María Valerio | Madrid
Una de las grandes pegas que a menudo se le pone desde la medicina convencional a las terapias naturales es que no han demostrado suficientemente su eficacia en estudios científicos serios. Tres de ellos, publicados esta misma semana, refutan este argumento con sendos ensayos a favor de la meditación y las hierbas orientales.
El primero, publicado en 'Science Traslational Medicine', ha demostrado en ratones que una milenaria hierba china (empleada desde hace 1.800 años contra diarreas y vómitos) puede aliviar las molestias gastrointestinales causadas por la quimioterapia al destruir las células sanas que recubren la mucosa.
En realidad, los investigadores de la Universidad de Yale (EEUU) que realizaron el ensayo no emplearon la hierba original (llamada Hu-and Chin Tong), sino una fórmula de laboratorio "cuidadosamente preparada" para sintetizar artificialmente los cuatro ingredientes del remedio herbal: peonias, escutelaria (una flor violeta), regaliz y un arbusto del género Rhamnus.
Dicho producto artificial, PHY906, desarrollado por la compañía PhytoCeutica, demostró en los ratones de laboratorio que era capaz de estimular una vía de señales encargada de reemplazar las células intestinales dañadas por la 'quimio' con nuevas células sanas; y de reducir además el proceso inflamatorio causado como reacción a la quimioterapia en las vías gastrointestinales. El equipo de Yale añade además que gracias a sus múltiples vías de acción antiinflamatoria, los ratones tratados con este compuesto perdieron menos peso y experimentaron mayor efecto antitumoral de la quimioterapia.
De momento en animales
Sin embargo, a pesar de estos buenos resultados, el equipo que encabeza Yung-Chi Cheng, recuerda a los pacientes oncológicos que PHY906 está disponible únicamente en la actualidad a través de los ensayos clínicos preliminares (fase I y II, es decir, lejos aún de una posible comercialización) que permiten controlar su eficacia y también sus posibles efectos secundarios en humanos. De hecho, recuerdan, algunos productos herbales que se venden como si fuesen el verdadero Hu-and Chin Tong puede contener trazas tóxicas con peligrosos efectos adversos.
Además, como recuerda el Instituto Nacional del Cáncer en su página web, no hay que olvidar tampoco que algunas plantas pueden interferir con la acción de la quimioterapia, por lo que no conviene que los pacientes recurran a ellas sin consultar previamente con su oncólogo.
De momento también en animales se ha probado el segundo compuesto herbal, la emodina, una sustancia antiinflamatoria que se encuentra en ciertos tipos de plantas, como el ruibarbo o el Polygonum cuspidatum (un arbusto de origen japonés). En este caso, investigadores chinos describen en las páginas del 'British Journal of Pharmacology' la acción antidiabética de este producto en un grupo de roedores.
Según explica el equipo de la Academia China de Ciencias dirigido por Ying Leng, la emodina demostró que reducía los niveles de glucosa en sangre y mejoraba el perfil de lípidos en un grupo de ratones alimentados con una dieta elevada en grasas y azúcares.
En función de nuestra alimentación, el organismo segrega insulina para regular los niveles de glucosa en la sangre y los tejidos (y permitir a las células utilizar el azúcar como 'combustible'). Aunque llega un momento en que se produce lo que se conoce como resistencia a la insulina, porque esta sustancia deja de ser eficaz aunque se produzca en grandes cantidades. Entran en juego entonces enzimas como 11 beta-HSD1 (un tipo de glucocorticoide), que contrarrestan la acción beneficiosa de la insulina.
En el experimento con los animales, la sustancia vegetal demostró capacidad para inhibir 11 beta-HSD1, aliviando así la diabetes y la resistencia a la insulina causada por una dieta 'occidental'. Queda por ver, eso sí, que dicho extracto natural pueda ejercer el mismo efecto en pacientes diabéticos.
Y sin necesidad de hierbas, sólo con el poder de la mente, 'Proceedings of the National Academy of Sciences' demuestra esta semana que un intenso entrenamiento de meditación (basado en técnicas orientales) mejora las conexiones cerebrales, aumentando la capacidad del individuo para hacer frente a los conflictos.
De momento sólo lo han probado en 45 sujetos, pero el equipo de Michael Posner en la Universidad de Oregon (EEUU) considera que las técnicas de meditación que conectan cuerpo y mente pueden tener un efecto físico directo en el área cingulada anterior, la región cerebral que controla nuestras emociones y compotamientos.