Durante tres décadas, el 1,6 por ciento de los pacientes tratados con un bypass coronario en Cleveland Clinic sufrió un ACV durante o inmediatamente después de la cirugía.
La tasa de ACV disminuyó lentamente del 2,6 por ciento en 1988, aunque los pacientes que llegaban al quirófano lo hacían en peores condiciones.
"Los pacientes tienen un riesgo significativamente mayor que hace 5-10 años", dijo el doctor Farzan Filsoufi, cirujano cardíaco de The Mount Sinai Medical Center, de esta ciudad, y quien no participó del estudio.
"A pesar del aumento de los factores de riesgo, la incidencia de los ACV disminuyó en la mayoría de los estudios", agregó.
Unos 800.000 estadounidenses sufren un ACV cada año; más de una sexta parte mueren y muchos más quedan con alguna discapacidad.
El riesgo aumenta durante la cirugía, en parte porque conviven muchos factores de riesgo comunes al ACV y la enfermedad cardíaca, como la hipertensión y la diabetes, y por la intervención quirúrgica en sí.
Por ejemplo, se puede romper alguna placa grasa que obstruye las arterias cardíacas y viajar hacia el cerebro, donde puede interrumpir el flujo sanguíneo. O la presión puede descender demasiado durante la cirugía e impedir que el cerebro reciba suficiente oxígeno.
Algunos médicos utilizaron esa amenaza para insistir en el uso de un procedimiento menos invasivo llamado intervención coronaria percutánea, que se realiza a través de una arteria en la pierna o, con menos frecuencia, en el brazo para colocar un stent en la arteria cardíaca obstruida.
Es un procedimiento que, según los expertos, se realiza a más de un millón de estadounidenses por año, mientras que la cirugía se utiliza en unos pocos cientos de miles de casos.
Con la actual disminución de la tasa de ACV en algunos hospitales, Filsoufi dijo que la amenaza no sigue siendo un buen argumento para elegir entre la intervención coronaria percutánea y el bypass.
"El bypass es una cirugía muy segura en la actualidad", dijo a Reuters Health.
Según la publicación en Journal of the American Medical Association, el equipo de Cleveland Clinic analizó datos de más de 45.000 pacientes con un bypass coronario realizado entre 1982 y el 2009.
El 40 por ciento de las 705 personas con un ACV había sufrido el infarto cerebral durante la cirugía y casi el 60 por ciento durante los dos días siguientes.
A los 10 años, el 68 por ciento de los que no habían tenido un ACV seguía con vida, comparado con apenas el 37 por ciento de aquellos con un ACV.
Ciertos tipos de cirugías estuvieron asociadas con una reducción del riesgo de sufrir un ACV.
Durante el bypass, se realiza en el corazón un injerto con una pequeña parte de un vaso sanguíneo de otra parte del cuerpo para que el flujo sanguíneo pase por alto la obstrucción arterial.
A veces se detiene el corazón para realizar la cirugía y se usa una bomba para mantener el flujo sanguíneo.
Los pacientes que fueron operados con el corazón latiendo tuvieron el riesgo más bajo de sufrir un ACV (0,14 por ciento durante la cirugía), mientras que la detención de los latidos aumentó ese riesgo.
La tasa de ACV aumentó con la edad y el grado de enfermedad cardíaca.
"Si se personaliza la operación, se puede reducir el riesgo al nivel observado con la intervención coronaria percutánea", dijo el doctor Joseph Sabik, coautor del estudio y director del Departamento de Cirugía Cardíaca de Cleveland Clinic.
Sabik atribuyó en parte a ese enfoque el motivo de esta reducción de la tasa de ACV en el tiempo. "También hay pasos previos y posteriores a la cirugía, como usar mejores fármacos", finalizó.
FUENTE: JAMA/Journal of the American Medical Association, 25 de enero del 2011.