Patricia Matey | Madrid
Por las buenas o por las malas. Puede que, en breve, los médicos, al menos los de EEUU, tengan que vacunarse de la gripe; sí o sí. A varias asociaciones médicas del otro lado del Atlántico se les ha ocurrido la idea de obligar a sus socios a inmunizarse contra el virus. El motivo, de sobra conocido, la baja tasa de vacunación del colectivo sanitario pese a que contribuye a reducir los contagios y la mortalidad de los pacientes.
A la cabeza de la lista de las entidades que más empeño está invirtiendo en ello está la Academia Americana de Pediatría (AAP, sus siglas en inglés). A sus miembros les permiten alguna excepción, como tener problemas médicos que imposibiliten la vacunación, tal y como recoge un artículo publicado en el último 'The Journal of the American Medical Association (JAMA)'.
Ferrán Segura Porta, director del Programa de Asistencia de Patologías Infecciosas del Hospital Parc Taulí de Sabadell y Presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), cree que "la AAP, como el resto de agrupaciones de profesiones estadounidenses que están promoviendo este tipo de normativa, no tienen capacidad para su imposición. Lo que pretenden es que sean las autoridades sanitarias las que formulen esta obligatoriedad".
Este experto reconoce que el colectivo sanitario español (sólo se vacuna entre el 16% y el 24% de los profesionales) rechazaría tajantemente este tipo de imposición. "La cultura de la obligación no está bien vista en nuestro país, ni en el resto de Europa o en Latinoamérica. Hay que intentar buscar otras medidas que sean eficaces antes de recurrir a normas coercitivas".
Sin evidencias
Juan José Rodríguez Sandín, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), se muestra muy crítico y defiende la "improcedencia de este tipo de medida. Si la vacuna proporcionara una inmunidad definitiva y los sanitarios fueran la única vía de contagio de la gripe tendría su sentido. No existen evidencias científicas que respalden la necesidad de imponer la vacuna de la gripe al personal sanitario, un problema por otro lado benigno".
Bridget Kuehn, miembro del equipo editorial del JAMA, sostiene que la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas (IDSA, sus siglas en inglés) argumenta "que la vacunación obligatoria es necesaria para proteger a los pacientes y a los trabajadores sanitarios. En el caso de que existan excepciones por motivos de salud, los profesionales no inmunizados deberían llevar mascarillas o tendrían que ser reasignados a otras tareas que no requieran del contacto con los enfermos".
Al parecer, "los hospitales de EEUU que han implantado el uso obligatorio de mascarillas han visto como se incrementaba notablemente el número de trabajadores vacunado", agrega el editor Kuehn.
Josep Marès, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), apunta otras estrategias que también son eficaces y menos estigmatizantes. "Tanto aquí como en otros países, los centros que han dado incentivos, como el sorteo de un viaje entre los que se inmunizan, han aumentando en un 25% el personal inmunizado".
Defiende, además, la necesidad de educar «a los profesionales sanitarios en la utilidad real de la vacuna».
Y para acabar con ciertos tópicos. "Un 50% tiene una autopercepción de buena salud, por lo que cree que no tiene que ponérsela. Otros (entre el 30% y el 35%) temen los efectos secundarios, pese a que son mínimos y tolerables y entre un 10% y un 15% defiende que no es eficaz", agrega el experto de la AEP. Promulga, asimismo, la importancia de inculcar a los compañeros de trabajo el principio de solidaridad, "dado que uno se vacuna para sí mismo y para los demás". Y recuerda que "uno de los factores que más influye en la decisión de un trabajador sanitario para vacunarse es la opinión que tienen sus colegas sobre este tema".