(Agencia CyTA – Instituto Leloir)
Un significativo porcentaje de casos de mortalidad y complicaciones de salud relacionados con el parto podría reducirse si se tomaran medidas de prevención durante el embarazo, o bien si se manejaran en forma efectiva algunas dificultades que se presentan durante y después del alumbramiento. A estas conclusiones llegó el equipo liderado por el doctor Ariel Karolinski, coordinador del Centro de Investigación en Salud Poblacional del Hospital G. A. Carlos G. Durand, luego de analizar 106 casos que incluyeron 26 muertes maternas y 80 casos de enfermedad grave. Los resultados fueron publicados en la edición de junio de la revista International Journal of Gynecology & Obstetrics.
La investigación se efectuó en 20 hospitales en Argentina (15 hospitales en la provincia de Buenos Aires, cuatro en la ciudad de Rosario, y uno en la ciudad de Buenos Aires) y cuatro en Uruguay (2 en Montevideo, 1 en Salto y el restante en Paysandú). “En este estudio, la muerte materna fue definida como el deceso de una mujer ocurrida durante el embarazo o dentro de los 42 días de su terminación, de forma independiente a su duración y localización, por cualquier causa relacionada a o agravada por el embarazo o por su manejo, pero no por causas accidentales o incidentales (suicidio u homicidio). La morbilidad materna severa fue definida como el ingreso de una mujer embarazada a Unidad de Terapia Intensiva (UTI) durante el embarazo o el período posparto antes de su egreso hospitalario”, señaló a la Agencia CyTA el doctor Karolinski que también se desempeña como investigador asociado del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria con sede en la ciudad de Buenos Aires.
De acuerdo con el estudio, las principales causas de mortalidad y morbilidad materna severa (que concentran casi el 90 por ciento de los casos) fueron los trastornos hipertensivos (50 por ciento), hemorragia (26,4 por ciento) e infecciones (9,4 por ciento). “Cabe destacar que en este estudio quedaron excluidos las complicaciones de abortos, principal causa de mortalidad materna en nuestro país, ya que la investigación que se efectuó excluía los embarazos menores a 22 semanas de gestación”, resaltó Karolinski.
Intervenciones efectivas
El estudio tuvo como objetivo principal determinar la tasa de uso de intervenciones que tuvieron un beneficio probado en la reducción de la mortalidad materna y la enfermedad o morbilidad severa en la madre. “Para las principales causas de mortalidad materna y morbilidad materna severa, se observó que la tasa de uso global de intervenciones efectivas fue del 58 por ciento. Esto implica que el 42 por ciento de las mujeres que murieron o se enfermaron gravemente no recibieron alguna de las intervenciones efectivas”, señaló Karolinski.
Específicamente, para cada causa principal de mortalidad materna y morbilidad materna severa se evaluó el uso de determinadas intervenciones. En relación con
las mujeres que sufrieron una hemorragia aguda, el 91 por ciento recibieron transfusión sanguínea. “Se efectuó una cesárea oportuna (menos de 30 minutos desde el diagnóstico de la hemorragia aguda) en el 75 por ciento de los casos y se hizo un manejo activo del alumbramiento (administración profiláctica de ocitocina -un potente retractor uterino- inmediatamente después del nacimiento del bebé para prevenir hemorragia posparto) en el 25 por ciento de los casos”, indicó el especialista.
Por otra parte para las mujeres que tuvieron trastornos hipertensivos, el 58,3 por ciento de las mujeres que desarrollaron eclampsia (convulsiones secundarias e hipertensión arterial más presencia de altos niveles de proteína en la orina, o proteinuria) recibieron sulfato de magnesio para su tratamiento. “Asimismo el 33,3 por ciento de las mujeres que presentaron preeclampsia (hipertensión más proteinuria) recibieron sulfato de magnesio para prevenir la aparición de una eclampsia”, afirmó el autor principal de la investigación. Y agregó: “Aunque fueron sólo cuatro casos, ninguna mujer recibió antibióticos para rotura prematura de membranas pretérmino.”
Otros resultados de interés que mostró el estudio tienen que ver con algunas cifras estimativas de prevalencia en el sistema público de salud de la Argentina, indicó Karolinski. “La razón de mortalidad materna intrahospitalaria fue de 47,8 por 100 mil nacidos vivos, y la razón de morbilidad materna severa fue de 3,4 por mil nacidos vivos. Esto permite inferir el peso de la morbilidad materna a nivel hospitalario en la Argentina: para un promedio de 700 mil nacimientos por año, la ocurrencia de morbilidad materna severa anuales es de cerca de 2400 casos, sin considerar las complicaciones de abortos. Esta estimación es extremadamente conservadora ya que se proyecta sólo los casos que ingresaron a terapia intensiva, cuando conocemos que hay otros criterios más sensibles que permitirían la inclusión de mayor número de casos”, subrayó el médico especialista en obstetricia y ginecología. Y continuó: “Finalmente, la tasa de letalidad fue del 13 por ciento. Esto significa que 13 de cada 100 mujeres que sufran una morbilidad materna severa terminarían muriendo.”
