que tarda la sangre en llegar, por ejemplo, del cuello hasta la ingle. "No debe superar los 12 metros por segundo porque cuanto más demore, más rígida está la arteria", agregó.
Según el doctor Felipe Inserra, nefrólogo del Departamento de Envejecimiento Vascular del HUA, la población ideal serían los adultos jóvenes (entre 35 y 40 años) sin síntomas. "Esto es realmente detección temprana, porque lo hacemos cuando se empiezan a producir cambios subclínicos, lo que ocurre antes de que el paciente tenga síntomas que, con el tiempo, puedan causar un infarto, un ACV o que necesite una terapia de reemplazo de la función renal", agregó Inserra.
Además de establecer un pronóstico de un paciente, el conocimiento de la edad real de las arterias guiaría al médico en la intensidad del tratamiento y le permitiría comprobar si la intervención mejora aquel pronóstico o si debe cambiar el rumbo. Cambiar el estilo de vida sería parte de una intervención natural para revertir el envejecimiento. Un estudio publicado en JAMA reveló que el consumo de ácidos grasos omega 3 reducía 32% el acortamiento de los telómeros.
"La buena noticia es que con eso la longitud de los telómeros se puede recuperar en un año", finalizó Kotliar.