Isabel F. Lantigua | Madrid
Una persona consume una dieta calórica, rica en grasas. Otra también, con los mismos alimentos. La primera persona engorda y tiene más riesgo de sufrir diabetes. La segunda mantiene el tipo y no presenta kilos de sobra. ¿Por qué ante una misma alimentación unos desarrollan obesidad y otros no? Esta cuestión lleva mucho tiempo dando quebraderos de cabeza a los científicos. Ahora, un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Yale (EEUU) da una posible respuesta: la propensión a la obesidad se conforma antes de nacer, durante el desarrollo del cerebro.
El trabajo, que publica la revista 'Proceedings of the National Academy of Science' (PNAS) y cuenta con participación española, explica que según se conecten las neuronas y se reorganice el hipotálamo seremos más o menos propensos a engordar. La clave está en cómo se 'cablee' el sistema de la melanocortina, responsable de regular el consumo de alimentos y de gastar la energía que nos aportan.
Los autores sometieron a distintos grupos de ratas a la misma dieta calórica y vieron que aquellas que se volvían obesas presentaban una diferencia en el centro cerebral responsable de la alimentación.
"En concreto, en las ratas que engordaron, las neuronas encargadas de avisar de que ya se ha comido bastante, las que tienen que decir cuándo se está saciado, eran mucho más lentas y tardaban más en reaccionar que en los otros animales. En las ratas obesas, estas neuronas se ven inhibidas por otros tipos de células, mientras que en las que se mantienen delgadas las neuronas de la saciedad son muy activas", señala a ELMUNDO.es Tamas Horvath, del Departamento de Neurobiología, Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Yale y coordinador del estudio.
"El cableado neuronal de nuestro cerebro mientras se desarrolla determina la vulnerabilidad de una persona a sufrir obesidad", añade este experto, para quien "comprender mejor los patrones de la obesidad, las razones moleculares que están detrás de su desarrollo y todos los factores que intervienen en ella, es fundamental para desarrollar fármacos que puedan prevenirla o, incluso, curarla, algo que hasta ahora no ha sido posible".
¿Una condición hereditaria?
Según aclara a ELMUNDO.es Cristina García Cáceres, del Departamento de Endocrinología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y del CIBERObn (Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología Obesidad y Nutrición), "muchas personas que no tienen las mutaciones genéticas que se han visto que están relacionadas con la obesidad, engordan de todas formas, por lo que tiene que haber otros factores que predispongan a ser obeso. Uno de ellos es la configuración del hipotálamo y la distinta respuesta neuronal ante los estímulos alimentarios".
Esta investigadora, que también firma el novedoso trabajo, avanza que "lo que estamos estudiando ahora es si las crías de las ratas que son obesas durante el embarazo nacen también con esta predisposición a la obesidad. Es decir, si las conexiones neuronales son hereditarias".
Además de predisponer a la obesidad, Horvath destaca que "estos mecanismos cerebrales tienen otras consecuencias. Aquellos más vulnerables a los kilos de más también experimentan una respuesta inflamatoria a nivel cerebral que explica por qué, una vez que se vuelven obesos, les cuesta más perder peso".
"Lo más importante de este trabajo es que demuestra que además de las mutaciones genéticas conocidas y vinculadas con la obesidad, existe una importante contribución de las neuronas", concluye el investigador de Yale.