Por Nora Bär
El 27 de julio de 1966, fecha de la que acaban de cumplirse 45 años, se administró por primera vez hormona de crecimiento humana a un chiquito argentino afectado de enanismo.
El esfuerzo que culminó con la producción de esta proteína indispensable para el desarrollo normal es una historia para el asombro. Exigió miles y miles de horas de trabajo, numerosas publicaciones en revistas científicas internacionales y un enorme talento para sortear obstáculos y encontrar la respuesta a problemas que todavía no se habían resuelto en ningún país del mundo.
Los protagonistas de esta verdadera epopeya fueron Alejandro Paladini, Juan Dellacha y José Santomé, que durante casi una década dilucidaron, primero, la estructura de la hormona de crecimiento bovina y luego obtuvieron la hormona humana, la analizaron para corroborar su actividad biológica, la liofilizaron y esterilizaron, antes de preparar las dosis que se aplicaban en forma subcutánea.
Desde el Centro de Estudio de Hormonas Hipofisarias (en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA), ellos trabajaron con los doctores Martín Cullen, César Bergadá y Juan Heinrich, encargados de seleccionar a los pacientes en el Servicio de Endocrinología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, y con José Manuel Domínguez, del Instituto Lanari.
La idea de obtener la hormona de hipófisis humanas surgió durante una reunión en que Dellacha, recién llegado de los Estados Unidos, se refirió a su trabajo con el doctor Martin Sonenberg.
Entre otras cosas, tuvieron que organizar la recolección de las glándulas para disponer de una provisión constante que permitiera afrontar los estudios y luego la atención de los pacientes. Para hacerse una idea de las dificultades que entrañó, baste mencionar que entre 1970 y 1986 recolectaron ¡66.000 hipófisis, que debían conservar a una temperatura de -60°! Hasta la Corte Suprema intervino para que les fuera permitido recibir hipófisis de la Morgue Judicial.
Es más: el trabajo fue tan impecable que les permitió evitar las graves contaminaciones que en 1985 se produjeron en países como Gran Bretaña. Sin duda, una página dorada de la ciencia nacional...