Laura Tardón | Madrid
¿Cómo predecir su riesgo cardiovascular? En los últimos años se ha incidido mucho en que el cuerpo de manzana, o lo que es lo mismo, cuando la grasa se acumula en la zona del abdomen, las probabilidades de sufrir un evento de este tipo aumentaba, en comparación con otras localizaciones. Ahora, 200 investigadores aseguran que no es tan importante la distribución de la grasa corporal como los factores de toda la vida: el nivel de lípidos, glucosa y la tensión arterial.
Así lo ponen de manifiesto en un trabajo publicado esta semana en la revista 'The Lancet' y realizado con unos de 220.000 adultos en 17 países. Por primera vez, un grupo de expertos, liderado por la Universidad de Cambridge (Reino Unido), ha estudiado por separado y de forma conjunta los métodos más extendidos últimamente para medir el grado de obesidad, como el índice de masa corporal, el diámetro abdominal y el de cadera. Pero los datos que ofrecen estos índices, según versa el artículo, "no son mejores para pronosticar el riesgo de enfermedad cardiovascular que los valores clásicos: la presión arterial, la historia de diabetes y el colesterol [también incluidos en el trabajo]". Es decir, se podría obviar la medición de la cintura, ya que ofrece poca información.
De alguna manera, esta investigación desmonta la teoría de los últimos tiempos. "Se le estaba dando mucha importancia a la obesidad central (cuerpo de manzana) para comprobar la predisposición a los eventos coronarios y cabe señalar que el 20% de las personas obesas son metabólicamente sanas, por lo que no tienen un riesgo mayor", afirma José Manuel Fernández-Real, jefe de sección de diabetes del Hospital de Gerona.
Es decir, un obeso con niveles normales de glucosa por debajo de 100, lípidos y una adecuada tensión arterial no tiene por qué tener más probabilidades de sufrir infarto.
Como explica otro especialista, Juan Carlos Ruiz de Adana, cirujano de la Unidad de Obesidad Mórbida del Hospital Universitario de Getafe (Madrid), "la obesidad no es un factor de riesgo directo de infartos sino intermedio, cuando altera otros factores que sí son directos, precisamente los lípidos, la glucosa y la tensión arterial. Estos son los que realmente van a predecir el riesgo de achaques coronarios".
Esto no significa que la obesidad no sea importante para la salud. "En la mayoría de los casos, cuando se corrige, el riesgo cardiovascular disminuye. Es un factor determinante y modificable", señalan los responsables de la investigación. Pero no directo.
Dados los resultados, los responsables de este trabajo destacan el valor de las consultas de medicina general para medir los niveles de presión sanguínea y de colesterol en sangre. Los descubrimientos deberían también ayudar a guiar las prácticas médicas en todo el mundo, ya que las directrices nacionales e internacionales han proporcionado diferentes recomendaciones sobre el valor de las medidas clínicas de la obesidad para predecir el riesgo de enfermedad cardiovascular en la prevención primaria.
"Es la primera vez que un estudio compara distintas medidas de predicción de enfermedad coronaria, de forma individual y combinadas", recalca Rachel Huxley, del departamento de epidemiología de la universidad de Minnesota (Minneapolis, EEUU), en un editorial que acompaña al artículo. Los trabajos que, hasta el momento, han hecho hincapié en el papel de la obesidad central carecían de datos metabólicos (lípidos o glucosa), por lo que sus conclusiones estaban limitadas.