Principales conclusiones del estudio
Este estudio muestra una baja tasa de uso de intervenciones efectivas para reducir mortalidad materna y morbilidad materna severa en hospitales públicos de Argentina y de Uruguay, señaló Karolinski. Y agregó: “No podemos asumir que sólo por el uso de prácticas beneficiosas basadas en evidencia se podrían prevenir todos los casos de mortalidad y morbilidad materna severa, ya que existen otros determinantes relacionados con la accesibilidad al sistema de salud, con la percepción de enfermedad por parte de las mujeres, y con el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, nuestros resultados sugieren que hay mucho por mejorar en el cuidado brindado a estas mujeres en los servicios de salud.”
Para el especialista, existen muchas oportunidades para aplicar estas intervenciones teniendo en cuenta que en la Argentina el 99 por ciento de los nacimientos ocurren en hospitales y cerca del 83 por ciento de las mujeres tiene al menos una visita de control prenatal. “Además, los hospitales participantes en el estudio tienen los insumos necesarios para implementar las intervenciones efectivas (ampollas de sulfato de magnesio, banco de sangre, antibióticos, ocitocina, y la capacidad para realizar cesáreas)”, indicó.
“En síntesis, lo que muestra este estudio es la existencia de una brecha entre práctica clínica y evidencia científica. Cuando se analizan los resultados, se pueden describir dos perfiles de práctica profesional. En las emergencias obstétricas que requieren acciones inmediatas para tratar la complicación, nosotros encontramos altas tasa de usos de intervenciones tales como transfusión de sangre, la realización de una cesárea oportuna, y la administración de sulfato de magnesio en eclampsia (convulsiones)”, afirmó Karolinski. Y agregó: “Como contraparte a esta realidad, para intervenciones preventivas que a menudo no tienen efectos inmediatos (como por ejemplo la administración de sulfato de magnesio en preeclampsia para prevenir una eclampsia, manejo activo del alumbramiento para prevenir hemorragia posparto, o la administración de antibióticos en rotura prematura de membranas para evitar infecciones), las tasa de uso fueron menores al 30 por ciento.”.
Trabajo pendiente
No hay una medida única para garantizar progresos en salud materna, indicó Karolinski, investigador asociado de la carrera de investigador (Ministerio de Salud -GCBA-). “El problema reconoce múltiples determinantes relacionados con los servicios de salud, las mujeres, y los decisores en políticas sanitarias, además de condiciones estructurales como pobreza e indigencia que condicionan la accesibilidad al sistema de salud. Con relación a los servicios de salud, y al punto principal de este estudio, deberían garantizarse acciones que promuevan la diseminación e implementación efectiva de prácticas perinatales basadas en evidencia. Esto significa llegar a una mejor capacitación y entrenamiento del personal que asiste los partos, que se incluya dentro de las actividades de la práctica profesional actividades de actualización científico-técnica, una mejor infraestructura y equipamiento y una mayor disponibilidad de insumos para los hospitales públicos, entre otras acciones”, destacó.
Para el especialista es preciso que se promuevan el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. “Es importante que las mujeres conozcan las leyes, que sepan cuáles son las alternativas de cuidado de su embarazo, parto y puerperio, que puedan estar acompañadas durante el trabajo de parto y parto, que puedan acceder a métodos anticonceptivos para facilitar la planificar de los embarazos; entre otros aspectos”, aseguró Karolinski. Y continuó: “Con relación a los decisores en materia de políticas sanitarias, que consideren los resultados de investigaciones que aportan conocimientos de la realidad para sistematizar una política pública informada en evidencia.”
Cambiar esta realidad no es tarea de un grupo de “iluminados”, consideró el especialista, sino que requiere el compromiso de todos los actores en salud materno perinatal: profesionales de la salud, investigadores, sociedades científicas, políticos, legisladores, jueces, organizaciones gremiales y de la sociedad civil, “y sobre todo, un papel activo de las mujeres y sus familias, quienes son las que sufren las consecuencias de las complicaciones durante el embarazo, parto y puerperio. Por año mueren en nuestro país más de 300 mujeres por causas relacionadas al embarazo, y otras miles sufren de morbilidad materna severa que deja secuelas para su salud, e impacta en forma directa en las condiciones de vida de su grupo familiar. Es un imperativo ético modificar esta situación.”