María Sainz | Madrid
Se dice que una de cada cuatro personas padecerá una depresión a lo largo de su vida. Lo que no se comenta tanto, y ahí entra el tabú, es que algunos de los fármacos para tratarla socavarán su deseo y sus relaciones sexuales. Este efecto secundario, además de minar la autoestima y la unión de las parejas, provoca que muchos abandonen la terapia antes de tiempo y acaben recayendo.
Hace un par de semanas, la FDA, agencia estadounidense del medicamento, anunciaba la aprobación de un nuevo antidepresivo (Viibryd o vilazodona) que no produce este efecto negativo sobre la libido. Aunque no se vende en España, la llegada de esta sustancia al mercado norteamericano pone sobre la mesa una problemática mayoritariamente oculta: algunos antidepresivos impactan seriamente en la salud sexual.
"Depende del psiquiatra. Los españoles, los italianos y los griegos somos los que más preguntamos a nuestros pacientes sobre su vida sexual. Sin embargo, en los países nórdicos y en Reino Unido, por ejemplo, se considera una esfera íntima en la que no se debe entrar", explica a ELMUNDO.es el psiquiatra Ángel Luis Montejo.
Precisamente, este médico es el creador de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental (ASEXAME), con la que intenta concienciar tanto a enfermos como especialistas de la importancia de transmitir y abordar este tipo de trastornos: "Hay unos 300 medicamentos comercializados que pueden producir problemas sexuales, principalmente antidepresivos y antipsicóticos, pero también algunos antihipertensivos, antidiabéticos, fármacos para el colesterol, etc.".
El papel de la serotonina
En el caso de la depresión, los fármacos que más pueden interferir en las relaciones sexuales son los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Funcionan aumentando los niveles de la citada sustancia y, en consecuencia, reduciendo la impulsividad, la ansiedad y, también, el deseo. Son la terapia de elección en pacientes que, por ejemplo, sufren trastorno obsesivo compulsivo o bulimia.
Como explica Montejo, este efecto ni entiende de género ni de edad, y varía desde la falta de deseo (que aparece en un 60% o 70% de los casos) hasta los problemas para alcanzar el orgasmo o eyacular (un 50%), pasando por la falta de lubricación vaginal o la disfunción eréctil (30%).
Teniendo en cuenta que, actualmente, unos cinco millones de españoles sufren una depresión, el impacto de este efecto secundario cobra aún más relevancia. Se antoja esencial identificarlo cuanto antes para paliarlo o reducirlo en la medida que sea posible.
Cómo tratarlo
Como primera acción, desde ASEXAME, se recomienda recurrir al uso de antidepresivos que no tengan este efecto, siempre y cuando sea posible (en algunos trastornos no hay otra terapia posible). Una opción serían los medicamentos que, en lugar de incrementar la serotonina, aumentan la liberación de dopamina.
"Nosotros hicimos un estudio en jóvenes sanos y vimos que un 80% de los que tomaron paroxetina (un serotoninérgico) padeció disfunción sexual, frente a menos de un 10% de los que tomaron agomelatina (dopaminérgico) o un placebo", recalca Montejo. Y añade: "La dopamina hace todo lo contrario que la serotonina, es como si fuera un neurotransmisor prosexual".
Rebajar la dosis o complementar el antidepresivo con otros medicamentos, que puedan ayudar en las relaciones sexuales, también es una alternativa potencialmente eficaz. "Otra cosa que solemos hacer es lo que llamamos 'vacaciones de fin de semana'. Permitimos que el paciente suspenda el antidepresivo unas 48 horas antes del día que vaya a tener relaciones sexuales, para luego retomar la terapia", propone el citado psiquiatra.
Todas estas acciones están encaminadas a frenar el detrimento de la calidad de vida y, ante todo, impedir que se abandone la terapia antes de tiempo. Una alternativa por la que optan más los hombres que las mujeres, que no soportan ver cómo sus relaciones sexuales empeoran. "Si los pacientes tienen una vida sexual activa antes de tomar el fármaco y, fruto de ello, comienzan a padecer problemas, entre un 35% y un 40% acabará por abandonar el tratamiento antes de tiempo".