ISABEL F. LANTIGUA
Es una de las causas más frecuentes de insomnio. El llamado síndrome de piernas inquietas -un trastorno neurológico aunque se manifieste en las extremidades-, provoca en los afectados un deseo irrefrenable de mover las piernas, generalmente por la noche o de madrugada, lo que imposibilita el descanso. Si le suenan estos síntomas porque alguien en su familia los padece, sepa que usted también puede sufrirlos. Uno de los mayores estudios familiares sobre este síndrome concluye que los hermanos e hijos de un paciente tienen más posibilidades de desarrollarlo.
El componente familiar de esta enfermedad ya se había apuntado hace tiempo, pero "faltan estudios sistemáticos a gran escala que analicen a muchos miembros de las familias", afirma Lan Xiong, del Centro de Investigación del Hospital Universitario de Montreal y uno de los autores de la nueva investigación, que ha 'diseccionado' a 671 individuos, 192 de los cuales estaban ingresados en un centro especializado del sueño para tratar el síndrome y otros 479 eran familiares que respondieron a una entrevista de diagnóstico para evaluar si también tenían 'piernas inquietas'.
Los resultados, que se publican en 'Archives of Neurology', indican que en un 77% de los casos hay un antecedente familiar. "Hacia los 60 años, los hermanos de un individuo con el trastorno tienen 3,6 veces más probabilidades de desarrollarlo comparado con la población general. Y, los hijos de un afectado tienen 1,8 veces más riesgo de padecerlo a los 40 años", señala a ELMUNDO.es Xiong. El estudio ha visto que aunque en los progenitores el síndrome suele ser más severo que en sus descendientes, en estos últimos los síntomas empiezan a una edad más temprana.
"También hemos confirmado que el síndrome de piernas inquietas 'heredado' es más frecuente en mujeres, particularmente si tienen alguna condición médica como anemia, artritis o déficit de hierro o si han tenido múltiples embarazos. En casi todos los estudios realizados hasta la fecha la tasa de mujeres con el trastorno duplica a la de los hombres", añade el investigador. La baja autoestima debida al trastorno y a no poder descansar y los cambios de humor también son mayores entre el sexo femenino.
No obstante, a pesar de encontrar un claro vínculo hereditario para este síndrome, los autores no pueden afirmar si esta relación se debe a componentes genéticos, ambientales o a una combinación de ambos. Se trata, de momento, de un trastorno de agregación familiar, que define a familias con un riesgo superior a la media de padecer la enfermedad pero se desconoce el gen o las causas que están detrás de esta predisposición.
"Sería interesante para todos los médicos, genetistas y epidemiólogos, llevar a cabo investigaciones que analicen los componentes genéticos y no genéticos de estos pacientes, así como estudios prospectivos que analicen su exposición a distintos factores ambientales", concluye Xiong.
El diagnóstico del síndrome de piernas inquietas se hace, mayoritariamente, a partir de los síntomas subjetivos que cuenta el afectado, ya que aunque existen algunas pruebas para detectarla, ninguna es fiable al 100% y, además, son bastante caras. Las molestias referidas por el paciente suelen ser hormigueo en la pantorrilla, sensación de frío o quemazón, dolor y calambres. Generalmente por la noche, lo que impide conciliar el sueño. La patología afecta alrededor del 5% o 10% de la población en Europa y Norteamérica.