Cada vez más parejas recurren a la esterilización

Anticoncepción posmoderna

Crece en el mundo la cantidad de personas que recurren a la ligadura de trompas o a la vasectomía para evitar embarazos. Por qué aquí se impone por lejos el preservativo.

Fuente: Perfil.com

Por Florencia Ballarino

Opciones. Preservativos, DIU y píldora, según la preferencia.

“El siglo XXI será el del congelamiento de óvulos y espermatozoides y la esterilización de los jóvenes.” La predicción del científico Carl Djerassi, uno de los padres de la píldora antinconceptiva, parece estar cada vez más cerca de convertirse en una realidad. Un reciente informe de los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) reveló que una de cada tres parejas norteamericanas ya eligen como método anticonceptivo la ligadura de trompas o la vasectomía (dos intervenciones quirúrgicas seguras y efectivas), incluso por encima del uso de la píldora, el preservativo y el DIU.

La tendencia también parece pisar fuerte en otros países del mundo. En Australia, el 28% de los matrimonios recurrió a la anticoncepción quirúrgica; en Nueva Zelanda, el 23% y en España, el 14%. Pero el fenómeno aún no caló en América latina, donde la esterilización no figura entre las principales formas de controlar la natalidad. En la Argentina, a pesar de que desde 2006 existe la Ley Nº 26.130, que garantiza el derecho de hombres y mujeres a acceder en forma gratuita a prácticas de contracepción quirúrgica, apenas el 1,5% de las parejas eligen estos métodos.

¿Por qué estas prácticas no tienen eco entre los argentinos, a diferencia de lo que sucede en EE.UU. o Australia? Para los especialistas consultados por PERFIL no hay una sola causa, sino que entran en juego factores culturales, de género y también trabas “extralegales”.

Decisión. La esterilización es un procedimiento quirúrgico que consiste en cortar y ligar las trompas de Falopio, en el caso de la mujer, y los conductos deferentes, en el caso del hombre (ver gráfico).“La vasectomía es una buena elección para las parejas adultas, con hijos, que ya no quieren tener más chicos. Se lo considera un método de esterilización porque es reversible sólo en el 80% o 90% de los casos. De ese porcentaje, sólo la mitad de los pacientes recupera la fertilidad. Por eso, la decisión debe ser considerada como definitiva”, explicó Jorge Vázquez, jefe de Andrología de la división Urología del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.

El especialista señaló que a pesar de que la cirugía es sencilla y no dura más de media hora, en el Hospital sólo se realizan unas seis operaciones de este tipo al año. “La razón es que hay muchos mitos relacionados con la vasectomía. Los hombres piensan que va a afectar su vida sexual. Y la realidad es que no influye en la erección ni en la eyaculación”, aseguró Vázquez.

Para Mabel Bianco, directora de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (Feim), el hombre es muy renuente a realizarse este procedimiento porque relaciona su virilidad con la capacidad de engendrar hijos. “Es un problema cultural. Existe un valor muy arraigado en todos los estratos de la sociedad y es que sólo la mujer debe ocuparse de la anticoncepción”, dijo Bianco. 

En el caso de la ligadura de trompas, la operación se realiza durante una cesárea o después de dar a luz, por laparoscopia o minilaparotomía. “El principal riesgo es que la mujer se arrepienta de su elección. Por eso, se trabaja mucho en la toma de decisión. Las pacientes firman un consentimiento informado, donde se les explica que si bien existe un procedimiento de reversión, el hospital no lo realiza y las chances de éxito son pocas”, explicó Analía Messina, jefa del servicio de Obstetricia del porteño Hospital Alvarez.

Del total de nacimientos que se producen al año en ese centro asistencial, el 5% (unos 75) va acompañado de la decisión de una ligadura. El promedio de edad de las pacientes es de 35 años y todas tienen entre cuatro y siete hijos.

Dificultades. “Se realizan pocas ligaduras porque todavía muchas mujeres desconocen que tienen este derecho”, afirmó Bianco, quien también advirtió que en algunos hospitales existen trabas para acceder a la antinconcepción quirúrgica. (ver aparte).

Otro de los motivos es que en la sociedad está arraigada la idea de que ser mujer es equivalente a ser madre. Por eso, ciertos profesionales médicos se resisten a realizar esta clase de intervención. Para los especialistas, a medida que las personas tengan más información y los médicos más formación en el área, la realidad va a cambiar.

“En muchos hombres jóvenes ya hay una mayor preocupación por el tema de la anticoncepción”, sostuvo Bianco, para quien, sin lugar a dudas, la vasectomía será el método de control de la natalidad del futuro.

Testimonios criollos

Giselle tiene 34 años, acaba de nacer su cuarto hijo y decidió realizarse la ligadura de trompas, tras sufrir varias complicaciones durante su última cesárea. “La decisión tuvo que ver con mi salud porque soy hipertensa, pero también con que no quiero tener más hijos. Lo hablé con mi marido y él estuvo de acuerdo”, le dijo a PERFIL, desde su casa en Avellaneda.

Aunque prefirió el anonimato y se negó a ser fotografiada, Giselle aseguró que no se arrepiente de su decisión. “Para mí estuvo bien. No me siento menos mujer por tener las trompas ligadas y los médicos me explicaron que esto no va afectar mi salud en el futuro”, sostuvo. Y reconoció que antes de hacerse la ligadura tenía muy poca información sobre el tema. De hecho, durante el primer mes de funcionamiento del 0800 222 3444, el número de teléfono que habilitó el Ministerio de Salud de la Nación para contestar preguntas sobre salud sexual y reproductiva, la anticoncepción quirúrgica fue uno de los principales temas de consulta (12% de los llamados).

Raúl tiene 64 años, es padre de tres hijos y hace treinta años que se realizó una vasectomía. A pesar de que es médico y sabe que las suspicacias en torno a este método de anticoncepción tienen más que ver con razones culturales que reales, prefiere dar su testimonmio en forma anónima. “Jamás me arrepentí”, dijo.