Por Gisele Sousa Dias
Para la mayoría de los que ya superamos la mágica ilusión de la llegada de Papá Noel, las Fiestas significan varios días agobiantes de limpieza, compras a las corridas, cocina multitudinaria y transpiración; un rejunte de parientes que por alguna razón no frecuentamos durante el resto del año, y el conventillo alrededor de quién se fue a pasar las Fiestas con otro, qué cocinó, si se levantó a lavar los platos, qué trajo de regalo. Eso, sin contar el hueco que deja el que ya no está.
La tristeza, el enojo y el estrés gatillan con tanta precisión que durante las Fiestas se produce un pico de muertes por episodios cardíacos.
Este aumento, sumado a las muertes de Romina Yan y Néstor Kirchner, hicieron que durante los últimos tres meses del año se duplicaran las consultas en dos de los principales centros cardiológicos porteños.
No hay otro momento del año en donde estos picos se vean con tanta claridad.
Este aumento sólo aparece ante eventos tan estresantes como un terremoto, crisis económicas o partidos de fútbol decisivos”, señaló Alberto Alves de Lima, subjefe de Cardiología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). Si bien en Argentina no existen estadísticas, una investigación hecha durante 28 años entre 53 millones de certificados de defunción en EE.UU. mostró que la mortalidad por eventos cardíacos aumenta un 4,6% durante Navidad y Año Nuevo.
Más allá de las diferencias culturales y climáticas, en nuestro país la tendencia se refleja. “No sólo aumenta la mortalidad por eventos cardiovasculares sino también las internaciones por arritmias y anginas de pecho; esta última puede ser un síntoma de infarto agudo de miocardio”, agregó el doctor Carlos Rodríguez Correa, director del Centro de Vida de la Fundación Favaloro.
Las razones son un combo entre tres factores . “Por un lado la postergación, porque muchos deciden consultar al otro día para no arruinar la reunión. Por otro, los excesos: pensemos que en una comida navideña se pueden llegar a ingerir 9.000 calorías. Por último, las emociones: con las Fiestas aparecen las evaluaciones de lo que se logró y de lo que no, y el recuerdo de quienes ya no están”, agrega Alves de Lima. Y en lo emocional está la clave: “Entre el corazón y el cerebro, hay un vínculo muy sólido.
Frente a una situación emocional fuerte, se liberan sustancias como la adrenalina, que producen un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión y aumentan la rigidez arterial. Eso favorece la ruptura de las placas de colesterol, lo que puede desembocar en un ataque cardíaco”.
Pero no sólo los balances de fin de año predisponen a la consulta. La muerte de Romina Yan, en septiembre, y la de Néstor Kirchner, en octubre, hicieron que en el ICBA estén recibiendo un 90% más de consultas y que se duplicaran los pedidos para asistir a cursos de reanimación cardiopulmonar, tanto individuales como de empresas. Y más allá de que en la Fundación Favaloro prefieren no referirse a casos públicos, en los tres centros en donde realizan evaluaciones para detectar factores de riesgo cardiovascular, estén dando 200 turnos diarios: el doble que hace tres meses .
Más allá de los casos de resonancia pública, Alves de Lima vuelve a lo que está por venir: las Fiestas. Y pide reflexión: “Hemos comprado un modelo de Navidad en el que nos tenemos que juntar con gente que apenas conocemos, llevar a nuestra pareja a reuniones en las que no quiere estar, movilizar a los chicos, correr a comprar, comer a reventar, terminar la noche con la sensación de que ‘al fin terminó’. ¿Vale la pena que sea así?”, se pregunta.