¿Cómo viven las mujeres profesionales de la salud?

Sanitarias al borde de un ataque de nervios

En nuestra profesión sanitaria somos una gran mayoría de mujeres tanto enfermeras como médicos así que quien me lea sabe de lo que hablo.

Le vamos a pegar un palo a la esperanza de vida que la vamos a dejar temblando. Mientras los estudios estadísticos hacen cálculos demográficos basados en la estimación, la realidad va a ser otra.

Déjenme que les ponga en contexto antes de comenzar con un episodio agudo de diarrea mental. Échenle un vistacito a este documento que acaba de sacar Bancaja: Desarrollo humano en España: la salud. En él se desgranan datos del Instituto Nacional de Estadística, llegándose a la conclusión que para el año 2048 la esperanza de vida al nacer de cualquier españolito varón será de 84.3 años y para las mujeres 89.9.

Antes de hacer mi reflexión sobre la esperanza de vida y al hilo del envejecimiento, quiero hacer una mención al Día Internacional del Alzheimer que celebramos (palabra inapropiada donde las haya) esta semana. Un recordatorio para víctimas y familiares de esta ironía del destino, esta patología que te mata dejándote vivo el cuerpo y que padecen 3.5 millones de españoles.

Y ahora sí, lo del palo. Hablemos de la esperanza de vida de las mujeres españolas nacidas entre el 1955 y el 1975, años arriba, años abajo. Las hijas de los niños de la post-guerra, las mujeres de la era post-feminista, la generación de chicas totalmente incorporadas al mundo laboral, las liberadas, las igualitarias y sin duda…a las que nos han dado gato por liebre. Nosotras, amigas mías vamos a caer como chinches. En nuestra profesión sanitaria somos una gran mayoría de mujeres tanto enfermeras como médicos así que quien me lea sabe de lo que hablo. Nosotras no podemos compararnos con países más nórdicos y la culpa histórica la tienen los modelos de vida en los que basamos nuestro día a día y que las mujeres no mediterráneas no padecen. Nosotras vivimos en permanente frustración y continuo estrés, siempre al borde del abismo a un nivel que nuestras contemporáneas más rubias no saben ni que existe.

Para nuestro papel de madres en la sociedad actual sólo tenemos como modelo el rol de nuestras propias madres, unas madrazas; mujeres que sufrieron una infancia dura y que después quisieron darnos todo lo que ellas no tuvieron. Ellas fueron las impulsoras de que sus retoños aprendieran inglés, piano, judo, tenis, etc., etc, las que impusieron que "hay que comer bien”, a ser posibles dos platos y con elementos frescos y nutritivos, ellas impulsaron la participación de los padres en los colegios con sus mil reuniones, ellas tenían la casa perfecta, ellas acudían en cualquier momento y sin previo aviso a las fiestitas colegiales con sus actuaciones y misas, ellas introdujeron las fiestas de cumpleaños y un largo etcétera. En fin, ellas fueron madres perfectas y como no conocemos otra cosa, nuestras madres 'full time', son el único modelo al que podemos aspirar y que minado por las horas que pasamos trabajando nos mantiene permanentemente frustradas.

Para nuestro papel de hijas, el modelo vuelve a ser el que hicieron nuestras madres, hijas atentísimas que cuidaron con amor y esmero de sus padres y suegros en sus casas y hasta el final. Nosotras vivimos a salto de mata, lejos de nuestros padres ancianos y enfermos, con el corazón roto si los dejamos en residencias por que nuestras madres no lo hicieron así y estas hijas perfectas son el único modelo que conocemos. Somos pues hijas frustradas. En lo laboral, nuestros modelos han sido nuestros padres. Hombres que trabajaron duro para levantar un país en ruinas, que estaban pluriempleados sacando adelante familias grandes sin control de natalidad que requerían ingresos extras. Hombres íntegramente volcados en su trabajo. Estos varones son nuestro único modelo laboral por que no hemos crecido con otro; suma y sigue, profesionales frustradas.

Y qué decir de nuestra imagen de mujeres, hay que estar absolutamente estupendísimas y maravillosas. Se nos bombardea con la historia esta de que los 40 son los nuevos 30 y los 50 los nuevos 40. Vamos, que la época en que una se podía empezar a relajar un poquillo, colocarse una bragazas grandes y cómodas, disfrutar de alguna cana o pata de gallo nunca llega. Las cremas, los tintes y el cuidarse nos esclavizan, hay que estar sexis como todas las actrices maduritas que de repente parecen nuestras hijas. Vamos que…

Y que conste que los hombres no tienen un ápice de culpa, ellos en su simpleza masculina nos observan atolondrados sin entender muy bien esta locura. Su papel ha cambiado poco y lo cierto es que somos nosotras las que no les dejamos evolucionar por que nosotras somos demasiado perfectas y controladoras para querer delegar; ¡ah! y que al pobre no se le ocurra hacer la compra y olvidarse los yogures naturales con bífidus activo que toma Anita o vestir a Carlitos con una ropa que no sea la que hemos dejado preparada por que se lía fina. Somos el eslabón perdido.

¡Qué esperanza de vida ni que esperanza de vida! Todo el día corriendo, estresadas y frustradas, atendiendo casa, trabajo y niños, preparando comidas nutritivas, llevando a Martita y a Nachito a kárate, chino y ballet, pasando la aspiradora mientras repasas mentalmente al último paciente que viste ayer, planchando mientras chequeas tu e-mail, organizando cómo vas a poder ir a un congreso médico el mes que viene si justo coincide con el día que Pedrito toca el violonchelo para los padres, leyendo el último BMJ mientras repasas su tarea o comprobando que tu madre al otro lado de España sigue viva mientras de paso te haces las uñas. Y no es que yo quiera volver a la generación de mi madre o mi abuela pero aun así tengo un regustillo a que me han engañado, a que esto no debería ser así.

Vamos que la esperanza de vida de las niñas que nazcan en el 2048 será de 90 años pero por la de nuestra generación no doy yo un duro. Como chinches, oiga, vamos a caer como chinches.

Mónica Lalanda

Un comentario y una ilustración. Los 'post' de Mónica Lalanda siempre tienen un objetivo claro: despertar conciencias.