Laura Tardón | Madrid
Tomar medicamentos entre tres y 14 veces diarias. Es el día a día de los pacientes polimedicados. Sólo un tercio de ellos consigue organizar sus fármacos en un máximo de cuatro tomas, tal y como recomienda el Instituto de Medicina Americano. Así lo revela un estudio publicado esta semana en 'Archives of Internal Medicine'.
Cada seis horas, cada ocho horas, dos veces al día, o tres... Son fórmulas muy comunes para indicar el modo en el que debe ingerirse cada fármaco. El problema llega cuando la persona tiene más de uno. "Con frecuencia, los pacientes malinterpretan estas instrucciones a la hora de consumir los medicamentos y esto puede provocar efectos adversos".
Múltiples fármacos y múltiples dosis al día. Al final, "los pacientes acaban distribuyendo la medicación de forma caótica y el riesgo de incumplimiento y de efectos secundarios se multiplica", explica Leo Rodríguez Mañas, jefe del servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe (Madrid).
Según los resultados del estudio, la medicación que debía tomarse tres veces al día se repartía de la siguiente manera: entre la primera y la segunda toma, el 52,4% no dejaba transcurrir ni cuatro horas; entre la segunda y la tercera, más del 60% dejaba pasar entre cinco y seis horas. Esto significa que entre la tercera dosis y la primera del siguiente día pasan más horas de las previstas para mantener un adecuado tratamiento. "Cuando aún tienen niveles en sangre del fármaco, se toman otra pastilla, por lo que el riesgo de alcanzar niveles tóxicos se incrementa. Sin embargo, cuando pasa más tiempo del indicado sin ingerir la medicación, el fármaco no les está haciendo nada. Es importante mantener una concentración constante para conseguir el efecto terapéutico", señala el doctor Rodríguez Mañas.
Para evitarlo, los autores de esta investigación proponen que todas las medicinas se indiquen hasta un máximo de cuatro veces al día, pero con pautas más claras: con el desayuno, la comida, la cena y antes de la cena. "Estandarizar esta metodología en todos los fármacos ayudará a los pacientes a tomarlos de forma más segura, les resultará más fácil no confundirse en las tomas y esto mejorará los resultados terapéuticos", afirma Michael Wolf, principal autor de la investigación, realizada en la Universidad de Northwestern de Chicago (EEUU).
La novedad de este estudio, a diferencia de los anteriores, es que analiza las tomas, no de un único fármaco, sino de los siete diarios que ingieren las 464 personas que participan en el trabajo (con una edad media de 63 años). Wolf y su equipo observaron, además, que cuanto más formado estaba el paciente, mejor manejaba la medicación. De hecho, aquellos que tenían una cultura general y sanitaria más limitada se tomaban los fármacos más veces de las necesarias.
El geriatra Rodríguez Mañas lo corrobora y añade: "Se trata de poner pautas lo más sencillas posible y asegurarse de que el paciente lo ha comprendido. Nosotros solemos pedirles que nos expliquen lo que han entendido, para comprobar que se lo tomarán correctamente". En esto, el papel del geriatra es fundamental. "A partir de los 65-70 años, aumenta el consumo de medicamentos porque aumenta la presencia de enfermedades crónicas en un mismo paciente (diabetes, hipertensión, Parkinson…). Alguien debe coordinar la plurimedicación y de esto tendría que encargarse el geriatra, que, en caso necesario, consultará a los especialistas pertinentes".