Ángel Díaz
La reanimación cardiopulmonar salva cientos de miles de vidas cada año en todo el mundo, gracias a la intervención inmediata de los testigos de un paro cardiaco, responsables de atender a la víctima mientras llegan los servicios de emergencia. Pero hay quien piensa que, tradicionalmente, este método se ha planteado mal, ya que sería más eficaz que los primeros auxilios realizados por personas no profesionales se limitaran al masaje cardiaco y omitieran la ventilación artificial, más conocida como boca a boca.
Dos nuevos estudios que publica esta semana la revista 'The New England Journal of Medicine' inciden en este debate. Ambos han seguido en cientos de pacientes los resultados de dos clases de auxilios: la reanimación pulmonar estándar, que incluye ambas intervenciones, y la versión más novedosa, que se centra en la compresión pectoral y evita la ventilación. Y los dos coinciden en señalar que ésta última es la mejor opción, aunque con matices.
Una de las investigaciones, dirigida desde EEUU, concluye que la reanimación sin boca a boca no logra por sí misma salvar más vidas en el instante de la intervención, pero los pacientes que han recibido este auxilio tienden a evolucionar mejor que aquellos a los que se aplicó la variante tradicional, con boca a boca incluido.
El otro estudio, realizado en Suecia, resalta que no hay diferencias significativas entre la efectividad de ambas modalidades, por lo que, según sus autores, se hace preferible la variable más simple como medida de primeros auxilios, hasta que lleguen los profesionales y se hagan cargo del paciente.
Ambas estadísticas tuvieron en cuenta el resultado de los auxilios propiciados por testigos no experimentados y que seguían las instrucciones telefónicas de los profesionales sanitarios. El estudio estadounidense, dirigido desde los servicios de Emergencia de Seattle y la Universidad de Washington, analizó el progreso de casi 2.000 pacientes que habían recibido asistencia tras un paro cardiaco, la mitad de ellos con el método de reanimación habitual y la otra mitad sólo con masaje cardiaco. Sobrevivió un 11% en el primer caso y un 12,5% en el segundo, lo que no es una diferencia significativa. "Aunque hubo una tendencia hacia una mejor evolución" en varios grupos de pacientes.
Más fácil de enseñar
La investigación sueca, realizada por el Instituto Karolinska y la Universidad de Estocolmo, analizó datos de más de 1.200 pacientes. Al cabo de 30 días, había sobrevivido un 7% de quienes recibieron masaje cardiaco y boca a boca, y un 8,7% de quienes sólo tuvieron masaje cardiaco como primer auxilio. Tampoco esta diferencia permite afirmar que un método es mejor que otro, por lo que los autores se decantan por evitar la ventilación, con el fin de que la reanimación sea "más fácil de enseñar y de realizar".
Tras un paro cardiaco, cada instante que pasa hasta que llegan los servicios de emergencia puede ser crucial para salvar al paciente, por lo que estas intervenciones -y el modo en que se realizan- tienen una importancia inestimable.
De hecho, los expertos no han parado de darle vueltas al asunto, y el procedimiento ha variado a lo largo de los años, siempre en el sentido de reducir el boca a boca a favor del masaje pectoral: en la década de los 80, se recomendaba una ventilación por cada cinco compresiones; en los 90, eran dos ventilaciones por cada 15 compresiones; ahora, se hacen 30 compresiones por cada ventilación.
"Lo esencial es iniciar el masaje cardiaco. Si la persona que está cerca es inexperta o tiene aversión al boca a boca, es mejor empezar con el masaje y no interrumpirlo", indica María José Sánchez-Tello, presidenta de la sección de Estimulación Cardiaca en la Sociedad Española de Cardiología.
Oxígeno para el cerebro
Aunque, por supuesto, todo depende de la destreza de la persona que auxilia al paciente. "Yo sigo pensando que es bueno dar ventilaciones, si se sabe", señala Ervigio Corral, subdirector general del Samur (servicios de emergencia de Madrid).
"La práctica habitual es ventilar: el cerebro no puede vivir sin oxígeno", explica este experto, aunque aclara: "Normalmente, la gente está más preparada para dar masaje. Como no son profesionales, los técnicos se han preguntado si compensa que dejen de dar compresiones cardiacas durante el tiempo que dedican a la ventilación". Es más, si el boca a boca no sale bien, puede causar vómitos al paciente, lo que a su vez podría provocarle la muerte.
Por supuesto, cuando llegan los servicios, enseguida aplican ventilación mediante botellas de oxígeno y respiradores. El reto está en recuperar el corazón, por un lado, y en hacerlo antes de que el cerebro haya sufrido daños irreversibles, por el otro. Pero, en cualquier caso, la mayoría de las veces es demasiado tarde. Madrid tiene una de las cifras más altas de recuperaciones neurológicas, que superan el 10% de los casos. En Estados Unidos, este dato ronda el 1%.
"Si llegas más tarde de los 10 minutos, el cerebro tiene lesiones irrecuperables", explica el doctor Corral.