Por Lynne Peeples
NUEVA YORK (Reuters Health) - Esta vez, los científicos no hablan de un "efecto placebo" en la mente, sino de efectos fisiológicos en el cuerpo de ingredientes de las píldoras. Es más: hallaron que menos de uno de cada 10 estudios publicados en cuatro revistas médicas prestigiosas informaron los ingredientes utilizados como placebo.
"Nos entrenaron para asociar los placebos con algo inerte. Pero no hay evidencias de que exista algo fisiológicamente inerte por completo. Esto cuestiona los fundamentos de la atención médica", dijo a Reuters Health la doctora Beatrice Golomb, de la University of California en San Diego.
Un método tradicional utilizado para deducir si un fármaco experimental es o no efectivo es compararlo con uno que luce, huele y tiene el sabor del "original", pero sin sus ingredientes activos: un placebo.
Al no informarles a los pacientes qué versión están consumiendo, un equipo puede conocer si las diferencias en los resultados obtenidos son por el medicamento o por el poder de sugestión. Por lo menos, ese es el ideal.
Pero, al revisar estudios anteriores sobre enfermedad cardíaca, Golomb advirtió que los placebos incluían sustancias como aceite de oliva o maíz, que reducen el colesterol y podrían modificar los beneficios observados del tratamiento experimental.
La experta observó también que estudios previos sobre tratamientos del cáncer y el VIH habían utilizado píldoras de placebo con azúcar de leche (lactosa) y hallaron relativamente pocos problemas gastrointestinales en el grupo experimental: los pacientes con sida y cáncer pueden tener riesgo de desarrollar intolerancia a la lactosa.
Y esos fueron estudios que excepcionalmente detallaron la receta. La autora indicó que la empresa que produce el medicamento experimental suele ser la que suministra el placebo. "Esto me hizo pensar. ¿Cuáles son las reglas para la producción de los placebos?", dijo Golomb.
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, no hay reglas.
De modo que el equipo de Golomb decidió ir más allá. Revisó 167 ensayos controlados con placebo publicados en revistas prestigiosas en el 2008 y el 2009; rara vez se describían los ingredientes de los placebos (sólo en el 8 por ciento de los casos).
Los estudios eran algo más abiertos a describir el contenido de las inyecciones de placebo y otros tratamientos: uno de cada cuatro daba a conocer la información, publica Annals of Internal Medicine.
"Sólo nos queda esperar que esto no modifique mucho sistemáticamente los tratamientos", dijo Golomb. La experta sugiere con su equipo que es una posibilidad y con consecuencias potencialmente graves.
"Un tratamiento que no es efectivo parecería efectivo o un tratamiento efectivo podría parecer que no da resultado en esos ensayos", dijo a Reuters Health el investigador Jeremy Howick, de la University of Oxford, en Inglaterra.
"Esto es peligroso para la salud pública porque podría inducir el uso y la cobertura de tratamientos que no son efectivos o impediría reconocer su efectividad. Los placebos son tratamientos y deberían reconocerse así", agregó Howick.