PATRICIA MATEY
La depresión, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, será en 2020 la segunda causa de enfermedad en el mundo. Una muy mala noticia que ahora se suma a otra nada alentadora. Investigadores del famoso Estudio Framingham del Corazón, iniciado en 1948 con los habitantes de una ciudad de Massachussets (EEUU), acaban de poner en evidencia que padecer dicha enfermedad mental puede casi duplicar el riesgo de desarrollar demencia.
Su autora principal, Jane Sacynsski, ha declarado que "existen muchas vías por las que la depresión tiene un impacto en el riesgo de padecer la patología neurodegenerativa".
Su estudio, de hecho, no es el primero en establecer esta asociación. Tal y como recoge el último 'Neurology', "la depresión se asocia con deterioro cognitivo en adultos de edad avanzada y un metaanálisis de 2001 con varios trabajos prospectivos concluyó que la patología psiquiátrica duplica las posibilidades de padecer demencia. Es más, existe evidencia aportada por estudios clínicos con grupos de casos y controles que constatan la relación entre historia de depresión o síntomas depresivos y un mayor riesgo de sufrir la enfermedad neurológica 10 años más tarde o más", declaran los investigadores en su artículo.
Sin embargo, "los estudios epidemiológicos no han obtenido conclusiones claras... Nuestro trabajo examina la asociación entre síntomas depresivos al inicio del mismo y el riesgo de demencia tras un periodo de seguimiento de 17 años de los participantes del Estudio Framingham", agregan.
Así, los científicos analizaron los datos de 949 personas, con una media de edad de 79 años, que carecían de demencia al inicio del ensayo, según pusieron de manifiesto las distintas pruebas (valoraciones neuropsiquiátricas) a las que se sometieron. Paralelamente, a todos ellos se les realizaron test para evaluar la existencia de síntomas depresivos. Además, se tuvieron en cuenta otros factores como los demográficos, el sexo, la edad, la educación y el uso de alcohol y de tabaco.
También se valoró la historia de accidentes cerebrovasculares, hipertensión, diabetes, los niveles de homocisteína (este aminoácido puede dañar el tejido que reviste las arterias y hacer que la sangre se coagule más fácilmente de lo que debiera) y la presencia del alelo Apoe4, que eleva el riesgo de Alzheimer.
Tras los 17 años de seguimiento, los datos revelaron que 164 participantes desarrollaron demencia. "El 22% de las personas deprimidas al inicio de la investigación desarrolló la enfermedad, en comparación con el 17% de los que no tenían este antecedente psiquiátrico".
Así, según ha explicado la principal autora del estudio, la doctora Jane Saczynski, "el riesgo absoluto de sufrir demencia diez años después fue de 0,21 para las personas sin síntomas depresivos y de 0,34 para los que sí".
Mayor riesgo de Alzheimer
También ponen de manifiesto que la depresión se asocia con un incremento de las posibilidades de padecer Alzheimer. Así, 136 de los 164 participantes obtuvieron un diagnóstico específico de esta enfermedad. "Aquellos con la enfermedad mental tenían 1,5 veces más riesgo de sufrir la patología neurodegenerativa. Y estos resultados se mantuvieron sin cambios cuando tuvimos en cuenta ciertos factores, como la educación, los niveles de homocisteína y el alelo Apoe4, que pueden alterar los resultados", declaran los científicos.
Otro dato que aporta la investigación es que "las mujeres con mejor nivel educativo eran las que tenían mayor probabilidad de padecer depresión. Lo mismo sucedía con las que no bebían alcohol pero tenían historia de enfermedad cardiovascular".
Algunas de las explicaciones aportadas por los investigadores a los hallazgos de su estudio son que, "la inflamación del tejido cerebral que se produce durante la depresión puede contribuir al desarrollo de demencia. También ciertas proteínas del cerebro que se elevan si se sufre la enfermedad mental podrían incrementar las posibilidades de padecer el trastorno neurológico. Adicionalmente, algunos estilos de vida vinculados a una depresión de larga duración, como la dieta, la cantidad de ejercicio que se realiza o el menor tiempo que se dedica a interactuar con otras personas, también pueden afectar al desarrollo de la pérdida cognitiva patológica".
Creen, asimismo, "que el estudio, uno de los más largos y con mayor población analizada hasta la fecha, puede ayudar a aclarar la confusión respecto a los trabajos anteriores que informaron de resultados contradictorios sobre la relación entre depresión y demencia".